Mali: En la encrucijada


Por Agustín Gavin

   “Hola Agustín. Hemos vivido algo que nunca hubiera imaginado que podría ocurrir en éste país. Ha sido en el centro de la región Mopti, concretamente en pueblos de la zona del Dogón.

      Una verdadera masacre en un pueblo, Peul. El pueblo arrasado y los habitantes muertos. Ha sido el ataque más tremendo que he vivido en los más de cuarenta años que llevo aquí. Todos estamos conmocionados.


Agustín Gavin
Corresponsal Internacional del Pollo Urbano 
y Presidente de www.arapaz.org

      Parece que también ha habido otros ataques en la zona. El miedo y la inseguridad se sienten aunque en Bamako hacemos vida normal. Pero los bandidos donde están, quienes son, donde van a asaltar.

   Medidas se están tomando y esperemos que con el esfuerzo de todos en Mali se pueda vivir en paz. Nosotras estamos bien y podemos continuar sin problemas con nuestra misión. Un abrazo.”

    Este es un whatsapp que recibí el 12 de abril. Quien lo envió fue Teresa, nombre ficticio, una monja gallega que lleva toda su vida en Mali y con la cual colaboramos con ayudas puntuales.

    Esa noche del 23 de marzo de éste año, en el poblado de Ogossaugou, en la región de Mapti, 157 personas de la etnia fulani fueron asesinadas, la mayoría mujeres, niños y ancianos por cazadores de la etnia bamabara.

    Unas semanas antes 32 militares malienses habían muerto en un ataque de la franquicia local de Al Qaeda.

      Comenzaron cruces de acusaciones sobre los verdaderos artífices o inductores de la matanza, las dos etnias y el propio gobierno. Da la casualidad de que esos días Mali estaba siendo visitada por miembros del Consejo de Seguridad de la ONU que estaban valorando la continuidad de los Cascos Azules, entre ellos los españoles que desempeñan funciones logísticas.

   En los primeros días de Junio, se supone que los de la etnia fulani devolvieron el golpe en Sobabanne Da, en pleno territorio dogón matando a más de 90 personas e incendiando el pueblo. Venganza tribal según parece, aunque la desinformación es total por falta de medios y las conjeturas son el pan de cada día.

   Desde Mali central hasta el norte por donde se mueven los tuareg y el ángulo de la frontera entre Mauritania, Mali y Argelia es un territorio donde campan a sus anchas grupos radicales islámicos y traficantes de armas y drogas, elementos que casi siempre se conjugan.  Los cascos azules, la mayoría franceses, tienen muchos problemas para controlar la situación y es que el ejército maliense no tiene medios para reconducir la situación.

  Se ha valorado que dejar un estado a los Tuaregs, AZAWAD, que de facto ya tiene raíces, sería una forma de equilibrar políticamente la zona, pero el problema étnico y cofronterizo, como pasa siempre, distorsiona  las posibilidades de solución.

   Uno de las causas de desequilibrio es el sofisticado armamento de procedencia francesa que circula sin ambages por la zona. La intervención francesa en Libia es su origen. Muchos mercenarios contratados para acabar con Gadafi con el beneplácito de la comunidad internacional, se quedaron con ese material bélico y logístico de última generación una vez asesinado el otrora líder libio convertido en un despojo político de la noche a la mañana por los mismos que lo habían encumbrado. El caos se institucionalizó por la permeabilidad de las fronteras y está llevando a Mali, si no lo es ya, a ser un estado fallido más.

En esa región del oeste africano está trabajando Arapaz en Senegal y Mauritania en proyectos de cooperación y ayuda humanitaria y en las proximidades de Bamako el Movimiento Extremeño por la Paz.  Los proyectos prácticamente  giran sobre lo mismo, agua de calidad, cultivos de primera necesidad para vender el exceso de producción en los mercados y liderazgo de las mujeres en las comunidades. Estamos integrados en la FIP, Federación Internacional Pacifista con otras ongs de diferentes CCAA, compartimos información, proyectos, cooperantes, voluntarios etc.

Hemos entrevistado en la distancia, en Bamako, a Javier Martin del Movimiento Extremeño  por la Paz:

“¿Qué tipo de proyectos estáis ejecutando en Mali y dónde se realizan?

   El Movimiento Extremeño por la Paz (MEP) interviene en Mali desde el año 2005. En su trabajo, generalmente en colaboración con las cooperativas agrícolas de mujeres, se realizan diferentes formaciones utilizando la agricultura como medio de intervención y de transformación social.

   Así, hemos intervenido en la constitución de 11 cooperativas de mujeres campesinas, la formación técnica y la construcción de infraestructuras hídricas y agrícolas, en las zonas de Nioro, Diema, Yanfolila, Kangaba y zona periurbana de Bamako.

   El género se trabaja de manera transversal en todas nuestras intervenciones, pero en el último año hemos abordado la práctica cultural de la ablación y las nefastas consecuencias que genera en las mujeres.

   En el proceso de preparación de una campaña organizada por las mujeres de las diferentes comunidades, elaboramos un dossier que pretendía ser un documento de referencia para la organización.

   A lo largo de nuestras intervenciones en Mali y el diseño de la futura campaña contra la ablación hemos conseguido el apoyo de diferentes personalidades públicas de la sociedad maliense. Éstas han prestado su imagen para las diferentes actividades del MEP relacionadas con la ablación por lo que es nuestra intención utilizarlas para promocionar ambos productos, página web y dosier.

  Actualmente estamos identificando una intervención de emergencia para la población desplazada que huye de las matanzas en el centro del país para refugiarse en campos de acogida improvisados en suburbios de Bamako.

-¿Cómo está actualmente la situación política y social?

     La extensión del conflicto armado hacia el centro del país, ha sumado las regiones de Mopti y Ségou, a las de Gao, Kidal y Tombuctú, puntos focales de la crisis maliense donde el extremismo violento gana terreno en las comunidades.

    Ante la inexistencia de todo diálogo entre los diferentes componentes de la sociedad, y la ausencia del estado en muchas zonas del centro y norte de Mali, la seguridad y la paz se encuentran diariamente amenazadas.

   Así, la multiplicación de nuevos episodios violentos en el centro, argumentando conflicto interétnico entre Peuls y Dogons, demuestra hasta qué punto la paz se mantiene frágil.

  Las actividades de subsistencia se han reducido como resultado de restricciones de movimiento. En muchas áreas, las escuelas y clínicas están cerradas o el personal ha huido.

    La situación humanitaria ha seguido deteriorándose debido a la creciente inseguridad en las regiones septentrionales y centrales, la presencia limitada del Estado y recursos financieros insuficientes para satisfacer las necesidades actuales; al mismo tiempo, han aumentado las preocupaciones sobre la crisis alimentaria, agravada por el periodo anual de carencia, unos tres meses,  donde se agotan los productos de la cosecha anterior y encima coincide con la época de lluvias torrenciales.

   Esta escalada de la violencia en la región de Mopti ha dado lugar recientemente a importantes movimientos de población siendo Bamako para muchos el destino. Las últimas semanas se han sumado a las personas desplazadas con anterioridad en barrios de la capital, unas 2000 personas, pero la información de este fin de semana es de 20.000 personas huyendo de la matanza del día 10, que se encuentran ya en Ségou.

   Pensar que se dirigen hacia Bamako, hace saltar todas las alarmas.

   Los conflictos están socavando el tejido social a la vez que una preocupante crisis alimentaria y nutricional se incuba debido a la inseguridad y las condiciones agroclimáticas peculiares del Sahel.”

    Javier lleva más de treinta años de cooperante, desde el conflicto balcánico hasta Mali pasando por Haiti, Honduras, Nicaragua, Kurdistán, Ruanda, etc.

     Los que llevamos tanto tiempo trabajando en tragedias humanitarias sabemos que la diplomacia de prevención de conflictos tendría que ser el programa prioritario internacional, tendría que ser el sustituto de la diplomacia agresiva en función de los interese nacionales, sobre todo de las grandes potencias.

   Urge una reforma del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. El derecho a veto de algunos países que lo conforman están cargados de intereses especulativos desde el punto de vista económico y político jugando con el puzle de las fronteras, las etnias y las religiones e ideologías.

    Conocen mejor los focos explosivos inmediatos sobre el terreno los cooperantes y misioneros y misioneras que llevan tiempo conviviendo con ellos. Cuando aterrizan funcionarios de naciones unidas con grandes medios logísticos y tecnológicos casi siempre, si no es tarde, sus informes se desvanecen en los despachos de los diplomáticos que a su vez los filtran a los mandamases de turno.

    El que un día, los que patean los caminos de polvo de choza en choza, los que tiene que atender la mortalidad gratuita por el agua en mal estado, que se la juegan con el Ebola  etc, tuvieran voz en Naciones Unidas, igual mejoraría el mundo. Hoy por hoy pura utopía.

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