De Sta. Mª de Buil al despoblado de La Capana


Fotografías Isabel Zamora
Textos Chema Burrial

      De Sta. Mª de Buíl al despoblado de La Capana cuatro kilómetros no hay , siquiera hora cuarenta minutos que las separen. Y lo que sí que hay es un paisaje sumergido de olvido y tierras de casi nadie apenas habitadas por relictos rebaños de ovejas de pastor eléctrico y 4×4, algún volador, esquivos animales de vida salvaje anhelo de cazadores de temporada y rifle , y un que otro ajeno caminante que se atreve a cruzar el espejo de un pasado latente de historia que año a día , invierno a primavera, entierra su memoria.

 Santa María de Buíl

    Santa María de Buíl, hoy con apenas cuatro fuegos queda adjuntada a la capitalidad de L’Ainsa, pero todavía reclama con su firme presencia el recuerdo agitado de los primeros siglos del milmilenio dónde la vida de éstos valles transcurría entre la frontera impuesta por la marca que disputaban; de un lado el sarraceno invasor y hereje, – que con su civilización de agua , cultura y otra religión había conseguido llegar hasta ésta latitudes, justo aquí, ante las inhóspitas y amenazadoras moles de nieves, granitos y calizas que discurrían ante sus ojos de este a oeste, murallas amenazantes que apenas permitían alcanzar el mas allá del norte por algunos abruptos y torrenciales caminos que la brutalidad de la montaña había esculpido con paciencia geológica- y del otro; la espada de una razón oscura y feudal apenas iluminada por las llamas de un infierno , siempre presente, y de promesas escupidas desde los púlpitos de un norte lejano y frío , supersticioso y pendenciero que se escondía entre los pliegues de esas austeras montañas voraces y solitarias . Esas mismas Sierras que hoy, -que se dejan ver desde el tozal de Sta. María – continúan dividiendo nuestro horizonte azul de nubes del húmedo norte europeo.

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