Por Lolita Piedrahita
Los romanos eran unos grandes degustadores del conejo cocinado en todas sus variedades y aún hay quien se atreve a asegurar que una de las razones de la conquista de España por los romanos fue por la gran cantidad de conejos que por entonces la habitaban (existe un texto de Cátulo donde se refieren a España como “cuniculosa” , conejera)
Durante mucho tiempo los conejos se comieron al llamado modo “lusitano” que era como lo preparaban las huestes de Viriato (muerto en el 139 a.C.), a la sazón jefe de la tribu lusitana que entonces comprendía una gran extensión entre el Duero y el Guadiana.
Esta receta que ha llegado hasta nuestros días contiene los siguientes ingredientes:
-Un conejo mediano que se cortará en sus piezas tradicionales.
-Se prepara un vaso pequeño de vinagre, otro similar de aceite y uno doble de agua
-Tres cebollas
-Abundante laurel y pimienta negra.
El muy socorrido el freír las piezas antes de comenzar su guisado y esto es un gran error y desde luego no obedece a la receta clásica.
Así pues, trocearemos la cebolla y la meteremos en la sartén hasta que el aceite la poche. Inmediatamente después añadiremos el conejo, el laurel, abundante pimienta negra, el vinagre y el agua y dejaremos que se guise a fuego lento.
En media hora (o tres cuartos) tendremos un exquisito plato que día a día estará cada vez más bueno. Por eso siempre se aconseja no guisar un conejo sino dos a tres para que se nos quede como una extraordinario plato en semiconserva que siempre nos puede sacar de un apuro. ¡A disfrutar del conejo escabechado!