Trump no ha perdido / Jordi Baarbeta


Por Jordi Barbeta

    Efectivamente, la Covid se ha llevado a Donald Trump por delante, y Joe Biden habrá ganado las elecciones, como decía Helenio Herrera, sin bajar del autocar y sin un programa de gobierno que lo identifique.

     Ahora bien, Donald Trump quizás no continúe como presidente de los Estados Unidos pero lo han votado más de 70 millones de ciudadanos, siete millones más que en 2016, y ha mejorado posiciones entre los afroamericanos y los latinos, a pesar de sus actitudes supremacistas. Pronuncia un discurso demagógico contra la inmigración, pero lo ha votado el 32% de los latinos. Trump no ha tenido contrincante. Son suyos los votos que gana y también son suyos los que le hacen perder, porque la gran mayoría no ha votado por Biden, sino contra Trump. No será presidente, pero Trump no ha perdido. Los republicanos han ganado posiciones en la Cámara de Representantes y tienen todos los números para mantener una mayoría justa en el Senado suficiente para bloquear todas las iniciativas del presidente.

    Y en el otro lado del Atlántico nos preguntamos cómo es eso posible cuando aquí en Europa están pasando cosas similares. La izquierda como opción política de cambio y de progreso ha desaparecido y, en un momento de angustia generalizada, los socialdemócratas que eran los encargados de mantener la esperanza en el futuro han cedido la bandera del cambio social a los charlatanes de la extrema derecha.

    Había una vez unos partidos que se llamaban socialdemócratas que defendían los derechos laborales, la capacidad adquisitiva de los trabajadores, los derechos universales a la salud y a la educación y fueron tan convincentes en la opinión pública que incluso las derechas liberales o cristianodemócratas no tuvieron más remedio que asumir buena parte de aquellos postulados y aquellas políticas ampliaron el espectro de las clases medias. Por primera vez en la historia los hijos de los obreros iban a la universidad. Ahora pasa todo lo contrario. Las fuerzas democráticas y progresistas ha retrocedido y para no perder votos asumen postulados populistas de la extrema derecha como hizo Manuel Valls cuando era primer ministro en Francia con el resultado conocido.

   La izquierda como opción política de cambio y de progreso ha desaparecido y, en un momento de angustia generalizada, los socialdemócratas, que eran los encargados de mantener la esperanza en el futuro, han cedido la bandera del cambio social a los charlatanes de la extrema derecha

    Recuerdo que al día siguiente que Donald Trump tomó posesión del cargo de presidente, la ciudad de Washington vivió la manifestación de protesta, de protesta contra Trump, más multitudinaria desde los tiempos de la guerra de Vietnam. Allí estaba liderando la Women’s march las feministas, pero se apuntaron los Black Lives Matter, los ecologistas contra el cambio climático, los defensores de los derechos de los inmigrantes, los colectivos LGTBI, los grupos indígenas… sin embargo, significativamente, no estaban los sindicatos.

    No hay en los Estados Unidos ni en Europa una referencia política transformadora como lo fue la socialdemocracia en el siglo XX, incentivada por la competencia del comunismo. El problema ha sido que cuando los socialistas han llegado al poder se han encontrado tan a gusto que ya no han querido cambiar nada. No sólo eso, algunos liderazgos se han convertido en profetas principales del sistema como Hillary Clinton, como Emmanuel Macron, o como Felipe González, muy encantados de haberse conocido y de confraternizar con los más ricos del mundo. De hecho, hoy en Europa sólo hay una líder moral, por descontado de derechas, la canciller alemana Angela Merkel. La única alternativa es la extrema derecha.

    Y el riesgo es que lo que ha pasado en Estados Unidos se convierta en estrategia, que las fuerzas presuntamente democráticas y progresistas se conformen con vivir del miedo a la extrema derecha, considerando que la gente ya les votará para evitar la victoria de los fascistas. Será tanto como entregarles la agenda política. Eso ya pasó en Francia, para parar el Frente Nacional, pero el grupo de Le Pen no ha parado de crecer. En España, el PSOE se las promete muy felices, porque mientras Vox divida el voto de la derecha, los socialistas siempre serán primera fuerza, pero alimentarán la bestia hasta hacerla imparable.

   Joe Biden ha sido un candidato elegido para perder. Fue escogido para asegurar el mantenimiento sin cambios del aparato burocrático que vive del Partido Demócrata. Ha sido un pésimo candidato, pero en ningún sitio está escrito que no pueda ser un gran presidente, capaz de recuperar los valores democráticos y de cambiar los miedos por la esperanza. Lo necesitan los ciudadanos de los Estados Unidos y lo necesitamos también nosotros.

Fuente: http://www.radical.es/info/11402/trump-no-ha-perdido-jordi-barbeta

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