Discurso de entrega de medallas al cacique coleccionista de medallas / León Splí


Por León Splí

     Si solamente fueras una urraca negra y pasaras el tiempo comiendo alpiste, en una jaula electrificada, nosotros lo s que te alimentamos, podríamos comprender tus lágrimas.

      Si solo fueses la más fea de las babosas que se arrastran por las ciénagas, nos darías asco. Pero como eres un bí-pedo y no vives en los pantanos, deduzco que no te podemos llamar babosa y por lo tanto, nos das asco.

     Como nosotros, gente espléndida por naturaleza, admiramos la vida y la muerte en todas sus facetas, es nuestro deber homenajearte y en tu persona cebarnos, a través de una institución cualquiera, no heroica.

    Por ello te vendemos una medalla, en reconocimiento nuestro, de oro, plata, bronce, cartón, algodón, fibra cartuliquica, semen de arrepentido contribuyente, harapos de sotana de sacrista, coronas de santo robadas al inmenso patrimonio-artístico-nacional. Te vendemos heroicamente al por mayor, al por menor, y gratis. Una vez dicho todo esto, se declara abierta la veda y desde el momento que te pongamos la medalla se regalan licencias de caza. De nuevo una vez dicho esto hacemos entrega desde siempre y ahora, por nunca jamás y por siempre, por toda la eternidad, ahora y siempre, por siempre jamás y ahora y siempre y nunca, y siempre que nos de la gana dar una medalla.

   Sabes que tu contribución a las metas humanas, aunque nunca hayamos podido apreciar esta contribución, tampoco nunca dejo de hacerse notar que alguna vez existiese esa meta, por lo tanto aunque nunca pudimos agradecerte el que nos robaras alguna meta, tampoco por ello debemos agradecerte el que hayamos podido arrebatarte alguna meta.

   Recordamos con cariño, cariño o amor, las dos cosas a la vez, o simplemente odio cariñoso, a ese hombre serio, de altos valores humanos y espirituales, con una rara tendencia a reconocer en sus amigos, las más calidas relaciones, que nunca se produjeron. Todavía hoy, siguiendo esa rara tendencia, hacemos un notorio esfuerzo por reprimir unas sinceras y sentidas lágrimas.

   Siempre le gustó trabajar, pero nunca tuvo dinero para pagarse un buen trabajo, ya que con sus ahorros siempre intentó pagarse un buen entierro. Nosotros que sabemos que este heroico y gran hombre y a la postre santo, saliendo de su madre por la puerta de servicio, ésta dijo gritando, haría cualquier cosa, porque fuera el hijo de otra.

   Este hombre al que hoy celebramos sus virtudes, celebrando sus defectos, nos honramos todos juntos y cada uno en particular y todas juntos por las cuenta que nos trae, en celebrar con el el sagrado acto eucarístico en el que fundimos sus mas recónditas virtudes, celebrando sus mas recónditos defectos, por la cuenta que nos trae.

  Que un enfermo baboso, en el que la baba era una virtud y por lo tanto lo celebramos como un defecto, nunca podríamos haber esperado más que insufribles lágrimas en las que el arrepentimiento nunca existió.

    Te hacemos entrega gratis, tras estas sentidas palabras gratis, de una medalla hecha con amor, y en correspondencia esperamos que nos pagues una cena, por ello, una vez más, ahora y siempre, y siempre y ahora y remitiéndonos a lo anterior hacemos referencia a la cálida y miserable gratificación personal de cada uno en particular y sobre todo de todos juntos en general y rogando que dios conserve a V.I. muchos años hacemos entrega de esta roñosa medalla, ganada por tu meritoria labor que debió de recibir un Oscar, oscar que siempre te deberá Hollywood, por tu perfecta interpretación del idiota. Sin más y esperando el aplauso unánime del afortunado objeto de esta entrega, pedimos disculpas al interfecto, por no tener precisamente hoy, dicha medalla, pero suplimos esta falta con la entrega de un coll 45 marca agme, para que celebre mientras tanto sus cabriolas en la cuerda floja de la vida, pegándose un tiro, dos o los que desee.

Artículos relacionados :