Oligarquía y “procés” / Dionisio Sánchez

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Por Dionisio Sánchez Rodríguez
Director del Pollo Urbano
elpollo@elpollourbano.net 

   Queridos amigos, compañeros y camaradas:

    Ningún acontecimiento, por ultramontano que sea, me va a poner  la más mínima mota de polvo a los vívidos y maravillosos recuerdos que guardo de mis viajes a Barcelona…

…, a “nuestras” Ramblas, a “nuestra”  Plaza del Pí o a ”nuestra” Plaza Real donde tanto ”toblerone” hemos comido, tanta maría hemos quemado, tanta cerveza hemos consumido y tantos pollos urbanos hemos vendido a lo largo de infinitos viajes Rambla-Rastro intentando abrirnos camino a través de provocaciones y anfetas,  buscando el eco periodístico que no encontrábamos en nuestra pacata gusanera. Tan timorata era que, con frecuencia,teníamos que ir a pasar “la censura” de la revista a Lérida porque en la Calle Alfonso el bolígrafo rojo de los censores hacía estragos y los catalanes, sí, los catalanes-incluso los de Lérida-, eran –de largo- mucho más comprensivos (aperturistas, se decía entonces) con nuestra publicación “menstrual” para el gigante y el enano.

    En Canet, si el primer Canet Rock, pusimos una pica en Flandes con el Pollo Urbano (Cataluña Expres, agosto 77) y desde entonces en los círculos undrergrounds de Barcelona fuimos queridos, respetados y considerados mientras, como siempre, en Zaragoza, éramos obviados y tratados como apestados. Seguro que ellos se lo perdieron.

   Así pues, nuestra actividad pollera  seguía el péndulo que durante tantos años  marcó (y tal vez hasta hace poco seguía siendo así) la pauta de la impronta cultural de España: Ora Madrid, ora Barcelona.

   Mientras esto ocurría y las jóvenes generaciones creíamos que en materia artística “todo era posible en España”, aparece un personaje (nacido de la corrupción bancaria) que comienza a escalar peldaños ante el aplauso de los carcamales permanentes de la oligarquía catalana. Y su partido, que no tuvo ni siquiera la inocencia que la Transición les otorgó a casi todos los que aparecieron en el ruedo español, comienza a establecer las bases de un proyecto a largo plazo (si a treinta años se le puede dar esa característica temporal). Y con una negociación extraordinariamente generosa, tal vez motivada por un sentido culpable dada la pertenencia de muchos de ellos al régimen pasado, los padres de la patria transitoria otorgan a los nacionalismos vasco y catalán concesiones sin límite que  regodean -¡cómo no!-  al pequeño cornudo quien, por cierto, era ex rey de Aragón. Y estas ingentes concesiones al nacionalismo tal que si la Guerra Civil solo hubiera afectado a sus comunidades e hubiera que desagraviarlas, hicieron posible que presidente tras presidente de España tuvieran que “hablar catalán en la intimidad” o ceder las joyas empresariales de la corona a las empresas que “ad hoc”   se creaban en las todopoderosos autonomías porque, si no, los presupuestos del Estado no los aprobaba ni la Virgen del Pilar que se apareciera de nuevo.

     El resto, es decir, como la acción de la marabunta nacionalista de baja intensidad y absoluto poder para obligar a la inmersión en sus supuestos políticos ha ido horadando cabezas en esa autonomía,  creando ilusos y soberbios ciudadanos “robados” e incluso policías cobarde e insolidarios, ya lo ha explicado Boadella a quien le ha querido escuchar desde hace ya muchísimos años. Es decir, la escudella ya estaba lista.

   Pero alguien se saltó el guion y  cuando algún “tarado” (seguramente mandado por  “la pasta”, la de verdad), tuvo la feliz ocurrencia de tocar el corrupto patrimonio de la sagrada familia de Ubú (ya en franca retirada y con pies de barro),  comenzó la debacle.

   Siguiendo la técnica del pulpo todo se puso en marcha: mierda sin parar en todas las direcciones. Y se activaron los interruptores de los tontos útiles del independentismo: los restos del naufragio del partido de Ubú, la Esquerra Republicana que tanta risa daba con su toneti Carod Rovira, la CUP, la JxSi, Catalunya en Comú, En Comú Podem, Podem amb Patates, Catalunya Si ques Pot (Am xoriço),   y el insignificante entramado de Podemos, (hasta el Mayor Marxista de Europa, Pablo Iglesias, se puso a bailar la sardana sin explicarnos a las pobres bases podemitas, que tiene que ver el internacionalismo proletario con el nacionalismo oligárquico), todo el aparataje tanto tiempo disimulado en organizaciones de cors per  la moreneta, castellets per l’arribada a Pamplona, excursionistes   pel Penedes, avis per l`urna u Omniúm Patriae Catalunya Non Plus Ultra se pone en acción pues no en vano el nacionalismo ha estado pagando –y bien- a sus estructuras  de independencia. Tan es así que incluso los mozos van a cobrar por el paripé que representaron en el pasado sainete ( 80% Montoro, 20% Generalitat). Todo está pues preparado para la declaración de independencia, por fin, de esta mierda de España que les roba sin corazón y a punta de sirla.

    Pero, como en la canción, en esto llegó Fidel y se acabó la diversión.

  Y yo bajaba Ramblas abajo y al cruzar a la Boquería  paró una limusina. Dentro Rosell y Masdedeu, se alegraron de verme y me invitaron a comer a Can Pineda ¿Te apetece? ¡Por supuesto!

– Una cosa es asustar y otra mandar a tomar por el culo una estructura que nos da de comer y bien- comentan entre plato y plato-.  

-Estamos de acuerdo, les digo ¡Qué fantástica es la trufa blanca de Salou!

   Mira, Sánchez –me dice Rosell mientras mece un copón de Pago de Carraovejas- las naciones acaban siendo siempre gobernadas por una minoría. El régimen puede ser, en teoría, una monarquía o una democracia, en terminología clásica, pero la realidad se acaba imponiendo y, sea cual sea el régimen teórico, es un grupo relativamente pequeño y con fuertes vínculos entre sí el que termina gobernando un país, se llame España, o se llame Cataluña.

   No hay nada, Rosell, como tener formación política, le dije. Cualquier político de medio pelo, incluso en el Ayuntamiento de Zaragoza,  sabe que es imprescindible leer a Rober Michels y su obra “La Ley de hierro de la oligarquía” para saber quién va a parar este “procés”.

   ¡Ahí tú, rey moro! ¡Tómate otra copita!, me dijo Rosell eufórico. ¡Y si ves a tu alcalde, dile que, a este paso, le quedan tres telediarios!

    Amigos, compañeros y camaradas ¡A caballo! ¡Yihiiiiii! ¡Salud!

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