Los “solencios” de la Sierra de Guara


Por Eduardo Viñuales

    Solencios, que no silencios.Puede que no sepamos que es un “solencio”, que no es lo mismo que un “silencio”.En la Sierra de Guara hay varios de ellos, muy próximos entre sí: el de Morrano, el de Bastarás y el de Santa Cilia.

“Solencio” es el nombre que recibe en la sierra lo que los geólogos llaman a un “trop-plein” o a un “sifón”, es decir, …

Eduardo Viñuales
Escritor Naturalista

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…curiosas bocas de salida de un sistema subterráneo de galerías kársticas por donde mana el agua en momentos muy puntuales, cuando lo que es el acuífero interior se llena y se satura, o cuando se produce un vistoso y sonoro “reventón” que tan sólo acontece tras deshielos o periodos de lluvias fuertes y de excepción.

    Podríamos decir que el funcionamiento de un sifón es similar al de un inodoro: hay una gota que colma el vaso y todo el contenido del agua sale, vaciando bruscamente su interior por presiones hidrostáticas, de forma súbita. Por eso “trop-plein” es una palabra francesa que significa “demasiado lleno, que rebasa”.

   Muy cerca del Huevo de Morrano y el abrranco de la Peonera, se descubre como una sorpresa el Solencio de Morrano, medio oculto bajo un pino, bojes y zarzas: la entrada a esta curiosa cavidad de más 300 metros de longitud requiere del empleo de material espeleológico, pues entre otros motivos a 10 metros de la entrada que ahora veremos hay una zona inundada que rebasar y se da paso a una bonita sala y grandes “gours”. Generalmente por la “boca” de esta surgencia no sale agua, excepto en época de lluvias intensas. Es, por tanto, la apertura por donde descargan los ríos subterráneos tras un viaje incógnito por las grietas situadas bajo tierra en la montaña caliza.

    Pero es el Solencio de Bastarás -desgraciadamente incluido durante décadas dentro de la finca cerrada del coto de caza privado- el mayor sistema espeleológico del Parque Natural de Guara, con 8.243 metros de desarrollo subterráneo. En el interior de esta cueva sólo apta para muy expertos espelólogos se ocultan salas oscuras, lagos permanentes, orificios estrechos, formas fantásticas, gours, marmitas, chimeneas y columnas. La sala del Baño de las Ninfas destaca por su lago fósil y por sus espectaculares “espeleotemas”, formaciones excéntricas que recuerdan a los corales marinos. Porque este es, sin duda, todo un reservado universo natural de color y roca calcita hecha arte, accesible únicamente a la exploración de los muy experimentados espeleólogos.

    La gruta del Solencio de Bastarás, que ya llamó la atención del geógrafo Lucas Mallada en el año 1870, y de otros pirineístas como Lucien Briet –en 1908- y Albert Tisasandier, ha estado siempre rodeada de un cierto misterio. Las gentes del lugar han venido pensando que en su interior cavernoso se escuchan sonidos extraños y que por sus secretas galerías corren inexplicables corrientes líquidas filtradas. Por eso los pastores locales antiguamente dejaban en la entrada pan y agua, creyendo que allá dentro tenía su morada una bella princesa árabe que en las noches de San Juan podía llegar a raptar a los chicos mozos.

     Cuando se produce el cada vez más raro caso de que el agua inunda todo el sistema subterráneo del Solencio de Bastarás es entonces cuando por el discreto orificio de salida situado al pie de un acantilado se vomita un enorme caudal que vacía la cubeta interior y lo vierte hacia el río Formiga. Se dice entonces que “sale solencio”, tal y como se puede ver en algunas de estas fotos que aporta mi amigo Esteban Anía. Y en ese momento, que puede durar días, un imponente rugido de miles de piedras removidas por la fuerza de las aguas llega a ser escuchado a kilómetros de distancia, tal y como cuentan los vecinos del pueblo de Aguas. En la guía turística del Alto Aragón de Luciano Labastida, del año 1913 se decía: “Es un estrépito de silbidos, trepidaciones, empujes y ruidos subterráneos, como si por aquellas concavidades anduvieran todas las furias del Averno. La impetuosa corriente de agua pone en suspensión las toneladas de piedras acumuladas en el lecho de la entrada, produciéndose, al choque violento de los cantos rodados unos sonidos roncos y tumultuosos que pueden percibirse desde muy lejos. Cuando cesa la actividad del Solencio, todo yace en reposo”.