Rancho caracolero


Por Alberto Sanagustín

Esta variedad de rancho es extraordinariamente popular en Aragón, aunque la imbécil ocurrencia del un diputado nacionalista, ha hecho posible que una estúpida Ley regule la captura manual en el campo de estos moluscos gasterópodos en nuestra comunidad alegando gilipolladas  que sólo han servido para que se instalen las granjas de caracoles de algunos amigos y perder, para siempre, en bares y restaurantes, el extraordinario sabor del caracol de campo(*)

      Por eso, nosotros, como particulares seguiremos buscando caracoles en el campo tras los días de lluvia, los meteremos en bolsas de red, una vez purgados con harina y los guardaremos en la bodega.

     Para preparar este rancho en cuestiónhemos de picar cebolla, pimiento verde, zanahoria y setas de ostra. También cortaremos, salaremos y sobaremos con pimentón dulce un costillar de cerdo (según los comensales).

    Previamente, a ser posible el día de antes, prepararemos los caracoles, una vez limpios , hirviéndolos y retirando las capas de baba que se irán acumulando en la cocción, primero lenta y luego a buen ritmo. Los caracoles se dejaran en el agua de su hervor una vez filtrada con un paño.

   En un buen perolo se vierte abundante aceite de oliva y se ponen los trozos de costilla con media cabeza de ajos y un par de hojas de laurel hasta que se doran. Posteriormente se añade el picado de cebolla, pimiento y setas hasta que la cebolla marca el punto.

    En ese momento, se añaden las patatas cortadas a “tronchón”, los caracoles y el agua donde los hervimos.

    Cuando la patata está a punto, se le añaden unos puñados de arroz y en cuanto esté al punto ¡a chuparse los dedos!

(*) Los caracoles se mueven con lentitud alternando contracciones y elongaciones de su cuerpo. Producen “mucus” para ayudarse en la locomoción reduciendo la fricción y permitiéndoles el desplazamiento por zonas de elevada pendiente debido a la untuosidad del mismo. Esta mucosidad contribuye a su regulación térmica; también reduce el riesgo del caracol ante las heridas y las agresiones externas, principalmente bacterianas y fúngicas, y los ayuda a ahuyentar insectos potencialmente peligrosos como las hormigas. El mucus sirve además al caracol para desprenderse de ciertas sustancias tóxicas como los metales pesados.

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