Cuando no se tiene nada que decir / Eugenio Mateo


Por Eugenio Mateo
http://eugeniomateo.blogspot.com/

    No hay nada peor que darte cuenta de repente que no tienes de lo que hablar.


     Repasas mentalmente todos los acontecimientos y ninguno suscita un interés especial que merezca ser contado. Rebuscas en el sucio contenedor de la política y encuentras poco placer en hablar de desechos sin reciclar. Desprecias de inmediato las cosas domésticas: a quien importa que te hayas manchado con la crema de limpiar zapatos, ˗˗pongo por ejemplo˗˗. Igualmente, aburrido en criticar lo que te parece injusto, porque, además de que no sirve para nada, obliga a un ejercicio de coherencia.

    Llegas así al más absoluto abandono. Dejas colgada en la percha a la curiosidad que mató al gato. Me atrevería a adivinar que te da un poco de miedo esa sensación de que algo ocurre en tu cabeza. No importa engañarse de vez en cuando, pero no tener algo que decir es cuando menos, preocupante.  Fíjate si es de preocupar el hecho de que no haya nada capaz de tensar una arruga. En esta coyuntura, es normal el acojono, y, a la vez, todo el escepticismo del que seas capaz.

    En el fondo, va de eso, confiesa. De pasar. De pasar de todo, o casi todo ˗˗no conviene abusar˗˗y conseguir estar por encima de las cosas. Feliz tú si lo consigues. El registro de los que lo intentaron es impreciso y no aclara el porcentaje de éxito; por eso, es factible que la laxitud cerebral sea un reflejo de la imposibilidad de pasar de todo en todo y busques un remedio que aplaque al monstruo de dos cabezas. Premio de consolación es la prerrogativa de ponerte los cascos a todo volumen, con el afterpunk soliviantando las meninges. No hay ya disgustos permanentes, escándalos de chalaneo, heridas de la Tierra, el humo de las guerras, el inicio de la cuenta atrás. No hay nada, pareciera. El limbo tiene su aquel, el no sabe no contesta, tiene muchas ventajas si se sabe hacer. Lo importante es tener el mapa del regreso. Volver a lo diario, tan estimulante, aunque acabe por tragarte entero en la Arcadia feliz..  

    Te vuelves a dar cuenta por enésima vez de que fina tu artículo en esta noche y el maldito folio sigue en blanco. Vamos a pensar en lo efímero e igual te sirve para construir un relato con mandanga, una master class del manejo de la palabra. Cosas más difíciles has conseguido.

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