Por Manuel Medrano
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Como persona comprometida con la Cultura (Artes Plásticas, Patrimonio Histórico, Música, Cine, etc.), no puedo sino alegrarme del relanzamiento que observo, siquiera parcial a veces, en la producción artística en general.
Y no dejo de admirar hechos concretos, como la cuidada presentación que hacen las ciudades de Huesca y Teruel de su acervo patrimonial o la combinación de artes que veremos en breve en la Plaza de Toros de la Misericordia de Zaragoza (iniciativa privada) entre el toreo de El Juli y la intervención pictórica de Miguel Ángel Arrudi en el albero.
Pero hay espinas clavadas desde hace décadas que siguen estando ahí, no cicatrizan y continúan goteando sangre. Por ejemplo, la mayoría de instituciones siguen sin coordinar de forma brillante sus exposiciones en espacios consolidados que ya poseen, cuando no crean criterios a medida para acceder a ellos (véase la moda interesada de premiar únicamente la juventud, que no es necesariamente garantía de nada).
También produce cansancio ver que Zaragoza, la Inmortal, muestra sus riquezas patrimoniales mucho peor que otras capitales aragonesas, tanto por la forma como por el fondo, con guías mucho menos preparados por necesidad (estudiantes, no licenciados, y que cobran por 20 horas a la semana de trabajo como máximo).
Y, por supuesto, la ciudad de Zaragoza sigue sin tener algo a lo que ya se le daba vueltas en Alcaldía hace 15 años: un evento anual que la haga proyectarse y brillar, más allá de las Fiestas del Pilar, la propia Basílica del Pilar y similares, que es como atribuir la demanda turística de Madrid a la Catedral de la Almudena o las Fiestas de la Virgen de la Paloma: una chorrada que esgrimen gentes de mente muy estrecha.
Da pereza, sí, volver nuevamente sobre estos temas, pero es necesario. Porque potencial, infraestructuras y capital humano hay mucho, en Zaragoza y en Aragón. Pero… falta voluntad política y capacidad de gestión, regresamos como en un eterno retorno a las cosas para consumo interno, que se venden a modo de grandes acontecimientos, pero que no pasan de las lindes de esta comunidad.
Hay cuestiones muy sencillas que resultaría fácil impulsar, pero la pereza ahora la exhiben quienes deberían llevarlas a cabo. Por ejemplo, los intercambios culturales con el otro lado de los Pirineos, muy escasos para lo que podrían ser (arte, folclore, música, patrimonio monumental, gastronomía, etc.). Otras menos sencillas pero que abortaron tontamente hace algunas décadas, como impulsar una Feria Internacional de Arte (pero no como ARCO, que ya está ahí, sino más popular y menos especulativa), algo que pudo ser en Huesca y no fue, pero que allí o más hacia el Ebro (o combinando espacios y esfuerzos) podría resultar interesante, económicamente (y políticamente) rentable, y un lanzamiento de la Marca Aragón que incluso tiene ya leves precedentes como el diseño de etiquetas y logos por parte de artistas para productos con denominación de origen.
No voy a abundar en estos asuntos. Pero si tienes buena uva, buena cosecha y buenos enólogos, sueles hacer buen vino. Y si hay buenos cerdos y sabes elaborar excelentes embutidos, los elaboras y ofreces. Pues en puridad es lo mismo: tienes buenos artistas, buenas instalaciones, entidades experimentadas en la gestión, trayectoria de grandes creadores y puedes producir una “denominación de origen” cultural. Y vas y no lo haces.
¡Qué pereza!