Un Nueva York diferente


Marta Remartínez es nuestra corresponsal en EE.UU. Desde allí nos envía su primera crónica: «Un Nueva York diferente» ¡Bienvenida al corral pollero!

Un Nueva York diferente
Por Marta Remartínez
http://lanubeazul.blogspot.com/

   Si no miras bien puede ser que no la veas. Es pequeña, se encuentra perdida en medio del East River y no sale mucho en las guías. Me refiero a Roosevelt Island, una isla de Nueva York que pese a ser la gran olvidada cuenta con algo único en todo norte América: un teleférico urbano que constituye el principal transporte para los isleños.

    Pero Roosevelt Island puede presumir de muchas otras cosas. Debido a su emplazamiento, entre Manhattan y Queens, cuenta con unas vistas increíbles del skyline neoyorkino, pero antes de nombrar sus maravillas retrocedamos un poco en el tiempo.



   A mediados de siglo XVII la isla era conocida como la isla de los cochinos, pero fue en 1921 cuando fue rebautizada como Welfare Island, que podíamos traducir como la Isla de la salud. Para hacer honor a su nombre se construyó un hospital para enfermos de viruela, un manicomio, una cárcel y un asilo para pobres. Era algo así como una Alcatraz de asuntos sociales. Nada presagiaba en esos momentos que Roosevelt Island se convertiría con el tiempo en una de las zonas más exclusivas de Nueva York.

   Gracias a la reforma urbanística llevada a cabo en el año 1968 por el que era entonces el actual alcalde, John Lindsay, la isla dejó de ser un espacio siniestro para transformarse en un idílico espacio residencial. En 1973 tomó el nombre que hoy conocemos. Pero Roosevelt Island conserva en algunas zonas ese sabor lúgubre que le caracterizó en su pasado.

  Por un lado los niños corren felices en sus parques, por otro veteranos de guerra, mutilados en su mayoría, se desplazan en sillas de ruedas o camillas. Roosevelt Island acoge a jóvenes familias pero no da la espalda a aquellos que un día pese a sórdido panorama hicieron de esta isla su hogar.

  Me gusta referirme a ella como una isla de contrastes, al fin y al cabo es Nueva York y aquí los contrastes están a la orden del día.

   Si eres un romántico coge al atardecer el teleférico en la calle 59 con la Segunda avenida y disfruta de la mejor vista aérea de la ciudad en los cuatro minutos que dura el viaje, el Queensboro Bridge te acompañará hasta el final. Después el histórico Cherry Walk, o paseo de los cerezos te conducirá hasta la zona sur de la isla. Ante tus ojos el Empire State, el Chrysler, la ONU… Si además de romántico te van las emociones fuertes no tengas miedo y cruza la valla, cuando estés allí sabrás que a que valla me refiero.

   Si te has atrevido a cruzar el umbral, para cuando hayas llegado comenzará a caer la noche y estarás junto a las ruinas del antiguo hospital de viruela, construido por James Renwick Jr en 1875, arquitecto de la magnífica Saint Patrick.

   Y allí en la oscuridad que pocas veces brinda Nueva York déjate seducir por todas historias que emana el viejo Smallpox Hospital, y tranquilo que si pierdes el último teleférico de la noche, siempre puedes coger el metro…

Si quieres ver más fotografías de nuestra corresponsal: http://www.flickr.com/photos/momentosguardados/ 

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