Salvar Canal Roya: ¡Anayet, Parque Natural!

Por Eduardo Viñuales

    El Gobierno de Aragón y la Diputación de Huesca van a invertir 26’4 millones de euros en unir las estaciones de esquí destruyendo el rico patrimonio natural del valle pirenaico de Canal Roya. Lo mejor frente a esta amenaza es repasar los altísimos valores ecológicos del macizo del Anayet que debería ser declarado urgentemente Parque Natural.


Eduardo Viñuales
Escritor Naturalista
http://www.asafona.es/blog/?page_id=1036

     Que el pico Teide o que gran parte de las Islas Canarias son de origen volcánico, eso es algo que casi todo el mundo sabe. Lo que tal vez nos sorprenda es escuchar que en los Pirineos, junto a los granitos y las calizas dominantes, existen montañas que hace unos 250 millones de años fueron también volcanes activos. Hay quien afirma que se trata de los rescoldos de un incendio mitológico, en referencia a la leyenda de Pyrene. Y, por otra parte, de forma complementaria a la fantasía, los científicos aluden a dos tipos de rocas volcánicas en los Pirineos que poseen un origen diferente: basálticas (en la zona de la Garrotxa, Gerona) o andesitas (como las del Anayet, o el francés Midi d’Ossau).

   El Anayet es una montaña del Pirineo Aragonés, con 2.545 metros de altura, situada sobre los valles oscenses de Tena y de Canfranc. Se puede llegar a ella por ambos lados. Los pioneros del pirineísmo le definieron como “el pararayos de la comarca” por su forma puntiaguda, como “una especie fecha de catedral negra, rodeada de rocas rojas como la sangre, donde la aridez de esta región sin apenas árboles unido a la altitud dan al Anayet una especial grandeza”.

    Los géologos se refieren a las andesitas rojas y negras del Anayet como a los restos de un pitón volcánico, una chimenea de fuego por donde ascendía hacia el exterior la lava, hoy endurecida y fría. Su origen está en el encuentro de las placas tectónicas, en los volcanes que entraron en erupción a finales del plegamiento herciniano. Estas rocas, de mayor resistencia que las del entorno, han quedado en pie, en resalte, frente a la erosión. En el Anayet también se aprecian las huellas de los hielos del Cuaternario, con tipos valles en artesa, o con forma de U. En las cotas superiores, rodeados de paz y de sosiego, se localizan las aguas oscuras y no muy profundas de los ibones de Anayet, lagos de alta montaña asentados en cubetas de sobreexcavación glaciar. Junto a los mismos se halla uno de los paisajes más peculiares de todo Aragón, las turberas. Son de lo más singular que encierra la naturaleza del macizo del Anayet, este tipo de zonas húmedas con plantas higrófilas. En Aragón sólo hay turberas en las cuatro esquinas de la comunidad autónoma: en Benasque, en la sierra de Albarracín, unas pequeñas en el Moncayo y las de Anayet en el Alto Aragón occidental. Las turberas corresponden en realidad a viejos ibones colmatados, rellenos de aportes sedimentarios recientes. Estos ecosistemas cuando están activos presentan masas vegetales vivas en la superficie, mientras que en sus partes profundas se forma la turba a partir de la materia orgánica muerta acumulada.

    El viejo volcán con sus peñascos, pastos, cimas, aristas nevadas y zonas húmedas acoge una variada fauna de alta montaña. La perdiz nival, el acentor alpino y el gorrión de las nieves viven en las cotas más elevadas, en los picos de Anayet, Vértice, Campo de Troya, Culivillas, las Arroyetas, El Porté o Aneu. El quebrantahuesos sobrevuela un paisaje sorprendente, un terreno en el que no faltan las marmotas a la entrada de sus madrigueras subterráneas, el treparriscos, las manadas de sarrios brincando entre las rocas, los topillos nivales que excavan largas galerías en el suelo o los armiños de blanco pelaje en el invierno. Anayet es una montaña viva por los cuatro costados. El águila real, las chovas piquigualdas y el buitre leonado acompañan al quebrantahuesos en sus vuelos de altura. El desmán de los Pirineos, el tritón pirenaico, la trucha y el salvelino pueden ser sorprendidos en los ecosistemas acuáticos.

    Pero si nos fijamos en las plantas, también pronto advertimos que el Anayet no es una montaña más, una cualquiera. Los botánicos pirenaicos saben que su paisaje vegetal del Anayet es la mejor representación de la alta montaña silícea que hay en el Pirineo Occidental. A la existencia de las típicas flores de pastos y rocas de altura –como las gencianas, saxífragas, ranúnculos, cervunos y festucas- se añaden plantas típicamente silicícolas, refugiadas en este relieve, ya que no soportan la cal de las rocas calizas. Uno de estas es un vistoso arbusto, el rododendro, una bella azalea de montaña que florece en estos días. Pero si hablamos de matorrales, no hay que olvidar las formaciones relícticas de sabina rastrera. La flora del Anayet y sus valles –Izas, Canal Roya, Espelunciecha y Culivillas- atesora plantas muy raras en el contexto no sólo pirenaico, sino regional e incluso nacional. En Espelunciecha está localizado la especie Lycopodium clavatum, citada sólo en tres localidades de Aragón, en el alto valle de Tena. En Culivillas crece un helecho, relicto, propio de la época de los dinosaurios, llamado Diphasiatrum alpinum, para el que ésta es la única localidad de todo el Pirineo Aragonés. Lo mismo sucede con Woodsia alpina, que aparece junto al ibón de Espelunciecha, en las fisuras del roquedo.

    En las paredes silíceas del Anayet hay plantas muy interesantes como Saxifraga pubescens, Saxífraga intricata o Primula hirsuta, más propias de zonas como el valle de Benasque que de esta parte de los Pirineos. Pero el conjunto más interesante desde el punto botánico son las turberas de Anayet, donde la especie más típica es la atrapamoscas o drosera, a la que se le suman especies higrófilas como Menianthes trifoliata –sólo en esta zona-, Hippuris vulgaris –en el Corral de las Mulas- o Potentilla palustris –muy rara, con la única localidad de todo Aragón-. También se ha citado en este entorno un brezo cantábrico, Erica tetralix.

    Los ecologistas y montañeros de todo el país solicitan desde hace más de 20 años que la montaña de Anayet sea protegida por el Gobierno de Aragón como un Parque Natural, una reivindicación urgente -hoy más que nunca- y fundamentada ante la inminente amenaza del proyecto de expansión y/o unión de las estaciones de esquí de Formigal, Astún y Candanchú. Hace unos años el valle de Espelunciecha ya fue drásticamente dañado por las excavadoras, junto a la frontera con el Parque Nacional francés de los Pirineos, la máxima figura de protección legal con que se puede dotar a un espacio natural. Este es un patrimonio de todos que estamos perdiendo.

      Ya por aquel entonces se pidió que las Canales de Izas y Roya debían ser reconocidas como corredores biológicos dada la extraordinaria importancia que poseen para el mantenimiento del equilibrio ecológico entre los valles de Canfranc y de Tena y para la conservación de especies silvestres. Hoy lo reiteramos de nuevo. También se destacaron sus múltiples valores naturales, unidos a los restos arqueológicos, en cuanto a yacimientos megalíticos existentes en la zona: de un dolmen, varios túmulos y varios círculos de piedras se tiene constancia en Canal Roya y de tres dólmenes, cuatro túmulos y varios alineamientos circulares en la Canal de Izas, que podrían determinar uno de los complejos megalíticos más importantes y espectaculares del Pirineo. Teniendo en cuenta que los monumentos son inseparables de su entorno y que en armonía con éste adquieren su auténtica expresión, hay que preservar todo este conjunto. Una parte como Bienes de Interés Cultural. Y todo el entorno como el Parque Natural del Anayet. El conjunto del Anayet –a excepción de una pequeña superficie que son las turberas- fue en su día excluido deliberadamente de la Red Natura 2000 por parte del Gobierno de Aragón, pues ni es ZEC (Zona de Especial Conservación) ni es ZEPA (Zona de Especial Protección para las Aves). Sin embargo, valores justificativos tiene el lugar más que de sobra en ambos casos.

    La Diputación de Huesca -como brazo promotor de esta aberración en el año 2023-, junto con los alcaldes del Pirineo y el Gobierno de Aragón -como brazo ejecutor- orquestan la destrucción inminente de la Canal Roya con la instalación de hierros, remontes, torretas, cables… dinamita, cemento, homigón, ruido, horizontes perturbados… en un paisaje que desde el año 1989 está en la lista de espacios naturales a proteger en Aragón.

     De Europa llegan ahora que ya no nieva tanto -ni nevará- 26’4 millones de euros de fondos de la UE de recuperación y resiliencia tras la pandemia del COVID para actuaciones y planes de “Turismo Sostenible”. Entre ellas casi sólo para esto… ¡Encima recochineo!