Canal Roya, la Rasqueta y los bosques de las hayas. Valle del Aragón


Por E. M.

En la última curva antes de llegar a Rioseta, en la carretera hacia el Puerto de Somport, fronterizo con Francia, nos desviamos hacia el puente donde se pueden aparcar los coches y que es la antesala de la pista hacia la Canal Roya.


Cruzado el puente, esta vez no seguimos la pista sino que una vez pasados los restos de las antiguas minas de hierro, nos adentramos en el bosque directamente, en empinada subida hacia el encuentro de la senda que nos llevará en permanente ascenso hacia la Raca. En la soleada mañana, el bosque guarda todavía los frescos rastros del rocío. Ningún ruido. Ningún obstáculo hacia lo alto. La senda nos va permitiendo poco a poco las mejores vistas sobre el valle de Canal Roya y luego de la angosta entrada al de Ib. Setas, hojas como alfombras, algún vuelo solitario de un halcón. El Pirineo no puede olvidar la sequía y sin embargo, mantiene bajo nuestras botas un mantillo húmedo de las recientes lluvias. Todavía no se ha abierto el cielo en Canfranc, allá abajo. En dos días, casi cuatrocientos litros anegarán la huella que vamos dejando sobre el lodo tierno del bosque de coníferas. Pero hoy el tiempo es amable, soleado y calmado. La Madre Naturaleza no enseña sus jugadas. Prefiere ver las nuestras.


Conforme se llega a la cornisa donde los pastos se aterrazan a dos valles, el refugio de La Rasqueta se convierte en mirador de Rioseta y del mágico Aspe a lo lejos, cerca del cielo. Todavía tenemos una hora y media hasta la cumbre de la Raca. Descender por sus turberas cuando la nieve las cubre es una experiencia que practiqué en muchas ocasiones, con nuestros amigos Félix, Chema ,Jóse y Alfonso. Pero el invierno no ha teñido de blanco sus perfiles y hoy la roca y el viento son los acompañantes de nuestra marcha.


A la izquierda, bajo la niebla, se ve a Candanchú, dormida, paciente, esperando el milagro que la mantenga abierta para los que nos gusta el Tobazo y sus sorpresas. Ya veremos si la estación más antigua de Aragón sigue abierta cuando nieve. Ya veremos pero lo deseamos. Hemos desandado el camino y el descenso nos situa en el parking mucho antes de lo previsto. Cruzaremos el Somport, como los antiguos peregrinos, para pasear bajo la policromía otoñal del Bosque de las Hayas, que ocupa las dos vertientes. Paso de osos, el hayedo madura antes de la caída de las hojas. Los franceses vienen hasta aquí para practicar el esqui de fondo. Nosotros sólo queremos respirar su aire y beber, ya entrando de vuelta en Candanchú, en la fuente de aguas sulfurosas, que milagrosamente pervive a la misma orilla de la carretera antigua. Las brujas del bosque lo protegen con una niebla meona que parece lluvia. Dos kilómetros más al sur, el sol brilla radiante.

Fuente:http://eugeniomateo.blogspot.com.es/2012/10/canal-roya-la-rasqueta-y-bosque-de-las.html

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