Por Juan Ruiz Salces
Periodista
Definitivamente hemos perdido nuestra capacidad de adaptación. Claramente los años nos han ablandado, los privilegios y nuestra propia consciencia de ellos nos ha hecho engordar y hemos desatendido el músculo y la fibra; nos hemos vuelto caprichosos.
Estamos en crisis, en una feroz vorágine generalizada que no solo atañe a la economía, sino al ecosistema español. Y dentro del ecosistema español, al ecosistema humano del que formamos parte todos y cada uno de nosotros. Sufrimos lo que se llama, “falta de contacto armónico entre el individuo y su entorno”.
El nivel de vida que ligera y orgullosamente llevábamos a cuestas, se ha convertido de repente y en mitad del camino en una pesada giba de plomo que ha hundido nuestras pretensiones y nuestras apariencias. Son incontables las economías familiares que no dan crédito a su “descrédito”. Pero lo que ha quedado en el fondo del agujero pegado al aplastante plomo, es nuestra capacidad de adaptación.
Ahora al español de a pie le cuesta conformarse con las exigencias de la situación, como también le cuesta inconformarse con las desfachateces de esta vieja realidad, hoy inevitablemente visible. ¿Cómo es posible que ahora una/o deje de ser lo que pretendía ser? Mientras que los que no tenían siguen sin tener, ahora los que parecía que tenían algo, resulta que no tenían tanto, y los que tienen, aunque menos, siguen teniendo.
Estamos recogiendo todo lo que sembramos en su momento, nada. La semilla de la conciencia social se ha perdido entre tierras infértiles y malas hierbas. Unos ahorran lo que otros tiran por la ventana, otros hablan de lo que hacen unos, y unos hablan de lo que no hacen otros y ninguno presta atención a lo que está haciendo. ¿Donde está la sensación de unidad y empatía, que recorre nuestro cuerpo cuando ganamos un mundial o cuando atentan contra nuestras vidas y familias? ¿Donde está esa capacidad de adaptación de los seres en ecosistemas cambiantes?, esa capacidad y no conformismo, para un día sentarse a mirar y disfrutar del sol, y otro para sentir el mirar del sol mientras se araña la tierra con las manos. Será complicado que no caiga este agonizante, anaranjado, pollo sin cabeza, que trata de correr con sus últimos estímulos nerviosos hacia delante, sin poder siquiera ver el norte.
ENTRA EN PRÁCTICA LA SUBIDA DEL TRANSPORTE PÚBLICO
Definitivamente se aplica la subida de precios en el transporte público de la comunidad de Madrid. A partir de este 1 de mayo toda la red de metro, trenes y autobuses, sufren la temida subida de tarifas aprobada por Esperanza Aguirre a mediados del mes pasado. El llamado “tarifazo” viene de sorpresa después de que la presidenta asegurara que este año no iba a haber aumento en el precio del servicio.
El porcentaje marca una subida media de aproximadamente un 11%, siendo el billete de 10 viajes y el del trayecto al aeropuerto los más afectados, con un aumento del 29% el primero (ahora 12€), y hasta un 50% el segundo, llegando a costar 4,5€. Los abonos mensuales suben un 8% con respecto a su antiguo precio y las tarifas de los servicios de cercanías suben un 10,8%.
A todo esto se le suma la iniciativa del billete por paradas que entrará en vigor a partir de junio. Este sistema que afecta al billete sencillo, supone el coste de 1,5€ por un máximo de 5 estaciones, una subida de 0,10€ por cada estación hasta un máximo de 9 estaciones y finalmente un importe de 2€ por un mínimo de 10 estaciones recorridas.
La indignación por parte de algunos usuarios ha quedado muy clara con las recientes protestas y manifestaciones, y tras los actos de sabotaje en el metro de Madrid que concluyeron con tres detenciones. Estos cambios en las tarifas suponen un importante revés económico para muchos de los usuarios del transporte público, y a la larga, un factor influyente en el aumento del transporte privado.