Kamikazes, paracas, setas, infectados y engendros / Manuel Medrano

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Por Manuel Medrano

    Veo el panorama electoral que se manifiesta ante los ciudadanos y alucino, especialmente por la ceremonia de la confusión y, también, por las “Cortes de los Milagros” que se identifican claramente. Pero comenzaré hablando de los kamikazes.
    Defino como kamikaze al votante descreído de los partidos en general, y del que ha sido su preferido en particular, pero que sin fiarse de nuestro sistema democrático (un horror hoy en día, como es obvio) va a votar, no por preferencias, sino por castigo o cabreo. Volar el actual statu quo es una opción, sin duda, pero sin saber programas reales, capacidad de cumplimiento de los mismos, sin conocer verdaderamente a los líderes y candidatos, esto implica también un acto suicida. Votar una marca porque el marketing electoral te la vende como nueva, o como de efecto milagroso, está bien para el champú o el yogur con fermentos activos, pero no sé si es muy cuerdo cuando te juegas cuatro años de gestión que serán determinantes en tu vida, porque los tiempos económicos y sociales seguirán revueltos. Bueno, oye, ¡tú mismo!
     Se definen como paracas los candidatos que se presentan a las elecciones locales en un municipio y no han vivido allí en su vida, a veces ni saben dónde está esa localidad. Es una costumbre que tiene como objetivo sacar votos por la marca (léase partido político), porque los candidatos son completamente desconocidos para el electorado. Y, de paso, que la marca atraiga votos a la candidatura autonómica. Esto, con ser habitual y honrar a algunos paracas que acaban siendo electos y ejerciendo de ediles pagando los gastos de desplazamiento y otros de su bolsillo, dice muy poco, y nada bueno, de los partidos que apadrinan el paracaidismo de los candidatos.       Que por no ser, no son ni originarios del lugar.
    Las setas son los «nuevos partidos» y algunos de sus candidatos que atraen electorado, a veces, sólo por esa novedad. Pero hay varias cuestiones interesantes que casi nadie se plantea. 1) ¿Por qué sus candidatos estrella son publicitados y, a veces, de nuevo obviados por los medios de comunicación, que juegan a diseñar el mapa político de España y sus Comunidades y Alcaldías? Bueno, los medios en sí no, sus intereses económicos sustentantes. 2) ¿Quién paga las flamantes sedes y numerosos gastos de estos partidos? 3) ¿Hay relación, personal, familiar o empresarial, entre quienes pagan sedes y gastos y las personas que figuran como candidatos en las listas? 4) ¿Te explican esos nuevos partidos su estrategia de pactos, que determinará buena parte de lo que harán si mandan en alguna institución y servirá de excusa para no cumplir parte de su programa? 5) ¿Conoces el programa de estas formaciones políticas o se limitan a decir chorradas genéricas como que combatirán la corrupción y apoyarán a las PYMES, sin explicar nada y cambiando de opinión de un día para otro cuando se les obliga a concretar algo? Porque se les puede aplicar la famosa frase: “He aquí mis principios; pero si no les gustan… ¡estoy dispuesto a cambiarlos!”. No, que no te sulfures lector quemado de los de siempre: lo que digo para los nuevos, aplícaselo a los de siempre también. Sólo que más de lo mismo… ¡ya cansa! Basta de trileros y aventureros bien engrasados con pasta de origen desconocido.
    Infectados son los partidos políticos nutridos de tránsfugas y nuevos militantes que son más viejos que la bicicleta en el pesebre público. Una formación política así constituida, sin años de consolidación de sus afiliados y estructuras, es un partido de aluvión, como lo fueron otros en el pasado, que no garantiza estabilidad ni permanencia de los cargos institucionales en la formación por la que fueron electos. En este apartado tenemos quien se va de un sitio a otro para entrar en listas y tener carguete, quien se hace curriculum con adjetivos marcianos (como “activista”) para “molar mogollón”, quien dice ser nuevo pero viene de otro lado donde mamó de la ubre pública (sea partido político anterior, organización solidaria de la que cobraba mensualmente buena paga -con origen en dinero público pero abonándose a cargos designados sin oposición, concurso público ni nada-, u otro ente similar), y quien lo reúne todo. Me choca ver por aquí candidatos “nuevos” que han sido impulsados desde su puesto como tertulianos mediáticos, y además vivían de encargos a dedo de la administración pública (de la “casta”), y siendo de izquierda se aliaban con la derecha más reaccionaria para atacar cualquier intento de innovación democrática en el centroderecha. Estas setas, aparecidas de pronto ante un electorado confuso, son las que dan las medidas e indican el valor real de sus partidos y candidaturas.
    Y los engendros de verdad, son las aberraciones involucionistas. Como destrozar un partido político haciendo que regrese a sus estructuras de la Transición, perdiendo democracia interna y participación de los militantes, convirtiendo una formación viva en un zombi con huida de miles de afiliados, de cientos de activos militantes, y todo ello pensando en que mejor pocos y bien controlados de forma autoritaria que muchos, fuertes y con amplia presencia social. Porque, piensan, si hay pocos afiliados, no habrá tanto problema con las listas y, como vende la marca y el candidato le da igual al votante, yo seré cargo público hasta que me caiga de viejo. Caso real, actual, y tristísimo.
    Y dejo sin comentar el continuismo de los aparatos tradicionales (disimulado o no), el asfixiante polvo de ladrillo en alguna lista, la probable agónica trayectoria de opciones políticas otrora consolidadas, etc. En todo caso, ¡hagan juego señores, que la ruleta ya está girando!

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