Más allá del odio (The Upside of Anger ). Mike Binder, 2005
Título original: The Upside of Anger
Año: 2005
Duración: 118 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Mike Binder
Reparto: Kevin Costner, Joan Allen, Erika Christensen, Evan Rachel Wood, Keri Russell,Alicia Witt, Mike Binder, Tom Harper
Sinopsis: La vida de Terry Wolfmeyer (Joan Allen) sufre un vuelco radical cuando su marido desaparece repentinamente. Para colmo, su relación con sus cuatro hijas se hace tan tensa que acaba recurriendo al alcohol para evadirse de sus problemas. En estas circunstancias, la amistad de un vecino (Kevin Costner) que fue jugador de béisbol representa para ella una gran ayuda. (FILMAFFINITY)
De mucha resignación y menos ira recuerdo The Grapes of Wrath (1939) (Las uvas de la ira), de John Steinbeck. Y la obra de teatro de John Osborne cúspide de los olvidados Angry Young Man, la titulada Look Back in Anger (1956) (Mirando hacia atrás con ira) tan redivivas en espíritu –digamos- por la injusticia social que sufrimos ahora mismo, obras olvidados por el Pensamiento y las editoriales. Movimiento literario británico, el de los AYM que tanto admiró y mejor explicó el profesor Cándido Pérez Gállego de tan grata memoria en este momento. Pero la cumbre del enojo y la ira supina, se manifiesta en estado puro en el genial drama de Edward Albee Who’s Afraid of Virginia Woolf (1962) (Quién tiene miedo a Virginia Woolf) llevada al cine en 1966 por Mike Nichols protagonizada por una Elizabeth Taylor genial y un Richard Burton excelente.
Y SE7EN (1995) de David Fincher
Y es que la ira reina en los territorios del Mito, la Literatura y el Cine. Pero en la vida cotidiana milenaria de Occidente la ira fue nefastizada por vía de los Pecados Capitales y convertida en conejitos que se sacó de la chistera el Cristianismo para hipnotizar –léasedominar– al personal.
Pero resulta que la ira es uno de los impulsos constitutivos de la condición humana. Y las restricciones a lo intrínsecamente humano son formas de control del tráfico socialamordazando, aherrojando y esposando esos impulsos con las Virtudes Cardinales, los auténticos grilletes superelloísticos con los que se esclaviza sectores de la condición humana. Nunca es aceptable la dicotomía radical (esto es bueno aquello bueno) y siempre resulta positivo el ejercicio individual del equilibrio entre pulsiones opuestas controladas por el sujeto (y ayudado por la Psicología si lo necesita) y no las imposiciones de supuestas verdades que merman la libertad individual.
Lo digo porque la reflexión que va desgranando The Upside of Anger tiene más que ver con las ventajas de la ira que con las catástrofes anunciadas cuando se convierte en impulso habitual. Trata, en suma, de las ventajas que obtiene Terry Wolfmayer (Joan Allen tan excelente como de costumbre) actuando airadamente como si la cólera fuera un reconstituyente, un enérgico impulso vital que apareció a raíz de la desaparición de su marido. La fuga del marido con su secretaria (así de claro y así de vulgar) sucedió hace ya tres años pero la ira sigue surgiendo del cuerpo incansable de Terry como si se tratara de una fuente de agua envenenada. Como si su vivir consistiera en un palpitar con ira.
Ira que descompone al instante al interlocutor destruyendo al instante el argumento que estaba exponiendo. La ira de Terry recuerda al barco pirata cañoneando al palo mayor de los argumentos del enemigo en un santiamén. Un rotundo mandoble de palabras vibrantes del capitán airado, cortando la cabeza de lo que iba a decir su interlocutor y apenas había dicho. La ira impacta en él ocasionándole un blackout fatal.
Pero el caso es que si Terry no hubiera actuado con la ira por delante sus hijas, que forman la diana de su dedicación, hubieran actuado erróneamente y las consecuencias de sus actos devenido en moderadas -se trata de una comedia disfrazada con los ropajes del drama- catástrofes.
Más allá del odio debería titularse Las ventajas de la ira, porque la reflexión que va desgranando tiene que ver con las consecuencias de ese sentimiento antes de convertirse en pasión destructiva. Y es que la ira aunque sea inmensa no incluye imprescindiblemente , como sucede aquí, el querer destruir a nadie. Terry no odia a su marido desaparecido sin dejar rastro sino que está completamente llena en ira. Al decir no odia a su marido lo que quiero decir es que la ira es la rectora pasional de su conducta y no tanto o no solo por el odio hacia él por lo que ha hecho.
Quizá se entienda mejor la diferencia si se compara lo que le sucede a Terry con lo que siente el niño al que le acaba de explotar el globo que lucía tan satisfecho y comprueba los ridículos, patéticos, blandos, trocitos de goma en los que se ha convertido. La explosión exclusiva corresponde a la ira, el odio a la goma en pedazos.
Terry vive en estado de violencia aumentativa como si el tiempo la fuera hinchando por dentro expandiéndola, y solo el hablar se convirtiera en el aliviadero para su ira. Un vivir explosiones en cadena.
Pero, y aquí radica el sentido global de la película, vivir en estado de ira engendra ventajas digan lo que digan los pecados capitales pues ira transparenta los sentimientos y las convicciones más profundos de la persona airada. La ira los desentumece en abreación del limbo en el que se hallaban antes de la fuga del marido con la secretaria sueca. Sueca para más inri.
Así que Denny (Kevin Costner) leyenda nacional del béisbol de hace unos años, que se gana ahora la vida conduciendo un programa de radio y sirviendo de enlace para la compra venta de terrenos inmobiliarios, que vive cerca de Terry, y que vive razonablemente agarrado al bastón de la botella de Budweiser (y otras), se acerca a Terry porque parece que últimamente está muy decidida a pasarse al alcohol. Al vodka. Y suelen beber juntos. Y, poco a poco, y en eso consiste la réplica a la virtud cardinal de la Alcohólica Mansedumbre se va acercando, se pone al lado, de la Terrible Ira. Beben juntos, se acercan, se van bebiendo juntos, se beben del todo; y se acuestan encantados y se levantan más encantados aún.
Denny arrincona tempestades con sonrisas campechanas; cubos de agua contra el fuego airado. Lo que no impide que, a veces, Terry se dirija a él con la misma mala leche con la que destila bocanadas de fuego airado al resto de los mortales.
Y es precisamente ahora en donde aparece el motivo de la bañera:
El hecho de que entrar en la bañera tiene algo que ver, minimamente, inconscientemente, con la protección supina. La barrera, la pared, el muro que justifican su enclaustramiento y elevación. Al poner el pie dentro de la bañera accede Terry accede a una bíblica tierra de Salvación. Es como convertir en refugio la mesa del comedor cuando los niños de la casa juegan a inventar peligros.
Terry no pone muchos inconvenientes en mantener relaciones íntimas con Kevin. Y aunque las relaciones funcionan bien entre los dos, la mala leche de Terry explota cuando enferma una de sus cuatro hijas y se casa la segunda. El comportamiento volcánico está a punto de cubrir al paciente deportista que, después de mantener una discusión en los términos que aconseja la prudencia, al final es él el que estalla lleno de ira. Sucede la excepcional mutación en las habitaciones privadas de Terry, que consisten en tres espacios el dormitorio propiamente dicho, el amplio vestidor anexo y el cuarto de baño con la bañera al fondo.
Cuando Denny avanza hacia Terry está completamente fuera de sus casillas. Se ha levantado de la cama en donde se hallaba sentado, atravesado el vestidor gritando y avanza hacia el cuarto de baño en donde, Terry se ha refugiado, sorprendida y atemorizada, sintiendo la avalancha de ira que avanza hacia ella y teniendo mucho cuidado de cerrar la puerta con llave.
Pero el patadón del deportista hace saltar la puerta por los aires como si se tratara de una hojita otoñal alcanzada por la bota de un gigante. Y el fortín improvisado se deshace –nata líquida- como si fuera una cosita de nada. Cuando la puerta desaparece hecha añicos vemos a la dama envuelta en el aura de una fragilidad perfectamente desconocida. Está de pie pero como recogida –refugiada- en su propio cuerpo. Como si la avalancha de cólera fuera a enterrarla viva en la trinchera de la bañera.
Actividad simbólica que tiene sutil pero realmente que ver con la desaparición de su marido. Así que el motivo de la bañera atiende al sentido de refugio en un contexto de ataque a su persona emprendido por el simpático deportista sumido ahora en una explosión de ira. Y tiene mucho que ver con el lugar en donde el marido desapareció sin dejar rastro, circunstancia que modeló el carácter de la esposa. Muy parecido, por cierto, a la conducta del deportista que ahora avanza hacia ella como avanza ella, sin cuidado ni mesura, contra las personas de su entorno. Es como si el deportista fuera ella, ella llena de ira.
Y sin embargo otra fuerza bestial -la fuerza del destino- no se detuvo ante su víctima sino que avanzó y lo derribó dentro de una pequeña pero terrible bañera vertical tragandoselo al instante.
Hanibal Velez: Sentimiento iracundo en mundopoesia.com
oh maldito sentimiento iracundo, invades
mi ser con un fuego infernal, que quema
en lo más profundo de mi cuerpo, sos
algo indescriptible y logro entenderte,
estas aferrado a mi ser, rompiendo mi
alma en pedazos,
oh maldito sentimiento iracundo, a veces
me haces reír, otras veces llorar, luego
sufrir y después gozar, a veces quisiera
no volver a ver la luz, dejar de existir,
pero vuelves y despiertas en mi un
sentimiento infernal …
El blog delautor: http://bathtubsinfilms.blogspot.com