Por Manuel Medrano
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Mientras escribo, el cielo se ha nublado ¡Bendita lluvia! Pero lo que me deja conmocionado no es el oscuro día (a mí me gustan así) sino las tinieblas del alma.
Hete aquí que cada vez somos más pobres, España, Europa y buena parte del mundo. Y que no se ve la salida de esta situación. Dijo una vez, sólo una y porque se le escapó, José Luis Rodríguez Zapatero siendo aún presidente, que esta situación estaría sangrándonos hasta 2018, al menos. Casi un año más tarde, me dicen lo mismo (después de un baile de pronósticos que intentaba acercar las fechas del alivio). Deduzco que en los círculos políticos y económicos bien informados, hace tiempo que sabían lo de 2018, pero que te lo dosifican para que no padezcas un síncope o montes un pollo de antología.
Estos “Master del Universo” deberían pagar por lo que han hecho, por las consecuencias de ello, o que se impartiese una asignatura en los colegios sobre “Detección del sinvergüenza criminal de cuello blanco: prevención, captura y eliminación”. Más la correspondiente formación universitaria para preparar especialistas en la materia, susceptibles de mayores penas aún que el elemento perseguido caso de que se corrompan.
Se ha perdido el recto criterio para distinguir a la gente de bien. Se ha perdido, por la globalización, capacidad de reaccionar ante la adversidad. Yo defiendo la globalización pero no así, no para crear terror universal. Hay dos cosas en Inside Job que me llamaron la atención aún más que el resto de la obra. Una, las declaraciones de un financiero chino que vienen a decir que el problema se puede detectar cuando un “ingeniero económico” cobra varias veces más que un ingeniero de obras, cuando éste último hace carreteras y puentes y el primero vende… sueños. Y la segunda cosa, que Barack Obama tenga a su lado porque los nombró parte de su gobierno, a individuos que habían sido partícipes de los tinglados bancarios y financieros que nos han llevado al desastre.
Sigo teniendo esperanzas, porque soy así, y porque conozco personas valiosas que luchan por salir del agujero y, cuando pueden, por ayudar a los demás. Pero si no fuera por eso, no es que pidiese que parasen el mundo para bajarme. Es que solicitaría la baja de la especie humana.