¿El Estado? ¡Soy yo! / Jorge Álvarez

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Por Jorge Álvarez Pieroni

  Desde hace algo más de un año escribo, en twitter y en foros, y le digo a quien quiera escuchar mi teoría sobre la personalidad de la jefe de Estado de la Argentina. Sí, acertó usted.

   De la señora Cristina Fernández viuda de Kirchner. Le aseguro que sólo un tipo que cree profundamente en lo que dice como yo puede haber aguantado a pie firme los gestos de desaprobación, en el mejor de los casos, y soportado la risa de mis ocasionales contertulios. Otros, directamente me trataron de loco…

   Pero ¿cuál era mi teoría que tanto irritaba a la gente? Sencilla. Sólo invertí unos 15 meses en “estudiar” a la viuda en cuestión. A sus dichos, a su cambiante estado de ánimo, a su excesivo personalismo, a su delirio rayano en el surrealismo, a creerse la figura más importante de la historia del país. A creer que todo lo que se ve es fruto de su obra y solo quienes no “viven” en su mundo pueden contradecirla.

  Es una persona bipolar. Como tal Cristina K pasa de la euforia de bailar en un acto o en el día que se ardía la ciudad capital de Tucumán por saqueos y muerte a periodos de depresión. Maniática, irritable, dominante, delirante, verborrágica y sin poder alguno de discernimiento sobre cuál es la realidad. Megalómana, se le diagnosticó el síndrome de Hubris, está convencida que es la reencarnación de Luis XIV, el Rey Sol.

  Bien, ahora le cuento mi teoría. ¿Usted cree que esta señora, a la que le impidieron una reelección indefinida como la de los hermanos Castro en Cuba, quiere dejar un heredero político? ¿Qué se le cruzó por su cabeza alguna vez la idea de “crear” un delfín para continuar la obra en su nombre? No. Jamás lo pensó. Ni lo pensará. Porque el Estado es Ella.

  Y esta visión mía se hizo realidad en los últimos meses antes del cambio de gobierno, en los próximos días, y su inevitable marcha de la función pública. ¿Por qué? Porque dividió a todos los políticos de su partido el Frente Para La Victoria, una versión aggiornada del partido peronista de antaño, y se encargó de elaborar de puño y letra una lista que llevó a los políticos más denostados por la sociedad y por su entorno como candidatos en los principales cargos de estas elecciones.

   Como nadie se puede oponer a sus actos impuso a políticos que le aseguraran una derrota segura para descabezarlos y desprenderse de ellos elevándose como el Ave Fénix de entre las ruinas. Pobres. Nunca entendieron que Cristina los sacrificaría en aras de quedar sólo Ella como la única con capacidad de volver, tras hibernar cuatro años, a ser la opción para aspirar a presidir el Estado con un staff de colaboradores nuevos.

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