¿Existe Haitì?

Por Agustín Gavín

     Haití es un agujero negro en el planeta que está desaparecido en las relaciones internacionales. No interesa hablar de este país caribeño que comparte isla con la Republica Dominicana, no se sabe si porque…


Agustín Gavin

Corresponsal Internacional del Pollo Urbano y Presidente de www.arapaz.org 

…es un pozo de inmundicia económica y política que va a más y avergüenza a la comunidad internacional o simplemente porque todo el mundo se ha aburrido de denunciar una situación que la podría relatar el propio Dante si resucitara.

   Muchos vecinos dominicanos solidarios que ha ayudado en las calamidades que ha padecido Haití dicen estar hartos para que todo se lo trague el estado de necesidad de la población civil que parece haberse acomodado a vivir en la ley de la selva. Eso nos cuenta Emilio, cooperante dominicano, que confiesa sentir terror cada vez que cruza la frontera por Pedernales hacia la comuna de Thiotte donde intenta transformar la forma de cultivar buscando alternativas en la verticalidad de las montañas. La tala de árboles después del terremoto, las gravísimas inundaciones con su correspondiente epidemia de cólera, todo en once años, obliga a improvisar alternativas agrícolas. Él Intenta introducir nuevas formas de cultivo ante la falta de terrenos con condiciones para garantizar las cosechas por la barbarie de la desforestación masiva. La necesidad sin control se ha llevado por delante bosques enteros para utilizar la leña como combustible tanto para cocinar como para alumbrarse. No hay electricidad desde el terremoto del 2010 y los generadores de gasoil sólo pueden ser utilizados por el Estado o por las familias mejor situadas, debido a la escasez de combustible y su altísimo precio. La madera ha sido el recurso de los pobres.

    A partir de las siete de la tarde las comunidades se convierten en un baile fantasmagórico de personas, bicicletas, caballerías, motocicletas y algún coche entre luces y sombras. El frontal de pilas es la garantía para que acertemos con el tenedor en el plato a la hora de la cena en los escasos chiringuitos de comida donde sólo se puede acceder a verdura, pollo, arroz, huevos o fruta guiados por las lucecitas de los hornos.

   Repartir ayuda humanitaria en las comunidades en Thiotte comprada en el único almacén de la capital en más de cincuenta kilómetros a la redonda se convierte en un acontecimiento casi desconocido por la población y eso que están a dos horas escasas de la frontera con la Republica Dominicana. La cara de satisfacción de los gerentes del almacén de venta de frijoles, azúcar, sal, arroz, levadura y poco más ante la inminente superventa que les cae, avisa de lo extraordinario de la situación. Después de casi tres horas de regateo y cuentas, dos camiones suben a 5 Km. por hora hacia las montañas cargados al máximo y ahumando de aceite quemado el pedregal que llaman camino en el que sólo se puede circular con todoterrenos desvencijados a paso de tortuga. El desnivel obliga a calzar los sobrecargados camiones con grandes piedras encajadas, con gran riesgo de los choferes, en las desgastadas ruedas traseras recauchutadas. Volver a arrancarlos envuelve de humo el paisaje para entrever que las inundaciones han dejado al descubierto fosas de enterramientos en los entornos de las casas aisladas que jalonan la subida hasta el pueblo donde se va a repartir la ayuda. No hace falta preguntar si existen cementerios.

    Hacer el reparto en las escuelas de una comunidad donde se han concentrado todos los beneficiarios de la zona es complicado a pesar del buen trabajo de los voluntarios locales y es que el estado de necesidad lleva a malentendidos, hay que controlar a gente que quiere volver a pasar, saltarse las colas o beneficiar en unos cuantos granos de arroz más a un pariente o a un amigo y es que el hambre en algunos casos se come la solidaridad.

    Ya dijimos hace unos meses que Haití es el Estado fallido de manual pero no debe de ser excusa para buscar una solución al caos. El ejército fue disuelto hace unos años y sus integrantes se fueron con su armamento. Hoy son uno de los muchos problemas añadidos a las catástrofes humanitarias. Grupos de exmilitares campan a sus anchas por las carreteras haitianas ejerciendo de bandidos al puro estilo Curro Jiménez. Muy bien organizados paran un vehículo o un autobús a golpe de subfusil, entran con gorra en mano exigiendo que depositen todo lo que lleven de valor a los viajeros, casi siempre bisutería y potrosos y grasientos billetes de banco y gourdes moneda local,  y si entre ellos detectan gente con piel blanca son una mercancía excelente para un secuestro exprés llamando a la embajada del país del secuestrado para pedir el dinero.

    El actual presidente Jovenal Moise, como otros muchos primeros ministros o presidentes de repúblicas de algunos lugares del mundo, hacen lo imposible para perpetuarse en el poder modificando la constitución. En Haití se ha retrasado hasta septiembre el referéndum que estaba previsto para junio por la pandemia y tanto la OEA como Europa y EEUU alertan sobre su improcedencia y la falta de garantías electorales. Un país casi sin censos donde los fallecidos por covid se mezclan con muertes por otras enfermedades sin diagnosticar, por ejemplo por el dengue que es endémico, y donde no se toman medidas lógicamente por falta de recursos, la palabra UCI apenas es conocida. Al anterior presidente Arístide  le han permitido viajar a Cuba para ser tratado de covid por razones humanitarias.

   Las Organizaciones No Gubernamentales y las comunidades religiosas, la gran mayoría evangelistas de EEUU, tienen muchas dificultades para atender a los beneficiarios. Hace unos meses fueron secuestrados varios religiosos y hace poco más de un mes fue asesinado un cooperante de Médicos sin Fronteras. Para enterarse de estas cosas hay que escarbar en la prensa internacional o hablar con los compañeros que trabajan en terreno.

    Últimamente se han multiplicado las bandas de asaltantes, especie de Maras como las de El Salvador, Honduras o Guatemala con enfrentamientos que llenan los periódicos de abultadas cifras de muertes. La capital Puerto Príncipe cuyo casco histórico y centro fue arrasado por el terremoto del 2010, ya que el epicentro del mismo estaba sólo a 15 Kilómetros, es un auténtico estercolero, miles de bolsas de plástico y suciedad anegan las rías cuando sube la marea en el mismo centro de la ciudad, un paisaje deprimente con un olor nauseabundo que obliga a cerrar las ventanillas de los coches. En el vídeo que acompañamos se ve un poco de esto último grabado desde el coche en difíciles condiciones por la seguridad.   

    La comunidad internacional ha arrojado la toalla en un país que ocupa uno de los últimos puestos de los países más pobres del mundo. Hasta Forges el genial dibujante y humorista, poco antes de morir dejo de dibujar la bombilla en sus viñetas del diario el País aquello de … “pero no nos olvidemos de Haití”. Fue premonitorio.

Algunos vídeos para más información:

Artículos relacionados :