Estoicismo en tiempos de la Covid-19 / María Dubón


Por María Dubón
https://mariadubon.wordpress.com/

La humanidad regresa a la cueva, al refugio de sus casas bajo el estado de alarma. El mundo ha entrado en parálisis.

     En unas pocas semanas, nuestro modo de vida desaparece para dar paso a no se sabe qué. Luchar contra un enemigo declarado puede ser complejo, pero al menos sabemos contra qué o quién dirigir nuestras armas. El coronavirus es el causante de esta crisis planetaria, pero al enemigo que llega no lo conocemos aún y eso nos angustia y nos inquieta.

    La inactividad impuesta provoca que nuestro ánimo decaiga, y quizás sea un obstáculo para que lleguemos al final del túnel mejor preparados para un futuro que ahora somos incapaces de prever. El colapso de la economía y sus consecuencias nos llena de pesimismo y la tentación puede ser recurrir al estoicismo, a esa escuela filosófica fundada por Zenón de Citio en Grecia de finales del siglo IV a. C. Epicteto, Séneca y Marco Aurelio son los principales representantes de una corriente de pensamiento que invita a aceptar la vida como viene, como un hecho inexorable, así se eliminan la incertidumbre y el miedo. La libertad consiste en aceptar la determinación, y la felicidad se halla en la despreocupación, en permanecer imperturbable, en llegar a la ataraxia.

     La ataraxia es un estado de «indiferencia» que se alcanza tras reconocer que no tenemos control sobre nada, que el universo nos es ajeno y que, como humanos, somos muy limitados. La libertad, bajo estos parámetros, se ejemplifica con una imagen: la de un perro atado a una carreta: lo quiera o no, el perro debe seguir el ritmo y la dirección que imponga la carreta. Si lo acepta con resignación, será más feliz que si intenta variar el ritmo o el destino. La libertad es ser consciente de esta realidad, de que, lo que sea, ocurrirá de todos modos. Si he de enfermar, enfermaré. Y si me tengo que curar, me curaré. Voy atado a la carreta, solo puedo decidir la holgura de la cuerda.

    Epicteto animaba a distinguir entre lo que depende de nuestra voluntad y lo que es superior a ella. Séneca recomienda no pensar en lo que tuvimos, aceptar lo que venga con buen ánimo y no perturbarnos por lo que no está en nuestras manos poder evitar. Séneca acabó suicidándose. Marco Aurelio, a mi juicio, hace una valoración más acertada y aplicable a estos tiempos: Tú tienes poder sobre tu mente, no sobre los acontecimientos. Acepta esto y encontrarás la fuerza. Si nos dejamos llevar por el miedo, seremos mucho más infelices, a pesar de las circunstancias.

   El miedo al contagio nos recluyó en casa; esto y la amenaza de una sanción. Sin que haya pasado la emergencia sanitaria, nos acompaña la angustia por haber perdido el trabajo o el temor a perderlo en breve. Añádase el factor incertidumbre: no sabemos cómo ni cuándo saldremos de este negro túnel. Ignoramos qué nos espera, pero intuimos que no será bueno. Por eso, el estoicismo no puede ayudarnos mucho. Una cosa es cierta, la vida es el instante presente, tal vez esto nos anime a vivirla con pasión.

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