Italia: Otra federación


Por José-Joaquín Beeme

   En los pagos nuestros se cierne una tormenta de aúpa, con vientos recios del noreste, mientras yo voy pensando que de la tentación o pulsión balcánica no se libra ni el más pintado.

Por José Joaquín Beeme
Corresponsal del Pollo Urbano en Italia

    Se ha querido aprobar aquí una reforma de la Constitución de 1948 en sentido federalista, que, aun sabiendo de otros referendos fallidos, de llevarse a cabo muchos considerarían una spaccatura de Italia, es decir, que los halcones longobardos podrían por fin sacudirse el lastre de la perezosa mitad latina que les centrifuga de la Europa de los negocios. A la atribución a las regiones de competencias exclusivas le han dado un nombrajo que ni inglés resulta: «devolution», y eso que están a años luz de nuestro poderío autonómico. Proyectos ha habido que contenían además una extraordinaria concentración de poderes en el premierato, que ya goza de muchos (vía maxienmiendas), hasta hacer de esta República un régimen presidencialista. Incluso si el capo se envuelve en fantasmagorías, pongamos, padanas, cuya agenda nunca ha apeado el secesionismo. Casi al mismo tiempo en que forcejean todas estas little italies, se hacía oficial en 2017 el himno Fratelli d’Italia, del garibaldino Goffredo Mameli, que con sus «unámonos» y «amémonos» venía ya representando al país por el lado emocional. Pero qué une, además de un casi decantado amor a la ópera y a los coches caros, a este país que vive de rentas de arte. «Canción, yo he dicho más que me mandaron / y menos que pensé; / no me pregunten más, que lo diré», como remata Garcilaso su segunda canción italiana.

  Hasta pronto, gran abrazo.

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