TÁR. Cómo caerse del pedestal

Por Rafael Gabás

       Lydia Tár (Cate Blanchett) es una reputada compositora y directora  de la Filarmónica de Berlín, una mujer en un mundo tradicionalmente…

…masculino; pero lejos de intentar feminizar un mundillo con cierto tufillo machista prefiere adoptar características típicamente masculinas: Es vanidosa, cínica, manipuladora, fuerte, arrogante, con una enorme sensibilidad artística y nula hacia los seres humanos… y no sabe qué se celebra el 8 de marzo. Su batuta es alargada: dirige la Filarmónica en Nueva York y en Berlín pero también dirige con precisión metronómica a su familia, a su pareja, a sus alumnos, a sus músicos y a cuantos le rodean.

      De todo ello tenemos constancia en los primeros tramos del film, durante esos primeros tres cuartos de hora en los que asistimos a una clase magistral en Juilliard (uno de los mejores conservatorios del mundo) y donde detectamos de inmediato la omnipotencia de la directora, especialmente en su humillante respuesta a un estudiante acerca de un comentario sobre Bach. Choca también la audición a ciegas para seleccionar un-una violoncelista.

      En la segunda parte asistimos a la progresiva caída del genio, a su humanización: Tár se convierte en una mujer vulnerable, llena de fantasmas que le acosan desde varios frentes, más persona que artista, más víctima que depredadora.

     Cate Blanchett llena la pantalla, monopoliza la proyección porque todo parece estar preparado para ella, todo un trabajo de años especialmente destinado a su lucimiento: No es exagerado decir que ésta es la mejor película de su carrera. El resto de actores queda absolutamente ensombrecido, también porque el guión apenas les ofrece recorrido.

     Tár nos muestra como funciona el ejercicio de poder, la dictadura de quien lo detenta y las humillaciones constantes que tiene que soportar la mayoría que se encuentra por debajo del pedestal; el poder no solo de algunas personas sino también de los medios que están en condiciones de masacrar y hundir a quien-es les apetezca: “Los medios son la ingeniería del alma.”

     Todd Field llevaba 16 años sin dirigir (En la habitación -2001-, Juegos secretos -2006-) y después de semejante parón podremos estar más o menos de acuerdo con algunos enfoques y planteamientos, con el estilo, pero es innegable el enorme trabajo y dedicación del director y la protagonista. Sorprende el minucioso estudio psicológico, un estudio psicológico que en todo momento intenta no manipular al espectador; Field nos presenta, nos muestra pero no juzga, logra un equilibrio entre la desmitificación del mito y su vanagloria elitista, consigue que haya debate y que casi nadie esté de acuerdo en la totalidad.

     Técnicamente la película es sobresaliente: abundantes planos  extensos y panorámicos, sin cortes, escenarios amplios, profundidad de espacio, de todo ello tenemos un magnífico ejemplo en la masterclass de Juilliard: un magnífico plano-secuencia; hay que añadir además una fotografía impecable, un guión lleno de matices, un espléndido manejo de las elipsis y una música extraordinaria (Bach, Mahler, Elgar).

      Quienes han estudiado en un conservatorio y tienen experiencia musical verán esos primeros tres cuartos de hora como algo portentoso y muy real, otros pensarán que son pedantes y elitistas… estoy convencido de que en música clásica y a esos niveles las relaciones interpersonales a nivel de trabajo están más cerca del siglo XVIII que de una democracia. Tár nos lo deja clarísimo en varias ocasiones.

      La película nos va a hacer reflexionar sobre muchos temas: La ambición de poder, cuestiones de género (o desgenerización), el papel devastador de los medios, la función de la ética y la moral en una sociedad donde ha desaparecido la intimidad, cómo todos y cada uno de nosotros somos susceptibles de sucumbir, la cultura de la cancelación, etc.

      Una sinfonía, concierto más bien, en tres movimientos bajo la implacable dirección de Cate Blanchett: el primero lo conforman los tres cuartos de hora de presentación, un largo segundo movimiento con numerosas disonancias y un movimiento final sorprendente y repleto de ironía.

     Aconsejable… e incómoda.

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