Trámites, angustias y humor / Jorge Álvarez


Por Jorge Álvarez

   “No sé a dónde, yo sólo quiero irme del país” es lo más escuchado en cualquier ámbito en la última década en la Argentina.

    Hastiada de los desgobiernos la gente quiere huir. Pero ¿sabe qué trámites tiene que hacer para emigrar de manera legal?

    Hoy le acerco a usted un detalle que debe agendar y compartir con sus familiares y amigos. Primero debe estar muy seguro de que por alguna vena o arteria suya corra aún algo de sangre extranjera. No se engañe.

    Usted puede llamarse Otto Berlín Frünguelen y ser nieto en realidad de la Pachamama. O Silvio Agnolotti Maccarone y enterarse que usa el apellido de su abuela quien fuera violada por el cacique Pincén y por el padre del santón Ceferino Namuncurá.

    Entonces lo invadirá el desánimo. Pero veamos, indague a sus padres si alguno de ellos desciende de un europeo. Ahórrese este paso si usted se llama Hoshiri Nikon Takeda o Saddam Abdhullah el-Gandur o si usted descubre a su abuelo en una foto familiar caminando envuelto en una sábana blanca, esquivando las vacas, junto al Mahatma en la India. O si realmente es el nieto de la Pachamama o de Pincén.

    Una vez descartadas de plano estas posibilidades, vuelva a la carga.

    Con sutileza consulte a sus mayores, exceptúe a los que padezcan del Mal de Alzheimer que sólo pueden confundirlo, sobre si el nono vino de Italia. Y cuándo. Y cómo se llamaba el barco.

    Si la respuesta es favorable está bien encaminado. Avanza dos casillas, como en el Juego de la Oca. Ahora que sabe positivamente que el padre de su madre era el Tano no deseche la pizza y menos aún los ravioles, duros como piedra, que prepara mamá los domingos.

    Consúltele de qué región era. Y una vez atesorada la respuesta, siga interrogándola. ¿Y de qué ciudad era el nonito? (en la súplica siempre use diminutivos). ¿Te acordás el nombre del pueblito donde nació? Si no lo recuerda, conéctese conmigo: tengo el teléfono de un famoso ex comisario para que la haga confesar.

    Si en cambio le dice mamá que era de Castiglione di Vitello, un infame pueblo fantasma de 68 habitantes (según el Censo de 2014) a usted le tiene que sonar como a Florencia. Así le conste que su progenitora y su abuelo fueron siete años a la Escuela pero nunca entraron, alabe su inteligencia.

   ¿Vos no te acordás si el nonito te contó que su papá le enseñó a dibujar a Leonardo Da Vinci o si era amigo de Lorenzo El Magnífico? Ante una negativa intente con ¿y no te acordás mamita si el papá del nono le enseñó a escribir al Dante? La única respuesta puede ser no. Castiglione di Vitello y sus pobladores, de finales del 1600 y los de ahora, nunca oyeron hablar del Renacimiento.

    Con tristeza descubrirá, cuando busque por Internet, que Italia no tiene agendado el pueblo de su abuelo. Y que Silvio Berlusconi insiste en que no es de ellos. Pero, bueno: ¡arriba ese ánimo! no todos podemos descender de los Medici o de los Borgia. A su abuelo y al padre de él los apodaban “Mano Verde” en el pueblo, por el color que habían tomado sus palmas de tanto levantar la bosta de caballo mezclada con los pastos. Esta era y es aún hoy la única tarea por hacer en Castiglione.

    Pero volvamos a lo terrenal. Usted ya sabe varias cosas. Que es nieto de italiano, entre ellas. Pero esto no es suficiente para iniciar los trámites para gestionar la obtención de la ciudadanía. Cerciórese que su nono no se haya nacionalizado argentino. ¿Cómo? Sencillo: busque el Certificado de Defunción. Debe decir: “de 94 años, italiano, nacido en Castiglione di Vitello, Reino de Italia, hijo de Ornella Sophia Muti y de Ugo Nino Gassman”.

   Pero si figura…. “de 94 años, argentino nacionalizado, nacido en Castiglione di Vitello, Reino de Italia” no siga leyendo. Vístase. Tome una maza entre sus manos y no pare hasta dar con la lápida de su abuelo y destrócela a golpes mientras profiere todo tipo de insultos contra él.

   ¿Se da cuenta de lo que fue capaz de hacer ese viejo mal nacido? ¡Se nacionalizó para poder votar por Perón! No pensó en usted. Busque la máquina de coser, que era de su abuela, y que aún hoy usa su madre. Fíjese en la pedalera.

   Frótela con un trapo. Si descubre Fundación Eva Perón su abuelo, un viejo decrépito y sin escrúpulos, cambió su bienestar por una máquina de coser. Sáquela a la vereda, rocíela de nafta y préndale fuego. Usted no es el único. Cientos de italianos cambiaron al Duce original por su clon de las Pampas.

   Ya más calmado, luego de 2 o 3 meses de insomnio, vuelva a leer esta egregia publicación. Allí yo le diré qué debe hacer para zafar y lograr su objetivo. Hasta entonces no la salude a su madre y menos aún a su abuela. Éxitos. Todo llega, no lo olvide.

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