Llegan los hipócritas por Navidad / Miguel Clavero


Por Miguel Clavero

    ¿Qué queremos? ¡Justicia climática! ¿Cuándo la queremos? ¡Ahora!

    Este era el grito que resonó en el centro de Glasgow cuando miles de manifestantes tomaron las calles dedicando el “Día de la Juventud” a la Conferencia del Clima, la COP 26.

    Ahí estaba nuestra pequeña amiga Greta Thunberg para exigir acciones climáticas al conjunto de países del planeta en coherencia con el Nuevo Informe Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Cllimático, en donde constata que las emisiones de gases de efecto invernadero son responsables del  calentamiento del planeta en un 1,1° grados centígrados desde 1900 hasta la actualidad.  Dicho estudio predice, además, que se espera que la temperatura global alcance o supere los 1,5°C, o más,  en los próximos 20 años.

     “Es un código rojo para la humanidad.  Las señales de alarma son ensordecedoras y las pruebas irrefutables” dijo el secretario general de la ONU.  Y añadió: “que antes de la crucial conferencia sobre el clima COP 26 todas las naciones, especialmente las más avanzadas del G20 deben unirse a la coalición de emisiones netas CERO y reforzar sus promesas de frenar y revertir el calentamiento global con planes creíbles, concretos y mejorados.  Que establezcan medidas detalladas”.  Dicho de otro modo: o cambiamos  nuestra forma de interar con el planeta; cambiamos radicalmente nuestros hábitos de consumo o estamos jodidos.  Y desde luego, de momento, nada hace presagiar que ésto vaya a cambiar. Ni de coña…

    Tras esta cumbre, con todos  los buenos propositos anunciados y todas las buenas intenciones llega la Navidad, y nos sumergimos en un akelarre consumista sin precedentes en la historia de la humanidad.

   A juzgar por el inmenso éxito logrado, tras el llamado Black Friday, hordas de compradores bulímicos disputándose como cerdos que hociquean en la pocilga de las baratijas, no están dispuestos a modificar ni un gramo sus hábitos de consumo.  Pero paradójicamente, son los primeros que se manifiestan contra el negacionismo del cambio climático, exigiendo el cumplimiento de no sé qué protocolos medioambientales y la disminución de los gases de efecto invernadero.  Se gastan ahora la extra de navidad en chuminadas innecesarias y se ponen hasta el culo de golosinas e hipocresía oficial administrada por las élites, que adecuadamente la promocionan —están encantados con que esto siga así, lejos de favorecer un drástico cambio—, junto con los medios de comunicación-adoctrinamiento de masas: insertando montañas de publicidad e incitando a las masas a comprar sin tasa en esta celebración oligofrénica.

   Aspavientos y postureos con la que distraer la mala conciencia.  Pero como dijo alguien alguna vez: nos estamos comiendo el pollo, pero ya cagaremos las plumas…

   Lo siento, llega la navidad y me pongo borde. Lo sé.  Me pasa lo mismo todos los años.  Como el  famoso grupo de Metal, Def con Dos, que eructaba al inicio de un tema en donde se iban a cagar en la “puta Navidad”.

   A ver si se nos indigesta a todos tanta golosina, tanto consumismo, tanto colesterol, tanta hipocresía y tanta mierda porque es insostenible vivir así si queremos salvar el planeta.

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