Por Manuel Medrano
http://manuelmedrano.wordpress.com
Se dirige a vosotros un híbrido, que lleva casi cuarenta años dedicado profesionalmente a la docencia e investigación del Patrimonio Histórico, y más de treinta años en estrecho contacto con la creación plástica y las artes visuales.
Hoy, hay que unir esfuerzos y promover iniciativas ya probadas pero con unas posibilidades aún no exploradas.
Los monumentos de nuestro rico patrimonio aragonés han de tener una utilidad, lo que ya se expone nítidamente en las cartas y convenciones internacionales, emanadas de UNESCO y de iniciativas anteriores o circunscritas solo al territorio europeo. Mostrar esos elementos de nuestro pasado con paredes desnudas y espacios vacíos no es interesante, hay que dotarlos de contenido que atraiga al público. ¡Se acabaron los purismos, que tan caros nos acaban costando, y las concepciones decimonónicas!
Hay muy pocos monumentos que se puedan disfrutar plenamente por sí solos, prácticamente aquéllos que se conservan íntegramente, incluyendo su entorno urbano y su decoración arquitectónica, mobiliaria, escultórica, etc., como es el caso del Casino de Huesca (Círculo Oscense) que, por la propia concepción del estilo, es una joya integral del Modernismo. No sucede así con la mayoría de nuestros bienes del patrimonio histórico.
Y es obvio que lo que aquí planteo no sólo ya se produce, sino que la experiencia es positiva, si bien poco difundida desde las instituciones públicas y privadas. Pero se produce, insisto. He ahí el caso en Huesca del Salón del Trono del Palacio de los Reyes de Aragón, convertido en una bella sala de exposiciones. O las muestras artísticas anuales que, desde hace tiempo, la Diputación Provincial de Zaragoza realiza en el palacio abacial de Veruela, donde se presentan creaciones multidisciplinares de los artistas de la Casa de Velázquez-Academia de Francia en Madrid. O las exposiciones temporales en el Palacio de La Aljafería (aunque últimamente se han politizado hasta el hastío), con eventos que en ocasiones tienen lugar en el foso del monumento. O las espectaculares exposiciones que alberga el Edificio Bantierra, en lo que fue el antiguo Casino Mercantil de Zaragoza. Ya ven, ejemplos hay.
El maridaje ya se produce. No está contemplado en política cultural alguna, pero existe. Y no sólo en nuestras estrictas fronteras autonómicas sino, como sabrán, en lugares muy cercanos como en el Palacio Ducal de Medinaceli (Fundación DEARTE). E, incluso, es objeto de iniciativas particulares, combinando propuestas artísticas y patrimonio histórico. Pero veamos algún ejemplo concreto.
Primera premisa: la Chapelle de la Persévérance es un bello edificio del siglo XVII ubicado en Pau. Segunda premisa: su valor patrimonial llevó a restaurarlo en 2009. Conclusión: es un magnífico espacio para realizar exposiciones de arte actual, solicitadísimo, que da fama a la localidad.
Y ahora hablemos de algo más próximo. Primera premisa: el mausoleo romano de Fabara está restaurado, salvo la bóveda subterránea. Segunda premisa: en Fabara ya se han celebrado eventos artísticos de nivel, arte actual, organizados por colectivos respetuosos con el patrimonio en la restaurada Casa de los Hierros, si bien el mausoleo ha quedado al margen. Conclusión; demos vida al mausoleo, adaptándolo e incluyéndolo como espacio expositivo.
Mi propuesta es organizar y dar publicidad a eventos coordinados en los que se combine el Patrimonio Histórico-Artístico-Arqueológico con las creaciones de artistas actuales, bajo las correspondientes prescripciones y condiciones técnicas y administrativas que garanticen la conservación. Pero hágase, porque en caso contrario volveremos al falso dilema de si “piedras” o “arte”, y ni una cosa ni otra. Huyendo, como de la peste, de las aberraciones tipo Ecce Homo de Borja y la internacionalización de la barbarie palurda y, por supuesto, persiguiendo y castigando a los salvajes a quienes últimamente les ha dado por hacer pintadas en nuestros monumentos.
Bueno, esto es una idea, que comparto “gratis et amore”. No tengo el corazón partido entre la creación artística y el patrimonio, sino el convencimiento de que, como ya se ve en casos prácticos consolidados, ambos elementos se refuerzan. Siempre y cuando haya planificación y política cultural, eso que en Aragón ya ni se dice desde las instituciones, pues de puro no aplicarlas han olvidado hasta su existencia.
