Argentina: Historias detrás de las cifras


Por Gloria Cohen

   Al 30 de junio del 2021 y desde el comienzo de la pandemia, fallecieron 94.304 personas en Argentina por coronavirus y se registraron 4.470.374 casos, en un país con 45 millones de habitantes.


Gloria Cohen
Corresponsal del Pollo Urbano en Argentina
 

  Así vistas, son cifras frías que nada dicen sobre las historias que hay detrás.

En junio tuve que lamentar profundamente la pérdida de dos personas muy allegadas y queridas: ambas madre e hija, parientas políticas, pero que quería como si fueran de mi propia sangre.

Son 2 casos de los 94.304 hasta el 30/06/21 y puedo contar su historia:

  • La madre enfermó por causas ajenas a la pandemia, fue ingresada en un sanatorio y allí se contagió de coronavirus; con una edad avanzada, su organismo no pudo superar la enfermedad.
  • Su única hija, una médica endocrinóloga prestigiosa y experimentada, se contagió al asistirla.
  • Ambos contagios coincidieron con el viaje a España del único hijo de la médica, es decir la tercera generación de esta familia, con el objetivo de radicarse allí, en la búsqueda de una mejor calidad de vida para su núcleo familiar (su esposa y dos hijas pequeñas). Una decisión que este joven y su familia ya habían meditado y decidido con convicción, y tramitaron lo necesario, pues como él tiene doble nacionalidad (italiana y argentina), eso le permite residir y trabajar libremente en España.

      Yo conversé con su madre médica mientras el hijo preparaba el viaje y le pregunté cómo lo estaba tomando: me respondió que si bien iba a extrañar a su hijo, a su nuera y a sus nietas, pensaba que en España no sentirían la sensación permanente de inseguridad que tienen en la Argentina, donde los asaltos violentos son moneda corriente y en muchos lugares del país la gente no sabe si llegará viva al final del día, sensación que se intensificó con los 7 meses de cierre estricto de la economía por la pandemia en el 2020.

    No pensé a fines de abril que esa sería la última vez que hablaría con ella.

    Puede ser que la partida del hijo para radicarse en España haya disminuido sus defensas, así que el temido virus la atacó fuerte: después de contagiarse estuvo 40 días conectada a un respirador, no podían desconectárselo porque disminuía su nivel de saturación de oxígeno en sangre, hasta que se produjo una falla multiorgánica y a partir de allí sólo cabía esperar el deceso.

    Una mujer que siempre iba para adelante con proyectos, increíble pensar que no podrá cumplirlos. Consiguió la nacionalidad italiana -que transmitió a su hijo-, gestionándola con esfuerzo y dificultad gracias al origen de su madre, hija de italianos; su padre había nacido en Zaragoza, pero a pesar que ella viajó en numerosas oportunidades a España, nunca pudo conocer la ciudad de su papá.

   Yo tenía la esperanza de mostrarle Zaragoza, donde estudié y viví mucho tiempo, donde hice muchos amigos y que siento como mi ciudad. Conocer Zaragoza y Aragón, uno de los tantos proyectos que ella ya no podrá cumplir y tampoco podrá visitar a su hijo que decidió radicarse en Valencia.

   No puede decirse que a ella no le llegó la primera dosis de la vacuna, pues se vacunó, quizás su organismo no haya producido los anticuerpos suficientes cuando se contagió de su madre, o… era su destino.

   Poco a poco las cifras van teniendo nombres y rostros: la de otro amigo que vivía en San Rafael (Provincia de Mendoza), la de otro señor que tenía un negocio abajo de casa que observé vacío y pregunté, o quizás la de un carpintero ucraniano al que no pude ubicar nunca más.

  Otras personas y familias también lamentan la pérdida de familiares, amigos, allegados y conocidos.

   El parte diario del 1º de julio en la Argentina fue de 469 muertos por coronavirus. Pasadas las 16.30 comenzaron a llegarme mensajes de compañeros de trabajo con la noticia que murió nuestro director anterior: luego de haber estado ingresado con respiración asistida alrededor de un mes, tuvo una leve mejoría el día anterior que no logró estabilizar y falleció. Era un abogado de mediana edad, especialista en temas ambientales relacionados con la producción agropecuaria, trabajador incansable, siguió haciendo consultorías después de dejar su cargo directivo; lo lloran su esposa, sus dos hijos, toda su familia y todos quienes compartimos actividades laborales y profesionales con él lamentamos profundamente su partida.

    Parafraseando al escritor checo Milan Kundera… la levedad del ser se está haciendo insoportable… aquí.

   Por otro lado la vida continúa, y siguen las reuniones dominicales vía Zoom con los miembros de mi familia paterna, distribuidos en Argentina y en otros países.

   Este año el tema central es la vacunación y la evolución de la pandemia en el  mundo: por suerte, el ritmo de vacunación en nuestro país avanzó más rápido en junio y ya estamos todos los miembros de la familia vacunados, al menos con la primera dosis.

   Cabe aclarar que en Argentina el tiempo entre la aplicación de la primera y la segunda dosis se alargó a 3 meses, para que alcancen las vacunas para proteger a la mayor cantidad de gente posible. La Sputnik V, la Oxford- AstraZéneca y la Sinopharm son las vacunas registradas hasta el primer día de julio.

   A las integrantes de la familia que hasta mayo no habían podido vacunarse, por fin les llegó el turno  en su lugar de residencia, que es la Ciudad de Buenos Aires.

   Y por suerte, para adelantar su vacunación ellas no tomaron la decisión de tomar un avión y viajar a los Estados Unidos de América para vacunarse allí, decisión difícil no sólo por los costos que ello implica, sino también por los riesgos.

   Riesgos de todo tipo: no sólo los posibles riesgos de contagio, con el trastorno que implica afrontar una enfermedad en el extranjero, sino además por el riesgo de no poder volver, al menos en la fecha prevista.

   Pues para salir del país había que llenar una declaración jurada reconociendo que cada uno viajaría “por su cuenta y riesgo” y que no habría ningún tipo de ayuda del Estado argentino en caso de existir restricciones en los vuelos por motivos sanitarios vinculados con la pandemia.

   Y las restricciones llegaron, pues para impedir el ingreso de la tan temida cepa Delta, el gobierno decidió restringir la llegada de pasajeros argentinos a sólo 600 por día (antes eran 2.000 diarios, además de estar prohibido el ingreso de turistas extranjeros), pero igual quienes viajaron al exterior se vieron sorprendidos por el cambio abrupto en la normativa de reingreso, que regirá al menos hasta el 9 de julio y quedaron “varados”.

    En estos días, uno de los temas que más tiempo ocupa en los medios informativos de nuestro país es el de los argentinos “varados” especialmente en Miami, principal destino para quienes iban a vacunarse, que se sienten castigados por haber ido a inmunizarse allí.

   Aunque por supuesto que ese no es el único problema que afronta Argentina, país recurrentemente problemático desde hace años, y más aún en estos dolorosos tiempos de pandemia.

   Durante “la primera ola”, como fue sorpresiva, algunos varados en el exterior decidieron radicarse donde quedaron, en la medida en que sus posibilidades económicas y legales así lo permitieron. En la “segunda ola”, muchas familias jóvenes planificaron con tiempo su vida en el extranjero y decidieron emigrar por tener doble nacionalidad (a Europa), por “la ley del retorno” (a Israel) o por contratos formales previamente acordados (a los Estados Unidos de América y a otros países).

    Quienes estamos aquí seguimos afrontando el crudo invierno, viendo como muchos se fueron de este mundo, otros decidieron emigrar y otros están “varados” en el exterior en contra de su voluntad. Y lamentamos las dificultades recurrentes y tantas pérdidas de vidas a nuestro alrededor.

Artículos relacionados :