Arquitectura Espectáculo en Huesca


Por Ruben Enciso

    Bajo la luz cenital lechosa y envolvente del CDAN en Huesca se muestra la exposición “Museos en el siglo XXI” llegada del Art Centre de Basilea. En ella se presenta una colección de fotos de cada proyecto, y maquetas en las que se muestra el carácter que cada equipo le da a este objeto.



    Porque una maqueta sirve para mostrar al cliente la cualidad espacial que el futuro edificio ha de tener tanto en volumen y escala, como de situación.

    Hay autores que entienden que una maqueta tiene un valor descriptivo del proyecto y con ella se intenta explicar todo. Y otros la ven como objeto estético en sí, que muestra algo de información pero no toda. No es baladí el tema pues sin maquetas no hay exposición ni venta.




    Las maquetas entendidas como objeto estético echan mano de la belleza de aquellos materiales que van a dar ese resultado. Medidos al máximo se combinan acero, madera de gran calidad, metacrilato, cristal o incluso si viene al caso plásticos fundidos en contra moldes. Hay que recordar también las exquisitas maquetas de Rafael Moneo expuestas anteriormente y realizadas en bronce. Pero sobre todo hay que destacar las maquetas color de cera, de UN Studio/Van Berkel del Museo Mercedes Benz, construida digitalmente en una disolución fotosensible sin intervención de artesanos.



    Sin embargo dado el carácter comercial de la arquitectura espectáculo estas maquetas quedan dentro de un presupuesto holgado como objetos de joyería aptos para ser tocados y coleccionados por el propietario. Con este planteamiento apela al carácter escultórico de los edificios y quedan como altorrelieves o esculturas de pequeño formato mostrando así cuanto deben sus autores a la historia de la escultura.

    Formalmente algunos proyectos y maquetas siguen los planteamientos iniciados por Malevich y sus arquitecturas suprematistas o El Lissitzky. Y algunas maquetas llegan a ser tan futuristas como las máquinas voladoras de Vladimir Tatlin. Pero carecen de la tragedia en el rechazo y la incomprensión que sufrieron los pioneros.

    Estas maquetas refinadas hechas por encargo a auténticos profesionales, carecen de la emoción, torpeza e intensidad, de aquellas hechas por el propio Gerrit Rietweld de su casa de Utrech, con cartón, madera y cristal usados, que alargaban la sombra del neoplasticismo holandés.



Antecedentes.

   La verdadera arquitectura espectáculo sufre un fuerte impulso en Japón desde los años 70, antes de que la crisis económica invadiera el país en los 90. En plena burbuja económica, los arquitectos japoneses miran hacia las vanguardias europeas subvirtiendo el sentido positivista con un cinismo constructivo.

   Este tipo de arquitectura está limitada a la función comercial. Y aunque se utilicen materiales sólidos sofisticados y con valor de permanencia como el acero, hormigón y cristal, tiene una duración limitada al negocio y será destruida con el cambio de propietario. Porque el edificio tiene una función icónica y publicitaria unido a la empresa y su duración.

   Hay que tener en cuenta que el terreno donde se construye es varias veces más caro que el propio edificio dada la escasez del suelo y las rigurosas normas antisísmicas que no permiten grandes volúmenes. Se podría añadir al espectáculo, arquitectura fungible.




   Cuando los europeos se esfuerzan por romper con el racionalismo de las vanguardias en una huida hacia el postmodernismo con visión ornamental y estática de la historia, Hollein, Mario Botta, Aldo Rossi y el mismo Bofill. En Japón los arquitectos experimentan con los materiales, su resistencia y elasticidad, y su fragmentación esteticista en la precariedad del proyecto. Están con un pié en la revisión comercial de la modernidad europea, y otro en su historia. Pero retomando los preceptos del budismo zhen que es esencialista y busca la armonía con la naturaleza.

    Tadao Ando, Toyo Ito o el mismo Isozaki experimentan sin complejos otra manera de entender la construcción. Mientras una innumerable cantidad de arquitectos se lanzan a construir un icono empresarial.

    Por eso al visionar la exposición del CDAN en cada uno de los proyectos observamos cuanto deben a ese postulado.

Autores.

   Empezamos por Gerhy porque como viejo conocido que es, dio el pistoletazo en Bilbao. Y su proyecto de la Galería Corcoran de Washington 99-03 ya parece reiterativo. El efecto gugemheim ya no tiene validez si alguna vez lo tuvo.

   Esa ruptura con lo ortogonal con el racionalismo y el orden, supusieron otra manera de vivir el espacio construido. Allí donde había certezas él propuso incertidumbres espaciales y constructivas. Y pasado el factor sorpresa solo quedan los problemas sin resolver, sin la eficacia y el ajuste a la buena relación calidad-precio como hizo en el DZB de Berlín.



    Rafael Viñoly sorprendió al mundo en el 97 con el Foro de Tokio, un espectacular y gigantesco invernadero, con la estructura de la cubierta a modo de casco de barco flotando por la superficie del agua. La metáfora arquitectónica más bella desde el Cristal Palace de Paxton, concebible solamente por un ingeniero que hiciera submarinismo.

    En The Nasher Museum el proyecto es más modesto y la disposición de los edificios demasiado simple. Están unidos por una cúpula con plegamientos de origami y aunque los plegamientos se razonan por la ventilación convierten al proyecto en un ejercicio de escuela.



    Daniel Libeskind presenta una ampliación del Museo de Denver. Es el autor del Museo del Holocausto en Berlín, ¿Cuál de ellos? Tengo que reconocer que solo lo he visto por fuera pues me negué a dar a la causa los tres euros de la entrada. Y sí, el edificio de buenos materiales representa la estrella de David descoyuntada y algo tuvieron que ver los alemanes, de acuerdo. ¿Pero los de Denver? ¿Qué han hecho los de Denver para merecer el mismo descoyuntamiento?



    Bernard Tschumi presenta el Nuevo Museo de la Acrópolis de Atenas, y si uno se fiase de las maquetas este proyecto podría ser desechado. Pero las imágenes de lo construido revelan transparencias y contextualización sin necesidad de imitar. Habitabilidad en el Sur, y complicidad entre el contenido y el paisaje.



    La arquitectura para el espectáculo no es lo mismo que la arquitectura que se mira sobre sí misma y que alimenta el ego del arquitecto.

    Un buen ejemplo lo tenemos en el proyecto de Spacelab, de Peter Cook y Colin Fournier. Ellos se sienten muy identificados con la denominación de “Alien amigo” para su museo en Graz, y es cierto. Un gusano de metacrilato con formas redondeadas, lucernarios de ojo de camaleón, y con unos neones que generan imágenes nocturnas como luciérnagas. Todo este simbolismo produce una sensación afable e incita la complicidad con el espectador. Por todo ello el edificio se incrusta en una ciudad renacentista y barroca sin levantar sospechas de suplantación histórica.



    La joya de la corona en arquitectura no aparece más que con un detalle de las capacidades de Diller/Scofidio+Renfro, en un lugar esquinado de la muestra. El Museo de Arte y Tecnología de Eyebean, NY. Un edificio de rampas ascendentes para cada planta que pasado por la escuela holandesa debe demasiado a Wright. En algunas plantas la rampa se interrumpe y ¿es obligado subir en ascensor?

    Pero si por algo están aquí Diller y Scofidio es por su capacidad demostrada para crear edificios de auténtica poesía haciendo de ella una experiencia tangible. Hablamos del Blur Buiding una estructura levantada en el lago de Yverdon les Bains de Suiza que es pura sensación. Creando una bruma que diluye las formas y añade un confort veraniego al caminar.

    También por el Instituto de Arte Contemporáneo de Boston 2006, en el que un aula magna desciende vertiginosamente hacia el azul cambiante del mar, convirtiendo la información en un acto sensitivo. Un edificio en el cual se atempera el uso abusivo de rampas y esquinas pop.




La síntesis.

    Renzo Piano hasta en sus peores proyectos siempre resuelve problemas. Caldeamiento pasivo, ventilación e iluminación natural, integración en un entorno natural, mantenimiento… En el Zentrum Paul Klee en Berna lo hace con elegancia, discreción y eficacia. Una maqueta esencial volando por el techo del CDAN nos muestra no el techo como parece, sino toda la estructura del edificio. El sabe lo que un adecuado corte de formas, las ondas en este caso, puede dar de sí para simplificar el proceso constructivo. Ya lo hizo en el Aeropuerto de Kansai en Osaka 94. El enorme edificio es el corte de 1500m de largo de un anillo cuyo hipotético centro está en la tierra a una profundidad de 16,4 kilómetros.



    Si. El espectáculo arquitectónico es válido cuando cae en buenas manos.

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