Ahora es el tiempo de la cordura / Eugenio Mateo


Por Eugenio Mateo
http://eugeniomateo.blogspot.com/

    Cuando pase esto, si es que alguna vez se pueda asegurar que esta pandemia haya pasado de verdad, habrán quedado muchas cosas claras.

    De momento, y la más importante, es que nuestro mundo ha demostrado ser un trampantojo. Mera apariencia esa pretendida civilización global y tecnológica. Un solo virus, uno de los muchos que nos acechan y amenazan cotidianamente (recordarán que cuando un médico no sabe identificar alguna dolencia en su paciente, le habla de que la culpa la tiene un virus desconocido, o ese famoso virus de quirófano, culpable de enfermar a miles de personas que fueron a quitarse un grano y acabaron contagiado del espécimen de turno) ha sido capaz de poner nuestra existencia patas arriba. No ha hecho falta ninguna super guerra que destruyera los países y las vidas, ni tampoco ha hecho falta una insoportable sucesión de catástrofes naturales, ni siquiera que el cambio climático por fin se hubiera instalado en el paisaje con todas las consecuencias.  Sólo ha sido necesario acudir a una pandemia ˗˗ a la que se podrá aplicar todo tipo de teorías conspiratorias que no resuelven nada ni aportan suficientes claves de veracidad˗˗ para llevarse por delante esta sociedad de la que casi todos estábamos tan orgullosos: ¿la sociedad del bienestar?

    También ha quedado claro lo frágil del sistema económico: en cuestión de días se han tirado por la borda todos los P.I.B, reservas bursátiles, cifras de desempleo, precariedad, más precariedad. Los ahorradores maldicen por no haberse gastado sus ahorros en juergas o en fruslerías. A los empresarios, las cuentas de resultados son utopías que se volatilizan. Los gobiernos acudirán una vez más a fabricar dinero y a endeudarse a la espera de tiempos mejores. Consecuencia: Un castillo de naipes.

   Han quedado muchas cosas más. Insolidaridad, utilización torticera por parte de los partidos políticos, especulación desmadrada, hipocresía, desunión, etc. etc. Pero, si algo necesita ser puesto en valor, sería el positivismo, una luz a la esperanza. De nada valen posturas que rayan la indignidad o la felonía. De nada sirven los bulos interesados; la estrechez mental. De nada, si la gente muere y todos tenemos nuestra bola en el bombo.

   Cierro aquí mi reflexión con un mensaje de cordura. Nuestra sociedad nos necesita a cada uno. Si somos capaces de aparcar las pequeñas o grandes miserias en defensa de la propia forma de vivir, merecerá la pena llevar confinados dos meses. Aunque el Pollo Urbano sea una de las mejores revistas satíricas del mundo, ahora, en estos tiempos, aparcamos la sátira y la crítica a la espera de volver a ser lo que fuimos, si es que somos capaces y sobre todo, si nos dejan

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