2023 no está tan lejos


Por Antonio Piazuelo

     En la primavera de 2023 los aragoneses volveremos a las urnas para elegir quién gobierna en nuestros ayuntamientos y en la Comunidad Autónoma.

Todavía queda año y medio y, aunque no es bueno gobernar (o hacer oposición) pensando siempre en las siguientes elecciones, todos los partidos miran ya hacia esa cita de reojo y se empieza a hablar de programas, de estrategias, de candidatos/as… Bueno, de esto último sobre todo.

    El PSOE aragonés celebró recientemente su congreso regional y por lo visto, oído y leído, parece que las próximas elecciones municipales y autonómicas han estado muy presentes como telón de fondo (y a veces en primer plano) de los discursos y de los comentarios. Al hilo de ello me permitiré apuntar aquí algunas ideas que, en mi opinión, pueden contribuir al debate que ya se ha iniciado en la izquierda (y en la derecha).

   Los tiempos de las mayorías absolutas han quedado atrás (la verdad es que en esta tierra nunca se asentaron) y que, en consecuencia, las estrategias de los dos bloques, izquierda y derecha, deberán dirigirse a consolidar mayorías en coalición que, salvo sorpresa mayúscula, habrán de girar en torno a los dos partidos principales, PP y PSOE.

No ceder a la tentación

    Primer asunto a tener en cuenta: no ceder a la tentación, tan propia de las izquierdas, de multiplicar las listas y sí buscar la forma de confluir alrededor de dos candidaturas, como probablemente hará la derecha. Conviene recordar que, en las pasadas elecciones, Pilar Alegría no fue alcaldesa por unos pocos miles de votos que se perdieron entre la variada oferta. Lo confieso, uno de ellos fue el mío, que fue a parar a una magnifica candidatura independiente que se quedó sin representación en el Ayuntamiento… Ya he escarmentado.

   Solo se recuperara el gobierno municipal con una lista unitaria a la izquierda del PSOE.

    También creo que es un error algo que asoma en el discurso y las declaraciones del ganador del congreso socialista, Javier Lambán. Me refiero a lo que podríamos llamar «aragonesismo socialdemócrata», un concepto que no logro entender (lo confieso humildemente) y que nunca ha terminado de funcionar. Los militantes de Chunta Aragonesista, prácticamente desaparecidos en las encuestas, pueden dar fe y bien que lo lamento por alguno, como el consejero Soro, cuya gestión destaca frente al resto del gobierno.

    Creo que con este término, sumado a ciertas alusiones críticas al independentismo catalán (con más intención de aparecer en los medios que de aclarar nada), se pretende captar votos procedentes del PAR y de Cs, dos partidos en horas bajas. Lo que parece una maniobra condenada al fracaso porque el perfil de los votantes de ambas formaciones los define claramente como votantes de derechas, de manera que pocas de sus papeletas engrosarán los resultados socialistas y sí los del PP, los de la abstención… ¡o los de Vox!

Oposición anodina

     Y un tercer asunto sobre el que me parece oportuno recapacitar es el de la candidatura del PSOE a la Alcaldía de Zaragoza. Y no solo por la importancia política del ayuntamiento, sino también por la incidencia que tendrán los resultados de las municipales en la capital en las autonómicas. Conviene recordar, para empezar, que Javier Lambán preside la comunidad después de haber obtenido el peor resultado del PSOE en ella. Y que, incluso mejorando los resultados de 2019, puede perder el gobierno si, como parece muy probable, el PAR y Chunta Aragonesista no alcanzan representación en las Cortes de Aragón. Si tal cosa ocurre, creo que el PP tendría más fácil ganar el Pignatelli que la Plaza del Pilar y, por eso precisamente, me parece muy posible que finalmente no presenten a Jorge Azcón como cabeza de cartel para las autonómicas y que repita como candidato a la Alcaldía. Con una oposición tan anodina como la que tiene y una buena gestión de imagen, tiene muchos números para repetir como alcalde.

      El peso demográfico de la capital y las sinergias que se producen entre las municipales y las autonómicas cuando son simultáneas, como es el caso, hace que un resultado excelente en el Ayuntamiento de Zaragoza casi garantice un buen resultado en Aragón y, por el contrario, que un batacazo en la ciudad sea sinónimo de tropezón en el camino hacia el Pignatelli.

    Por lo tanto, el tirón del candidato o candidata a la Alcaldía es crucial también para ganar el gobierno regional y hay muchas posibilidades de que un acierto en la elección suponga para el PSOE ganar el gobierno municipal y el regional… mientras que un error puede dejarle sin ninguno de los dos.

    Cuando Pilar Alegría dejó la portavocía socialista en el Ayuntamiento para convertirse en delegada del Gobierno en Aragón, se decidió sustituirla mediante una solución de compromiso que se veía como provisional, pero es muy frecuente en estos casos que la provisionalidad se vaya alargando hasta convertirse en solución definitiva. Si las cosas son como parecen (y normalmente lo son), el PSOE puede cometer el mismo error que en 1995 y en 2015. Y, por los mismos motivos, obtener el mismo resultado o peor que entonces.

Una candidatura nueva

    Bajo mi punto de vista, hace falta una candidatura nueva que ilusione al votante, una candidatura movilizadora que le convenza de que es posible un cambio de verdad en Zaragoza y de que su voto puede hacerlo real. Cada día que pasa en la situación actual es un día menos para promocionar esas caras nuevas y darlas a conocer a los ciudadanos que irán a votar en 2023.

     Una candidatura tan importante no puede decidirse en clave interna de partido. Las consecuencias son las noticias generadas estos días desde el grupo municipal. Hay que tener en cuenta, sobre todo, los deseos y las ilusiones de los votantes, a la hora de la verdad, son los que deciden.

Publicado en: https://www.elperiodicodearagon.com/opinion

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