Thoreau, un curioso personaje ecologista

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Por Eduardo Viñuales

      Hubo un tiempo en el que conocíamos, buscábamos deseosamente y leíamos a Henry David Thoreau (1817-1862), aunque lo cierto es que hace pocos años dar con su obra escrita en una librería o biblioteca española no era labor sencilla.

     Hoy, sin embargo, siglo y medio después de su muerte, este pensador y gran escritor norteamericano está más presente que nunca gracias a la reciente publicación en lengua castellana de dos de sus libros “Cartas a un buscador de sí mismo” y el mítico “Walden” (Ediciones Errata Naturae), a los que se les suma la obra bibliográfica “Thoreau: la vida sublime” (Editorial Impedimenta) en formato de cómic.

     Para quienes aún no sepan quien era Thoreau, definir a este autor tampoco es tarea fácil porque a la par que un gran escritor y pensador, fue también filósofo, naturalista, poeta, libertario… además de un buscador de la verdad y la felicidad. Hay quienes le conocen como defensor de las libertades individuales, ecologista, crítico, rebelde y, por su obra y comportamiento, ha llegado a ser calificado de inconformista honesto y coherente, utópico y selvático. Al “padre de la desobediencia civil”, entre otras muchas cosas, también se le identifica como un gran amante de la cultura y de los libros ya que, según él, “leer a los clásicos forma parte necesaria de la búsqueda de uno mismo en la soledad”.

     Su obra literaria más conocida es “Walden”, escrita en 1845. Tras abandonar la ciudad, en sus páginas narra la experiencia de haber vivido asilado en una cabaña de madera emplazada en el corazón de un bosque de Concord (Massachusetts), a una milla de distancia de cualquier vecino, en plena naturaleza, a orillas de un lago y, lo más relevante, en verdadera soledad para la reflexión. Como si fuera un eremita -a medio camino entre Diógenes y Robinson Crusoe- Thoreau tuvo que elegir entre su vida familiar y lo salvaje, y se decantó por esto último abriendo un paréntesis y rompiendo así con el mundo. Ahí fue donde, bajo los árboles, rodeado de ardillas y de alces, “siente la vida”, viendo tormentas de nieve, protegido por el calor del hogar, observando el renacer de la primavera, atento a los ciclos y espectáculos de lo natural… donde él razona y escribe su diario. Al cabo de dos años de retiro volvería de nuevo a la civilización para publicar y criticar el modelo del mundo contemporáneo que ya entonces se estaba gestando. “Las personas que conozco casi nunca enseñan tanto como el silencio que rompen”, apuntó. Pero lejos de ser un asilvestrado, un salvaje o incluso un hippie inofensivo, en verdad Henry David Thoreau fue un hombre cultísimo, licenciado en Harvard, discípulo del filósofo y poeta Ralph Waldo Emerson, quien quiso hacer “saltar el sistema” con sus ideas intelectuales.

     Su obra Walden constituye un ensayo moderno de prosa creativa, un manual de vida simple, de crecimiento personal, un libro escrito contra toda servidumbre y a favor de la felicidad como la única gran riqueza del ser humano. Thoreau mismo lo definió como “un libro escrito para esa mayoría de hombres que están descontentos con su vida y con los tiempos que les ha tocado vivir, pero que podrían mejorarlos. Para aquellos en apariencia ricos, pero que en realidad han acumulado cosas inútiles y no saben muy bien qué hacer con ellas”.

     Los editores de Errata Naturae también han dado luz a otro título suyo hasta ahora inédito: “Cartas a un buscador de sí mismo” –que ya va por la 3ª edición-, donde se publica la correspondencia que durante años Thoreau mantuvo con un tal Harrinson Blake, quien le solicitó a nuestro escritor consejo y orientación en la vida para cuestiones tan variadas como el trabajo, el amor, el sexo, la sociedad, la política… cartas repletas de reflexiones íntimas y personales que, reunidas ellas, se transforman en un manifiesto del pensamiento filosófico, ecologista y antiautoritario acuñado por Thoreau para la disidencia política y el respeto a la Naturaleza.

     Pero lo que quizás sea más importante es que hoy en día Thoreau está más vivo que nunca. Porque algunos aseguran que es ahora cuando mejor se entiende su crítica feroz hacia este tipo de sociedad y sus imposiciones. Y porque, como ha dicho el investigador de la Universidad del País Vasco, Antonio Casado, “el interés por su obra crece en tiempos de crisis y de incertidumbre”. Su desobediencia civil y pacífica ha sido, es y será, para muchas generaciones todo un referente moral. De hecho, ya lo fue para Tólstoi, Martin Luther King o el mismísimo Gandhi, para las protestas juveniles de los años setenta… e incluso para movimientos sociales tan recientes como el 15-M. Antonio Machado se llegó a referir a Thoreau diciendo: “Es un intelectual que soñó como latino pero que como sajón puso en práctica su sueño”.

    Henry David Thoreau fue una especie de poeta naturalista, sensible a lo bello, que se fijaba en el movimiento de los peces plateados, en el reflejo de los lagos, en los colores del otoño… y que amaba la vida libre. Por eso afirmó: “Aprecio lo silvestre tanto como un bien”.

     Las referencias literarias y citas a Thoreau suelen ser un recurso habitual del pensar ecologista, indignado y anarquista. Algunas de sus escogidas frases se repiten una y otra vez: “Los árboles devuelven a la tierra con intereses lo que han tomado de ella”, “El más rico es aquel cuyos placeres son los más baratos” o “El mejor gobierno es el que menos gobierna”, decía este pensador estadounidense que estuvo preso en la cárcel por negarse a pagar unos impuestos que podían servir para financiar la guerra contra México, que apoyó la abolición de la esclavitud y que duró menos de una semana en su primer empleo de maestro porque se negaba a pegar a los niños.

    En el cómic “Thoreau, la vida sublime” -que ha publicado en España la buena labor editorial de Impedimenta-, con dibujos del biólogo A. Dan y guión de Maximilien Le Roy, se perfila la biografía de un personaje que aún hoy conserva intacta su carga subversiva y romántica… ya que su obra se sigue prestando a diversas “utilizaciones” de signo medioambiental y rebelde.

 
“Walden”. H. D. Thoreau. Ediciones Errata Naturae. Madrid, 2013. 345 páginas.

“Cartas a un buscador de sí mismo”. H. D. Thoreau. Traducido por Marcos Nava. Ediciones Errata Naturae. Madrid, 2012. 165 páginas.

“Thoreau: la vida sublime”. M. Le Roy y A. Dan. Editorial Impedimenta. Madrid, 2013. 89 páginas. 

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