Por Andrés Sierra
Conocí hace mucho tiempo a una persona que atrapó mi curiosidad. Era joven, observador, apenas hablaba.
Estaba como escondido en un rincón. Mi impresión fue que mantenía mucha distancia con sus semejantes.
Con el tiempo llegué a tratar más a esa persona –que en adelante voy a llamarle Felipe- y alguna vez me contó “interioridades”. Me sorprendió su enfoque crítico sobre la vida. Lo sentí bastante escéptico, aunque sin pasarse de la raya.
Con unos cuantos años más se mostró “sociable”, pero en el fondo seguía manteniendo cierta distancia. En alguna conversación con Felipe, aludiendo a esa cuestión, dijo que era para no intoxicarse con ideas estúpidas o sin fundamento. Cierto que escuchaba a todos, y no quiero decir que en algunas cuestiones las aceptaba. Pero siempre mantenía su criba personal, intuyo que bastante objetiva.
Mientras lo traté, instintivamente, me dí cuenta que Felipe sabía –metafóricamente- ponerse en invierno en confortable carasol.
No sé hasta que punto era consciente de la realidad, pero a priori el espectro de visión, yo lo consideraba bastante amplio.
En una dialéctica con él, surgió el tema de ir a contra corriente. Me dijo que siempre se había sentido en esa situación. Felipe había leído que un actor decía que ir a contra corriente era divertido. Para Felipe la palabra correcta debería ser “ entretenido”. Matizó que aparte de ser un asunto entretenido, muchas veces iba acompañado de dolor también, sobre todo por culpa del batallón de memos que inevitablemente siempre está al lado.
Se dedicaba a muchas actividades, mas me confesó que nunca llegó a ser experto en nada.
Según me decía, están los pros y los contras con semejante actitud. Ahí está el refranero: “Quien mucho abarca poco aprieta” o “Maestro de mucho aprendiz de nada”.
Para Felipe el pro consistía en saber de todo un poco. Es decir, saber por dónde van los tiros.
Las circunstancias nos alejaron y ya no le vuelto a ver más. Cómo me gustaría encontrármelo algún día y saber de él. Por medio está la pandemia, y Felipe por edad, se encuentra en situación de riesgo –como yo mismo- así que no sé si seguirá vivo o ha muerto.