Desafío I: En busca del boj más sureño de Aragón


Producciones: «Os soleados»

Una vez casi superado el objetivo de  los catorce ochomiles por el magnífico alpinista Carlos Pauner, «Os soleados»  recoge el relevo y ataca el proyecto de descubrir catorce desafíos en el territorio aragonés que iréis conociendo conforme sucedan y que dada su dificultad no nos permiten garantizar una frecuencia lineal en su culminación.

Nuestro equipo de documentación e investigación descubre en el término municipal de Monegrillo el impresionante Barranco del Bujal, el cual debe su nombre a la presencia de arbustos de Boj (Buxus sempervirens), planta rara en ambientes tan secos y suelos de yeso, también es de destacar la variada y rica fauna de aves que acoge: alimoche ,golondrinas, milano negro, aguila real, buitre leonado, pardillo común, jilguero, triguero, mirlo común, colirrojo tizón, cogujada común, paloma torcaz, chova piquirroja , perdiz roja, cernícalo, halcón peregrino, avión roquero, roquero solitario, roquero rojo, treparriscos, abejarucos, collalbas negras, cogujada montesina, curruca rabilarga y cabecinegra, águila calzada y culebrera, azor y gavilán nidificando por los pinares cercanos, Mochuelo, lechuza y búho real como rapaces nocturnas.

Rápidamente la sección de logística, infraestructura y transporte de producciones «Os soleados» planea en dos jornadas este primer desafío, la primera con un recorrido por la zona perimetral superior que nos servirá para reconocer el terreno y una segunda remontando desde su final el barranco y por su cauce, hasta lograr nuestro objetivo.

La primera jornada utilizamos parte del recorrido marcado y balizado y conocido como de «Los Miradores», sorprendiéndonos la belleza y grandiosidad de este barranco. Después de pasar por Castejón de Monegros, llegamos finalmente a la pista que sale del kilómetro 29 de la carretera, un poquito antes de llegar a Monegrillo, Pasamos junto a la sabina Cascarosa, un bello ejemplar de sabina albar (Juniperus thurifera) de 16 m. de altura y un diámetro de tronco de 1′ 10 m. en buen estado fitosanitario y según los lugareños, un árbol muy respetado en el pueblo y que figura en su escudo.

Conforme ganamos altura vamos sorprendiéndonos con el cambio del paisaje y la grandeza del barranco del Bujal en su parte alta. Profundo barranco excavado en sus capas de estratos de arenisca y caliza en forma de V con laderas regularizadas con una anchura media de 250 m. y profundidad máxima de 200 m. y dos valles más laterales que van a desembocar al principal. Varios miradores permiten una visión muy amplia y panorámica de esta formación natural.

Nuestra planificada y exquisita preparación física nos permite afrontar la segunda jornada en un soleado y caluroso día del recién nacido verano a las cuatro de la tarde. Quien conozca y haya transitado por Los Monegros será consciente de la dureza y exigencia de las condicones.

El barranco se muestra bastante cerrado a nuestro paso tanto por la vegetación como por las paredes laterales que en ciertos puntos son bastante altas y buenos emplazamientos para nidificación de búhos reales o abejarucos y proseguimos subiendo en continuo zig-zag propio de los cursos erosivos de los ríos que dan como resultado formas curiosas, derrumbamientos y algún que otro escalón de los diferentes estratos que se quedan al descubierto.

Dentro del barranco destacan las retamas y plantas espinosas como rosal silvestre, zarzas, espino negro y especies adaptadas a las riadas y a su propagación por medio del ganado que recorre este paraje.

Por fin, después de un tortuoso y exigente recorrido llegamos al encuentro con un barranco lateral, el tener el mismo  una ladera cara norte y una zona umbría  nos hace pensar que es el entorno donde se dan las condiciones adecuadas para que se encuentre el arbusto objetivo de  nuestro desafío.

Nuestro esfuerzo e intuición se ven recompensados con el hallazgo de varias plantas de boj, la alegría del descubrimiento nos hace arrancarnos con unas jotas de picadillo, que por ser la primera vez que las escuchan y la bravura de nuestros cantes, motiva que la colonia de buitres que descansan en los altos escarpes emprendan desordenadamente el vuelo, todos menos el sordo (como se puede ver en las fotos).

Emprendemos el camino de vuelta ya pensando en nuestro segundo desafío: «EN BUSCA DE LA POLLA MÁS GRANDE DE ARAGÓN», que en caso de alcanzar nuestro objetivo os relataremos aquí mismo.

 

 

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