Por si acaso, Feliz Año / Eugenio Mateo

PMateoEugenio1
Por Eugenio Mateo
http://eugeniomateo.blogspot.com.es/   

   Se  despide  un año al que su perspectiva final le concedería, sin duda, el término de intenso. El reloj de la vida trascurre demasiado deprisa como para darse cuenta que nos quedamos atrás, que los hechos son inapelables y afectan de un modo que incapacitan nuestra voluntad de llevar las riendas de las situaciones.

    A comparsas nos relegan los acontecimientos a pesar que de algunos se nos diga que somos loa protagonistas. Llegó un día, no hace mucho, en que  la sociedad se hartó de tantas cosas que cuando tuvo la ocasión de hacer oír su voz en las urnas, el mapa político saltó en mil pedazos. Durante este año que se va han ocurrido demasiadas cosas, por citar algunas, la clase política tiró por la borda sus disfraces y sus vergüenzas quedaron al aire en un ridículo desabillé;  que el descontento social al final sigue descontento. No está claro que el movimiento que surgió desde una ciudadanía hastiada  (no tanta por lo visto) sea tan fiel a sus principios como pregona. Por tanto, pareciera que el año no fuera más que un déja vú. Vendría a ser aquello que decía el castizo: como mear y no echar gota. Aunque por  estas tierras algo se mueve en la partida de guiñote y hasta se redactan solemnes documentos de prácticas de honradez de los que  comprobaremos  sus efectos el año que viene. No podremos volver a maldecir en plena carretera como cuando nos rebasaba una comitiva oficial a toda leche porque se va a poner coto a los coches oficiales. No podremos enviar una caja de Cohibas al primo que anda medrando por La Aljaferia. No les venderemos más los carísimos perfumes para sus amantes/as con la tarjeta black. Por cierto y a propósito, olvidaba  que el año trajo una buena noticia: por fin se derroca  la generalidad semántica del neutro y a partir de ahora los géneros serán especificados en su propia definición. Los políticos y las políticas, las guardias y los guardianes, el soldado y la soldada, todas y todos por fin se ven reconocidas/os, liberadas/os por del machismo lingüístico opresor. Sólo por esto, esta mierda de año habrá merecido la pena.

   Pero volvamos al asunto de las conductas. No hay más que leer nuestra Literatura más cimera para comprobar que somos un país de pillos y de golfos, una nación mestiza y tramposa, superviviente de su propia historia plagada de heroísmo irracional, de desmanes caudillistas y de chanchullos. En lo atávico seguimos, y aunque ahora nos machaquen con Viernes Negros — curiosa definición de estos yanquis no exenta de teatralidad gótica: Black Friday  y que según dicen tiene connotaciones esclavistas— para que nos gastemos los ahorros que duermen bajo el colchón y volvamos a pensar que esto funciona, lo cierto es que los habitantes de Iberia somos capaces de mover el ying y el yang con una deliciosa ambigüedad, no en vano somos descendientes de los que vivieron casi siempre en guerra. Toda una impronta, como para que digan que el avisado no lo es menos aunque no se dé por aludido.

   El año también trajo la sublimación  del slogan en  extranjero, cuya eclosión venimos padeciendo tiempo ha. Tuve suerte de elegir inglés en mis estudios, porque si no, ahora andaría todo el día con el  traductor del móvil. Hasta la iglesia Católica apeló al eufemismo del Holly Wings frente al no menos estridente Halloween. Conozco a un comerciante que con su nombre y apellidos compuso una rimbombante marca  italiana. La cuestión es hablar de mentira, decir cosas que no significan nada, salvo una rendición incondicional ante una cultura que se me antoja intrigante. Acabaremos hablando el castellano, o el catalá, euskera, galego y la fabla en la intimidad (como ejercía aquel sesudo dirigente) cuando esté apagada la tele. Me temo que el valor de todas las estrategias, políticas, económicas y sociales se resume, utilizando el lenguaje publicitario,  a conseguir los máximos impactos en la atención del público objetivo, los ansiados OTS que llevan al triunfo. El que crea que es inmune a este bombardeo que vaya siendo sincero.

   Ha llegado el tiempo de los charlatanes, cada vez más peligrosos, eso sí. Es momento de escuchar lo que se quiere oír, porque piove, piove, porco governo.  Así, este año aportará a la Historia el inefable mérito de ver aupada al Populismo a la mayor potencia del Globo. El nuevo César, inquilino del blanco Palatino Imperial viene pisando huevos y lo que se le ponga por delante. Para rematar, va y se muere el único que le hubiera dicho las cosas a la cara sin temblarle un pelo de la barba. No es justo este sindiós. Va a parecer que los miedicas no fueran del todo descaminados con aquella  plegaria:

    Virgencita, Virgencita, que me quede como estoy.

    Por si acaso, Feliz Año a casi todos.

Artículos relacionados :