Por Dionisio Sánchez
elpollo@elpollourbano.net
Hace dos días, mientras le solicitaba a mí amigo Sergio Abrain el envío de unos textos para resaltar la información que en el Pollo Urbano íbamos a poner anunciando su extraordinaria retrospectiva en la Lonja, fue la última vez que ocurrió.
Y son ya muchas -y cada vez con más frecuencia- las veces que cuando nos encontramos amigos que tuvimos la suerte de vivir los 70/80 volvemos a repetir los mismos mantras que ya constituyen una letanía que se estampa una y otra vez contra la anorexia cultural de nuestra ciudad y, por supuesto, sus dirigentes que están encantados con la práctica de un simiesco onanismo pretendidamente refinado y que no deja de ser una estéril apuesta por los últimos movimientos que se puedan detectar en la capital o bien –tal cuales el caso- el servilismo baboso de algunos colectivos dícense “artísticos” a los criterios de un rústico e ignorante gerente para el cual, por ejemplo, una compañía de teatro zaragozana ha diseñado un espectáculo con los textos de un cantautor coñazo y la participación de unos bailarines de fortuna y alquiler que se las han llevado en un “visto y no visto”, eso sí, bajo la insigne dirección, y panoja subsiguiente , del reputado pájaro que lidera el conglomerado teatral que es incapaz de medio llenar con sus torpes y presuntuosas propuestas un teatrillo de provincias.
Los mantras encadenados y que constituyen la hilazón argumental de la citada letanía son: “¡Qué aburrimiento de ciudad!”, “¿Dónde están los artistas urbanos?”, “¿Qué propuestas están lanzando a la ciudadanía?”, “¿Por qué se las llevan siempre los mismos?” “¿Por qué los mismos son un verdadero coñazo que apenas saben montar un plano, dirigir un esqueche o alicatar un botijo?”….¡Baaang! (sonido de campana colgante o tsurigane a través del cual se puede escuchar el inframundo gusanero en cualquier templo budista)
Si exceptuamos a los actuales dirigentes culturales, casi toda la ciudadanía ha reconocido que los artistas surgidos en la década 77-87 desplegaron una gran conciencia social y llegaron, incluso, a apoyar, sin dobleces y jugándose el tipo, las reivindicaciones de los barrios. Construyeron, en buena medida, una época de libertad artística sin precedentes para sus conciudadanos. El mismo Abrain abrió dos potentes galerías, Caligrama y Patagallo, donde bullían ideas y acciones, y lideró la rompedora revista de poesía visual ‘Zootropo’.
Hoy en día ya no hay necesidad de ellos porque los barrios ya están en manos de las mareas, rojas, verdes, moradas, pero siempre bajas e inútiles, por supuesto…Los artistas del momento actual solo tienen que aspirar a comer del breve pesebre que les coloca la administración o a comisariar alguna melonada que les dé para pasar el año hasta la próxima convocatoria de la miseria con cebada que se reparte desde esos despachos hediondos y donde, por cierto, comienza a habitar una nueva especie: el funcionario artista que, naturalmente, accede a las subvenciones con una facilidad que apabulla. Ellos reciben las propuestas, ellos seleccionan, ellos bareman y ellos se las llevan. Los artistas roedores de alcantarilla no protestan por esos hechos, conocidos por todos, no vaya a ser que les pongan la cruz y tengan que comer hostias hasta el fin de la legislatura…
Y en este panorama de encefalograma plano aparecen los viceberzas al frente de destacados puestos municipales. ¿Qué es un viceberzas? Un híbrido entre el berzas y el berzotas. Es decir, aquel que es secretario de un tonto o sirve a un idiota. Entramos, tal cual que si de siglo XIX habláramos de la mano de Modesto Lafuente, para encontrarnos en el país de los “viceversas”, especie que daría origen al término anterior. Además de esa acepción primigenia, también puede ser viceberzas el que se la coge con papel de fumar, tal es el caso del concejal Cuberosky con el asunto del cartel de los bomberos que querían enseñar músculo. Si bien sería conveniente buscar otra expresión no eteropatrialcal y si emponderada para que, si en este caso es entendible la alusión a que uno se coge el pene con un papel de fumar, que es la hipérbole del que es excesivamente mirado o escrupuloso, no se pudiera aplicar exclusivamente a un varón, ya que las féminas podrían tildar la expresión de machista. Cuberosky, pues, ya tiene tarea en buscar la frase, mientras se va desnundando para aparecer en el cartel pollero.
Pero lo malo de que estos dirigentes se la cojan con papel de fumar no es lo ellos quieran hacer con la suya, cogérsela con “Smoking”, “OCB” o papel de estraza, lo malo es que poquito a poco, como la canción, nos están llevando a que estemos todos a punto de cogérnosla….Cualquier día vamos a ir por la calle con tutú… o vestidos de marinero.
¿Cómo es posible que la sociedad zaragozana no reaccione ante tanta gilipollada? ¿Estamos tontos o qué?