Italia: Don Pío se quiso romano


Por José Joaquín Beeme

     Imagina uno a Pío Baroja, libreta en mano, tomando notas de ambientes y personajes en su breve paso por Roma, documentando la parte central de César o nada, novela que abre su trilogía urbana.

Por José Joaquín Beeme
Corresponsal del Pollo Urbano en Italia

    Una Roma nada literaria, como pudo ser la del marqués de Bradomín (la del propio Valle, batida al minuto por investigadoras de Santiago de Compostela, fue bien escuálida), aunque sí lo bastante íntima, caminada y variopinta para dar el justo tono de comédie humaine a que nos tiene acostumbrados nuestro incitador / iniciador donostiarra.

   César Moncada, burguesito nihilista sin oficio pero con mucho beneficio, deambula abúlico por las ruinas imperiales, que nada le dicen, mientras secretea con las damas del gran mundo, madres e hijas, que pasan sus vacaciones eternas en hoteles de plaza Exedra o vía Véneto, una Roma decadente pero aún ávida del granturismo que movilizó a la exquisitez europea. 

   En busca sólo de títulos que le legitimen para entrar diputado del turnismo, este arribista calca los pasos de su ilustre antecedente César Borja / Borgia, iguales en ambición política y falta de escrúpulos, aun si el contemporáneo de Baroja, que presume de ciencia económica y bursátil, se sirve de la curia vaticana donde intriga un tío cardenal para evolucionar, de vuelta en España (a una Castilla anquilosada, cleromilitarizada, donde se quiere que nunca pase nada) hacia posiciones liberales, incluso izquierdistas, que terminarán costándole la vida y el hundimiento de sus sueños reformistas.

    Y yo me pregunto, en ese paréntesis italiano entre la guipuzcoana Cestona y la zamorana y ficticia Castro Duro, por qué Baroja fue a elegir Roma para sus vagabundeos existenciales (como elegirá Florencia para la desdichada Sacha de El mundo es ansí), si no es por contrastar su pulsión de mundo como voluntad, como rasmia y superación de la propia celda, con lo que pudiera aparecer como cuna y nutrimento civilizadores, circo máximo de urbes y orbes, fuera de una carpetovetonia dominada por la corrupción y la parálisis. Relectura, más o menos contemporánea, de un utópico contumaz revestido de cronista.

https://blunotes.blogspot.com/

 

Artículos relacionados :