La exclusividad de lo humano / Antonio Tausiet

Por Antonio Tausiet
https://tausiet.blogspot.com/

    Parece un tema sencillo, casi una perogrullada. El ser humano es distinto al resto de animales.

     Desde nuestra visión antropocéntrica, la única que tenemos, la cuestión es indiscutible. Caminamos sobre dos piernas, hablamos entre nosotros y manejamos la escritura, formamos parte de sociedades complejas, creamos arte y tecnología. Somos superiores.

    Sin embargo, todas esas características, en principio propias de nuestra especie, no son exclusivas. Si tomamos los ejemplos uno a uno, siempre hay algún animal que ha desarrollado facetas similares.

   El cineasta aragonés Carlos Saura parece tener clara la exclusividad, como explica en una entrevista del 11-11-2021:

   La imaginación es más rápida que la luz. Es una maravilla, un invento solo del ser humano, que no tienen los animales. Es el gran invento del ser humano.

   Se trata de una visión poética, otro de los rasgos que nos caracterizan. La imaginación no es más que la capacidad de pensar, de poder construir en nuestra mente un mundo de abstracciones, fruto de la realidad palpable y añadido a ella.

   La periodista vasca Janire Manzanas hace un breve listado de las seis supuestas peculiaridades propias de los humanos, en un artículo del 22-7-2021.

-Conocimientos: también los animales aprenden, pero el cerebro humano aporta mejores soluciones, al estar más desarrollado.

-Sociabilidad: también muchos animales se relacionan en grupo. La diferencia es que los humanos lo hacemos de modo más complejo.

-Lenguaje. Más de lo mismo. Hay animales que poseen lenguaje, pero no tan avanzado.

-Físico: los humanos tenemos vello y los otros animales, pelaje. Los humanos somos bípedos.

-Movimientos: ahí somos inferiores en principio, porque muchos animales corren más y otros vuelan. Pero mediante la tecnología los superamos.

-Cerebro: es el quid de la cuestión. La mente humana es más sofisticada.

    La única característica física que nos distingue es el desarrollo más complejo del cerebro. Las habilidades concretas se pueden encontrar una a una en los animales llamados irracionales, pero lo que hace genuina a la especie humana es la combinación de esas habilidades.

   La mexicana María Teresa Gaviria sintetiza en su tesis doctoral de 2004 las claves tradicionales: somos racionales y conscientes. Pensamos, elaboramos y reflejamos.

   Los seres humanos nos diferenciamos del resto de los animales porque poseemos la capacidad cerebral de reflejar la realidad en forma de sensaciones, percepciones y pensamientos. El ser humano tiene el poder sobre los demás animales que le brinda la conciencia, y la capacidad de cambiar el mundo para amoldarlo a lo que desee. Sin embargo, olvidamos que somos parte de un todo; el mundo no está hecho para nosotros, nosotros fuimos hechos por él.

  Sobre todo en Oriente, se suele hablar de estados superiores de conciencia. Esto no es más que una visión literaria de los estados alterados de conciencia, que pueden inducirse mediante técnicas místicas y drogas, o producirse por enfermedades. Una vez más, encontramos casos de uso de drogas también en el reino animal.

   Carolina Andrade es una adiestradora canina uruguaya. Le gusta reflexionar sobre los tópicos diferenciadores de lo humano para romper esquemas. Así, en un texto de 2016 desmonta varios de ellos: las orcas poseen cultura y la transmiten a sus hijos; los grandes simios, los delfines, los elefantes, las urracas, los pulpos y otros muchos animales evidencian conciencia propia.

  La diferencia esencial es la sutileza. La capacidad compleja de creación es lo que hace que cada individuo humano pueda vivir varias vidas a la vez. Así, el mundo real se convierte en tan solo una de las habitaciones de la casa de la existencia.

   Una buena aportación es la de Daniel Chernilo, sociólogo chileno. En su artículo de 2020 sobre la condición humana y la pandemia, aporta reflexiones de peso:

     La idea de condición humana, que se ha venido desarrollando desde mediados del siglo XX, vino a reemplazar la idea de naturaleza humana que, primero en la filosofía y después en la biología, tenía la ambición de descubrir los aspectos permanentes e inmutables que nos definen como seres humanos. Con la idea de naturaleza humana se buscaba identificar aquellas dimensiones únicas que nos definen como género y que nos hacen diferentes a las especies “inferiores” –como animales y plantas– así como también nos separa de seres “superiores” –los ángeles e incluso dios mismo.

   Y así llegamos a lo que para muchos filósofos es el tuétano de la cuestión: el ser humano se caracteriza por la certeza de la muerte, que es la que le hace comportarse como un ser único. Por un lado negándola, en un primer estado; por otro, asumiéndola, lo que define la madurez.

  Queda analizar el concepto de superioridad, que nos lleva a colocarnos en la cúspide de la evolución. No se trata más que de relaciones de poder. Y, como es sabido, el poder se puede ejercer bien o mal: el maltrato animal sería la consecuencia de su uso abusivo. Pero eso es otro tema.

Ver también:

Dos tópicos clásicos: El amor y la muerte y El arte y la naturaleza

Subnormales somos todos

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