Por Dionisio Sánchez
Director del Pollo Urbano
dionisio@elpollourbano.net
No cabe duda que el mejor morro es el de cerdo, carnoso, grande y susceptible de mil apaños a la hora de cocinarlo. Personalmente me encanta frito tal cual lo prepara Carlos Sachez en su Condumio de la histórica y cada día más afeada Plaza de Santa Cruz.
Pero el morro, al igual que los humanos que hacen gala de él, se presenta de mil maneras diferentes. En cuanto al del cerdo lo podemos cocinar a la gallega (se cuece y se sirve acompañado de patatas en rodajas, todo aliñado al estilo gallego con pimentón, aceite y sal, riquísimo), guisados (cocidos y rehogados con abundante cebolla bien picada, media guindilla y comino), a modo de olleta (con judías, lentejas, pencas de acelga, zanahorias y nabos), al anís y ya si queremos saborearlos de un modo exquisito, no la haremos mejor que comiendo una terrina de hongos con morro (de cerdo ibérico, eso sí) en el restaurante Vivaldi, ubicado en pleno corazón del barrio Húmedo de la capital leonesa.
Los morros humanos se atocinan siempre que se ejecuta una desvergüenza y se abandona la jeta – que es incluso graciosa en un buscador de fortuna- para alcanzar un nuevo estadio: el del descaro, ya morrudo, cuando lo realiza un político. Y si éste va acompañado de secuaces, el morro se convierte en hocico y de los colegas que le palmean ya no admiramos el labio gordo por el que babean en las ruedas de prensa si no que les nombramos directamente bezudos o morroputas.
En la Inmortal ciudad de Zaragoza, sin que a nadie se le ocurra pestañear, aparece un engolado y fatuo Consejero de Cultura, Educación, Medioambiente y Participación Ciudadana (y anteriormente Faraón de los Gigantescos Proyectos que nunca se hicieron por la Gracia de Dios), para anunciar a los pobres negritos que habitan sus riberas que, pese a la crisis galopante que nos afecta, ¡por fin!, la Cultura con K va a abrir un cadico de 70.000 miserables euros. No una cultura cualquiera, si no la cultura de vanguardia, la chachi, la que nos va a colocar en el mapa de la creatividad uropea.
Y como tanto el nombre, como los contenidos y los morros que arroparon su presentación son más viejos que la Tana, avisó el engreído y hueco detentador de más títulos que el conde Duque de Olivares “que es cierto, que retomamos el espíritu de la anterior y anciana Sin Fronteras pero adaptado a la nueva realidad de la ciudad” como si el jamelgo pretencioso tuviera la menor idea de la realidad artística de la ciudad, cuyos hacedores se desangran de inanición e impotencia ante semejantes presuntuosos que desde la mesa van a dirigir el Gran Festival de la Nada, eso sí, Sin Fronteras.
¿Y quién es el morro pedante que va a ser el Director Artístico de la Memada? Pues no podría ser otro que Francisco Ortega, un hombre muy gracioso y amiguísimo del Conde Duque y al que su fama de gestor le ha llevado, casualmente, a que se joda o se cierre todo lo que ha tocado. Eso sí, contratando siempre a los “amigos” o a las compañías de fuera que siempre, ¡por favor!, son valores seguros y sobre todo, sobre todo, caros, muy caros. Y tanto morro tiene que ante la reciente aniquilación del Centro Dramático de Aragón (¡que ya era hora de arrasarlo!) aprovechó sus contactos para escribir un pastiche donde, naturalmente, se excusaba de cualquier error en su gestión ¡Él, que fue el factótum del enmierde y que propició giras de butacas vacías por toda Europa, América, Asia y Oceanía! Él y sus amigos que tiraron por la borda el bodrio luego de habérselo comido y bebido ¡Un genio del morro, sin duda!
Y como su trayectoria ha sido tan ejemplar, ahora el Conde Duque le regala este nuevo fiemo (seguramente bien dotada económicamente): ser el mascarón de proa de otro fuego fatuo nacido del cerebro hinchado de ese ciudadano Conde y Duque al que –graciosamente- se le permite que haga de su capa un sayo y siempre con el dinero ajeno, el público…ese que (aunque él no se lo crea) es de todos…incluso de los negros que habitan las riberas.
Todavía no se han esfumado los sonidos de las gravas lavándose en el Ebro ni los ruidos de los motores a gasolina “sostenible” ni se ha recuperado un euro de sus de sus caprichos náuticos y el vanidoso nos quiere embaucar con otra agudeza urbana, esta vez cultural ¿Por qué será que a los estalinistas les gusta tanto decirnos cómo, cuándo y por qué hemos de comernos su cultura! …¡Cuánto morrofiemo, coño! ¡A caballo!….¡Yihíiii!…¡Salud!