De santidad monegrina

Coordinador Chusé Aragüés

   Monegros, término derivado de montes negros, por su antigua presencia de sabinas que conferían ese color al paisaje y cuyo declive raya hoy en día entre los vapores de las leyendas.

     San Caprasio, el punto más alto de esta comarca, coronado por ermita, vértice geodésico y antenas, incluso por un punto de observación forestal. Es muga municipal y provincial, pero no comarcal, con un pie en la zaragozana Farlete y otro en la oscense Alcubierre, ve pasar el tiempo en su soledad.

     Nos llegamos hasta Farlete, uno de los puntos de partida para llegar a este monte. Por la calle de la Iglesia llegamos hasta la gran ermita de Nuestra Señora de la Sabina, para coger por su costado el camino de Lanaja durante unos cuatrocientos metros hasta que se bifurca, donde dejamos el vehículo para encaminarnos y seguir por el citado de Lanaja, el que va por la derecha. Pronto cruzamos el barranco de San Caprasio, dando alcance visual a la torre de la Torraza. A poco más de media hora de salir, nos desviamos a la derecha para coger una pretendida senda que acompaña la curva de nivel y que nos lleva a cruzar el barranco de la Torraza, para tomar una loma que a la brava nos sube a la torre.

    Según Patrimonio Cultural de Aragón, se trata de una torre construida probablemente por los Cornel, señores de la vecina Alfajarín, ya que Farlete se integró en los dominios de la familia a finales del siglo XIII. En abril de 2006 el Gobierno de Aragón crea la relación de castillos, considerados Bienes de Interés Cultural, entre los que se encuentra la Torraza de Farlete. Construida en un alto, se trata de una edificación en clara decadencia, que entendemos tuvo su papel de vigilancia en el corredor del Ebro, y que tenemos opción de visitar por dentro y por fuera. Tomamos una pista que hacia el norte baja vertiginosamente de este cabezo, para volver a subir en busca del camino de Lanaja, que tuvimos que abandonar para llegar hasta aquí.

En esta pista nos encontramos un cartel que nos dirige hacia la derecha, pero optamos por la dirección contraria para pasar por el tramo más espectacular de todo el itinerario. En cinco minutos la abandonamos y nos metemos por un sendero a la derecha, que en otros diez nos deja junto a un llamativo gendarme. A partir de aquí hay que extremar la precaución, porque con la mirada puesta ya en el monte de San Caprasio, lo alcanzamos a través de una faja por una estrecha cornisa que nos acerca a las cuevas de los frailes, encontrándonos con unas inscripciones antes de llegar a ellas.

Muy próximas ya a la cumbre de este monte, se encuentran dichas cuevas. La principal fue arreglada por los Hermanos de Jesús, en colaboración con el ayuntamiento, y está preparada como capilla, como nido de recogimiento y contemplación. Nos llegamos hasta San Caprasio, primero hasta el vértice geodésico y luego a lo más alto, que lo es también de la comarca de los Monegros. Las vistas que nos ofrece son espectaculares, tanto sobre el valle del Ebro como por el norte, abrazando visualmente los blancos Pirineos. Un ajado mural nos da cuenta de los alrededores, impregnados de desierto y trabajos duros, ermitas y ermitaños, santos y bandidos.

Regresamos a las cuevas y, por el delicado sendero, hasta el gendarme, para seguir bajando por nuestra derecha, por intermitente sendero, por la loma de la margen izquierda del barranco de San Caprasio. Pasamos por las Lavaneras, unos terrenos robados al monte y aterrazados para campos de cultivo, pero que el monte los está recuperando para sí. Llegamos junto a un puente natural, muy en precario, observado por erosionadas badinas arriba y abajo del curso del barranco. Una vez cruzado éste, llegamos ya a campos cultivados, desde los que nos incorporamos ya a pista agrícola hasta el vehículo.

 

DATOS ÚTILES

Duración: 4 h.

Desnivel de subida: 450 m.

Desnivel bajada: 450 m.

Distancia: 13 km.

Tipo de camino: circular.

Textos extraídos de: “100 cimas-100 paisajes. Aragón comarca a comarca”, Chema Tapia, Prames, 2018.