David contra Goliat. El impacto de la energía eólica


Por Eduardo Viñuales 

    Dos naturalistas, por su cuenta y riesgo, deciden analizar la siniestralidad de aves y murciélagos en parques eólicos. Únicamente repasan once molinos, y ni tan siquiera han elegido un entorno realmente salvaje, sino agrícola. Pero las cifras obtenidas y su experiencia en el campo durante un año destapan un escenario preocupante que sirve para demostrar que las “energías limpias” tienen un terrible..


Eduardo Viñuales
Escritor Naturalista
Twitter: @EduVinuales

…impacto en la biodiversidad, y ante lo que parecen cerrar los ojos promotores, administración e incluso algunos sectores ecologistas. Científicos y naturalistas vienen pidiendo sin éxito una planificación estratégica frente a las prisas de esta nueva realidad energética.

     Hoy, como casi siempre, “viento y sol”… que diría el cantante José Antonio Labordeta. Estamos en Aragón, más concretamente en la parte central del valle del Ebro, en Gallur, muy cerca de Navarra.

  Comienza a despertar ya el verdor de la primavera y no es de extrañar que el día sea bastante ventoso. Esto no impide que como cada martes por la tarde José Antonio Pinzolas y María Inmaculada Ibáñez quieran salir a caminar por el campo. Hace casi veinte años que dejaron el bullicio urbano de la ciudad de Zaragoza y se vinieron a vivir a este pueblo de la ribera, desde donde veían en el horizonte de forma clara y directa la referencia del Moncayo, una montaña sagrada para los celtas, en cuyas faldas se han asentado todo tipo de culturas humanas como la civilización romana, los musulmanes, judíos o cristianos.

     La localidad de Gallur está literalmente rodeada ahora mismo de grandes molinos eólicos, fuente de lo que se ha dado en llamar “energías limpias”. Pero desde hace poco más de un año los paseos semanales de María y José Antonio tienen una finalidad que va más allá del simple hecho de disfrutar de la paz y la tranquilidad del mundo rural y que no es otra cosa que comprobar in situ el impacto real -pocas veces bien analizado y contado- que generan estos grandes aerogeneradores en la biodiversidad de una zona agraria. Como un notario, bajo el nombre de dos organizaciones ecologistas, Ansar y Amigos de la Tierra, esta pareja de naturalistas ha iniciado un seguimiento desinteresado de la siniestralidad de aves y murciélagos en dos parques eólicos, La Nava y Los Cierzos -de 5 y 6 molinos respectivamente-, efectuándolo de forma paralela a una empresa consultora que tiene encomendado dicho trabajo dentro del obligado plan de vigilancia ambiental para la empresa promotora de la obra… Y, para sorpresa de muchos, los resultados están siendo asombrosos, además de dispares con respecto a los datos oficiales ofrecidos.

    Después de la hora de comer, al inicio de la tarde, nos acercamos al primero de los molinos. Es blanco, tiene 92 metros de altura y sus afiladas aspas -de 65 m de longitud- giran a una velocidad de casi 250 kilómetros por hora. Vemos volando por allí a un aguilucho lagunero y grita a lo lejos un ratonero. Si un animal, sea del tamaño que sea vuela cerca y colisiona con su trayectoria, impactará con tal fuerza que es muy poco probable que llegue a sobrevivir. Muerte casi segura. Por eso José Antonio busca minuciosamente por debajo, repasando la plana plataforma, dibujando trayectorias en zig-zag mientras María -ayudada de Kiko, el perro que también colabora- rastrera por los campos cultivados de alrededor mirando cada palmo del suelo labrado, donde algunas aves salen despedidas. Se barre un radio de cien metros alrededor, y cada molino requiere unos 45 minutos de minucioso repaso visual. Hoy, no hay nada.

    José Antonio nos cuenta que el recuento semanal ya va por la cifra de más de 400 animales muertos encontrados en un año: “Es más, durante los ocho primeros meses cuando nosotros ya llevábamos hallados 246 cadáveres de animales, la consultora ambiental encargada del seguimiento tan sólo había recogido y notificado al Gobierno de Aragón 44 ejemplares muertos bajo las máquinas”. Estas diferencias han servido para que las organizaciones ecologistas Ansar y Amigos de la Tierra en Aragón destapen otra realidad que pocos conocen y que va mucho más allá de las cifras. José Antonio Domínguez, portavoz de esta última organización, desvela que “en los parques próximos de Agón y Tinajeros la empresa consultora llegó a determinar que en cuatro meses la siniestralidad era nula, algo que es altamente improbable, pero que ha servido de argumento para que diversas promotoras de energías renovables soliciten en esta misma zona más instalaciones, argumentando que el impacto ambiental que existe es muy reducido”. Pero nada más lejos de la realidad, ya que las autorizaciones se suelen estimar siguiendo criterios erróneos y luego, además, el condicionado impone un protocolo de seguimiento que tiene más de 20 años de antigüedad, el cual se está demostrando incoherente e insuficiente, sin que llegue a ser realmente supervisado por el Departamento de Industria del Gobierno de Aragón –que es el órgano sustantivo- aún a pesar de que sea sospechoso de incumplimientos sistemáticos. “Si no hay resultados fiables en los informes de seguimiento tampoco se pueden prescribir actuaciones de mitigación para tratar de reducir la mortalidad, como podrían ser paradas temporales de los aerogeneradores o incluso la reubicación o eliminación de algunas de estas máquinas”, comenta José Antonio Pinzolas mientras camina y va mirando al suelo.

      En el segundo molino tampoco hoy localizamos nada, aunque cerca de doscientas grullas surcan el cielo en formación de V, altas, muy por encima de nuestras cabezas y del parque eólico. María comenta que “en días de niebla o cuando bajan a dormir al cercano embalse de La Loteta –distante a unos 3 kilómetros-, algunas de ellas pierden la vida contra los aerogeneradores en su viaje migratorio hacia el norte de Europa”. La Sociedad Española de Ornitología, SEO/BirdLife, advierte que en nuestro país no existen estimas oficiales sobre la mortalidad de aves en parques eólicos en los últimos 20 años, puesto que sólo existen los datos de los programas de seguimiento que dan las propias empresas consultoras. La tasa de detección de cadáveres con respecto a la realidad depende de muchos factores, pero ha sido cifrada entre un 13’3 y un 53%.

    En el tercer y cuarto aerogenerador visitado, José Antonio Pinzolas recuerda que allí cogieron a un halcón peregrino hace medio año y que fue también donde encontraron su primera ave muerta, un colirrojo del que tan sólo quedaba un manojo de plumas. Junto a calandrias, trigueros, alondras, murciélagos e invertebrados son animales menores que no suelen figurar en las estadísticas, a pesar de que son víctimas muy frecuentes en el choque fatal.

    Nos distanciamos unos escasos cientos de metros, pero cambiamos en teoría de parque eólico. Pasamos al llamado de Los Cierzos, también propiedad de la misma empresa, dedicada al negocio inmobiliario y desde hace unos años al de las energías renovables. Tal y como llevan denunciando desde hace más de una década las principales ONGs ambientalistas y ahora las nuevas plataformas en defensa del paisaje, un mismo proyecto se suele fragmentar en varios parques menores de 50 Mw, para así evitar que la declaración de impacto ambiental mayor la tenga que hacer en Madrid el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico (MITECO), y que sea la comunidad autónoma la que resuelva las autorizaciones individuales pertinentes, sin tener en cuenta los demás parques eólicos que haya en las inmediaciones, ya estén construidos o no. Aquí, en Aragón, es el INAGA (Instituto de Gestión Ambiental) el organismo oficial que resuelve estos trámites, pero según David Serrano, biólogo titular de la Estación Biológica de Doñana que trabaja con aves esteparias en el valle del Ebro, “no siguen ni tienen en cuenta la clasificación cartográfica de alta resolución hecho por el Ministerio para determinar cuáles son las Zonas Ambientalmente Sensibles a los grandes proyectos de energías renovables que promueve el Plan Integrado de Energía y Clima hasta el año 2030”. Pasa igual en más comunidades e incluso en declaraciones de impacto ambiental del propio Ministerio.

    Seguimos mirando y buscando por el terreno. Aunque estamos revisando sólo debajo de once molinos de dos parques, en el entorno inmediato -en unos pocos kilómetros a la redonda- la vista alcanza a contabilizar alrededor de un centenar de nuevas máquinas levantadas para generar energía renovable. El paisaje parece saturado y siempre surge aquí o allá alguno de estos molinos de viento que se interponen ante la vista alentadora del Moncayo. La ocupación eólica avanza a pasos agigantados por las provincias de Zaragoza y Teruel, especialmente por buena parte de la llamada “España Vaciada” con la promesa de puestos de trabajo que sólo se generan durante la efímera etapa de construcción porque una vez realizados muchos de estos parques son revendidos a petroleras –como Repsol, Total o Galp- y están ya siendo comprados por fondos de inversión de Noruega o de Dinamarca, con lo cual gran parte del dinero y del negocio se va fuera de nuestras fronteras.

    Pero lo que es peor, es que aún se esperan más proyectos en esta zona del valle del Ebro. Ya se habla de una segunda fase, de ampliación, de los contiguos parques. Y lo mismo está sucediendo en buena parte de Aragón, de Castilla-León, de Extremadura o de Galicia, donde está entrando una auténtica avalancha de nuevos expedientes administrativos y se espera multiplicar por mucho la situación actual instalada. “Llueve sobre mojado. Cada día, cada semana que pasa hay nuevos parques en periodo de información pública, en tramitación. La subasta de adjudicación de renovables del pasado mes de enero va a incrementar los proyectos y disparar las prisas por ejecutarlo todo a tiempo, cumpliendo con los plazos administrativos dados”, dice Luis Tirado, delegado en Aragón de SEO/BirdLife. Las empresas promotoras como Forestalia o Green Capital pugnan por las subastas de megavatios, dispuestas a construir con celeridad parques eólicos y fotovoltaicos aquí y allí por todo Aragón. “En estos momentos se mezcla la desmesura con la improvisación, la falta de planificación y la incapacidad de análisis”, comenta un funcionario que prefiere permanecer en el anonimato. Los técnicos de Industria de Aragón tampoco dan de sí en sus despachos, pero para los políticos la situación supone un periodo rentable de cara a las urnas, pues es vender beneficios en el mundo rural, dinero, pujanza, puestos de trabajo, medioambiente… y todo ello sin detraer apenas de sus presupuestos, dado que bastará con dar las autorizaciones ambientales y administrativas pertinentes para seguir adelante con ciertos proyectos que, en algún caso, están siendo declarados de utilidad pública con el fin de eliminar obstáculos si hay dueños de fincas que se ponen a facilitar el suelo elegido.

    Los grupos ecologistas, que están solicitando una evaluación ambiental global, estratégica, sumando impactos de todo tipo, tampoco dan abasto ya que no tienen los medios ni el personal para estar semanalmente leyendo los boletines oficiales, estudiar cada proyecto de energía solar y eólica, además de redactar alegaciones en compañía de técnicos o de un abogado a la hora de participar en el periodo de información pública durante un periodo de 15 días a un mes. Algo así es lo que les ha pasado con un parque solar y otro eólico que irán ubicados en la estepa sur de la ciudad de Zaragoza, en el barranco del Montañés y en el Acampo Estrén –finca cinegética propiedad de la familia Luengo, magnates de la minería del carbón-, donde se da luz verde a proyectos que afectan a la Red Natura 2000 y en áreas en las que habitan especies protegidas como la alondra ricotí o la ganga ibérica, dos aves escasas en Europa que no disponen aún del esperado plan de conservación que el Gobierno de Aragón inició a redactar hará seis años. Mientras tanto el tiempo pasa y los proyectos se cuelan con medidas correctoras de tipo “cosmético”, pasando desapercibidos sin que nada logre frenarlos a tiempo en su perjuicio hacia los paisajes, la fauna, la flora y las gentes rurales que terminan por malvender un recurso valioso en muchos casos.

    José Antonio Domínguez, portavoz de Amigos de la Tierra en Aragón, recuerda que los primeros aerogeneradores se instalaron hace unos 25 años en el municipio de La Muela –donde su alcaldesa fue enjuiciada y terminó en prisión por delitos urbanísticos-, y donde hoy habrá cientos molinos. Estos se suman a los de los llanos del Plasencia de Jalón y Pedrola, a los 150 de las Planas de María o los de la Muela de Borja… y el avance va a ser imparable en comarcas turolenses como el Maestrazgo o el Matarraña, en un territorio que no está preparado porque ni hay planificación energética, ni ambiental, ni tampoco de ordenación territorial. En las Cortes de Aragón el propio partido del Gobierno, el PSOE, ha votado en contra de crear una moratoria a los nuevos proyectos e incluso a realizar el necesario plan de ordenación territorial de los recursos energéticos, punto del orden del día que finalmente ha sido aprobado aunque sin calendario ni fecha a la vista. Álvaro Sanz, el portavoz del grupo parlamentario Izquierda Unida alertaba recientemente que se da la circunstancia de que en Aragón hay más de 200 centrales eólicas y fotovoltaicas en servido o autorizadas, y que a su vez se preparan otros cientos de eólicas o solares en marcha. Algunas incluso afectan a espacios protegidos, a entornos singulares que son una apuesta turística y a la diversidad biológica como las áreas esteparias o las parameras de la cordillera Ibérica. Actualmente, en Aragón ya se produce mucho más del doble de la energía que se necesita.

    Avanza la tarde. El canto de las calandrias, en época de celo, suspendidas en el cielo de Gallur con su bella melodía, se confunde con el zumbido repetitivo de las palas que no paran de girar. El Gobierno tiene prisa por cumplir con la descarbonización de España y por cumplir su objetivo de alcanzar en el 2030 los 89 Gw instalados por tecnologías renovables para así luchar contra el cambio climático, un fin loable. Pero, según como se haga, ello podría suponer otros impactos serios, y las formas demostradas han llevado a un nutrido grupo de más de 25 prestigiosos científicos nacionales a firmar un manifiesto dejando claro en primer lugar su apoyo a estas nuevas energías, conscientes de la oportunidad que se genera, aunque “no así” dicen. “Mejor, con cabeza” afirman. “El ambicioso plan estatal tiene un lado oscuro, puesto que hay una carrera desaforada por proponer nuevas instalaciones y el número de solicitudes de conexión a la red eléctrica se ha disparado”, exponen a la vez que siguen: “Asistimos a un secuestro de la administración ambiental, incapaz de responder en tiempo y forma. Cada megavatio instalado supone la ocupación de un mínimo de dos hectáreas, es decir, hablamos de decenas de miles de hectáreas. Muchos proyectos se van a ubicar en lo que gran parte de la población considera zonas marginales, áreas poco productivas de llanura, zonas agrarias y esteparias de escasa apreciación social, pero que son las que albergan valores naturales únicos que hacen de España el baluarte de la conservación de la Naturaleza en Europa”, sentencian estos expertos que consideran un dilema falaz el hecho de tener que elegir entre combatir la pérdida de la biodiversidad o afrontar el problema del cambio climático.

    Se acerca la noche, y en el octavo molino ha caído un milano real. No sólo es una especie protegida, sino que está catalogada como en peligro de extinción, la máxima categoría de amenaza para una especie faunística, la misma que tiene el lince o el oso pardo. María le hace fotos para regístralo y avisan a la emisora de Agentes de Protección de Naturaleza del Gobierno de Aragón para que conste legalmente a todos los efectos, ya que se trata de un hecho que en caso de repetirse y de apercibir a la empresa podría llegar a ser causa de delito ambiental. Un guarda forestal deberá venir a recoger el cadáver, y siguiendo un protocolo reglado lo llevará al Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de La Alfranca donde los veterinarios especializados hacen la necropsia y levantan acta de lo sucedido.

    Estamos en un entorno ecológico anodino, agrícola, más bien poco salvaje… donde se mezcla el regadío con los campos de cereal de secano, y donde casi toda la superficie del terreno está labrada o cultivada. Y, sin embargo, aquí dos personas amateurs han hallado en menos de un año casi medio millar de animales muertos, ya que el valle del Ebro constituye un corredor natural en el flujo migratorio de las aves, donde la sobreabundancia de conejos atrae a numerosas aves rapaces… y donde la proximidad del río Ebro o del pantano de la Loteta hace de todo este entorno un punto relevante para multitud de fauna. “Pero sabemos que la cifra real de mortalidad debe ser muchísimo más alta a lo que uno se encuentra, estimada por algunos biólogos en siete veces más. Muchos cadáveres son recogidos y limpiados por los zorros, depredadores que aquí abajo casi comen a mesa puesta. Los cuerpos desaparecen del entorno sin que queden pruebas de su muerte”, explica José Antonio Pinzolas, quien se pregunta: “¿Qué sería si esto fuera una zona natural más relevante, como las estepas del sur de Zaragoza o las de Belchite, donde ya se están colocando nuevos molinos?”.

     De repente les llega al móvil un wasap en el que un colega les avisa de la traumática muerte de un águila real en un molino cercano, distante a unos 15 kilómetros de donde estamos. La imagen va acompañada de este mensaje: “La reina destronada”. La próxima baja en esta lotería mortífera quizás podría ser un águila perdicera, un alimoche o una alondra ricotí, especies de gran interés para la Unión Europea para las que declaran áreas protegidas, se destinan recursos económicos y se contrata personal de conservación.

    Asustados por la noticia, nos acercamos a los últimos molinos, erigidos a unos 600 metros de un lugar que al final del verano se convierte en el mayor dormidero postnupcial para el cernícalo primilla en toda la región. “Aquí se llegan a concentrar unos 800 ejemplares de este halconcillo estepario que, mira por dónde, sí que cuenta con un Plan de Conservación del Hábitat por parte del Gobierno de Aragón”, explica María, un plan que hace aguas puesto que su aplicación no ha impedido la pérdida de la mitad de la población en los últimos diez años, pasando de las 1.221 parejas reproductoras conocidas en el año 2009 a las 663 del 2016. Estos parques, desde luego, serán un factor determinante para apuntillar ese declive, y de hecho José Antonio y María ya han encontrado 7 ejemplares muertos al pie de estas torres y aspas de energía ecológica. Afortunadamente, en esta tarde ventosa no localizamos nada debajo de los últimos postes a revisar. Pero cerca, muy cerca, quedan más molinos y otros parques que ya no da tiempo a mirar y donde podría haber otros casos de impacto.

   El sol declina en el horizonte de Gallur, y su esfera anaranjada se oculta tras el bosque de molinos eólicos y de los tendidos-trampa que también suponen las asociadas y numerosas líneas eléctricas. Los atardeceres ya no son como antes, como aquellos que se veían hace veinte años. Es más, dentro de unos meses, o a lo sumo en un par de años, el horizonte habrá sido sembrado de nuevos proyectos auspiciados en pos de un futuro más verde, más ecológico. José Luis Lagares, veterano naturalista turolense, afirmaba en un artículo para la prensa aragonesa que “visto lo visto, ni son parques, ni son verdes, ni tampoco sostenibles”. Muchas comarcas rurales están siendo ocupadas por elementos extraños al paisaje tradicional bajo la etiqueta de transición ecológica y de emergencia. Se oculta así una gran afección que los propios ecologistas están ya empezando a considerar como un nuevo expolio a los recursos naturales. Lagares advierte de que ahora mismo se está gestando un gran asalto, histórico, al paisaje y la biodiversidad de Aragón: “Nunca antes se había dado una amenaza tan global. Puntualmente, sí, muchas. Pero así, de forma global y a una velocidad de vértigo, nunca jamás”. Pero como suele argumentar José Antonio Pinzolas “la única energía limpia es la que no se consume”, aunque no debemos de olvidar que el gran problema es que vivimos en el tiempo del despilfarro, del derroche energético, donde apenas se fomenta el ahorro o el autoconsumo, ya que el 20% de la energía generada se llega a perder durante el transporte… y que todo este modo de vida moderno tiene un coste ambiental, un grave impacto sobre la vida.

   Hoy, contemplando este atardecer primaveral, perturbado visualmente por el oligopodio del sector energético, me doy cuenta de que al menos desde aquí el Moncayo es un Dios que, ciertamente, ya no ampara. Frente a este Goliat que avanza, uno más que pequeño se siente realmente impotente.

*Este artículo fue redactado en el marzo de 2021. En dos años la realidad ha cambiado para peor.