Más turismo que realmente sea sostenible, por favor…


Por Eduardo Viñuales

   Hablemos de turismo… sostenible. Porque hay muchas maneras de viajar, pero la única aceptable es desde el respeto y el amor incondicional. Conscientes de que formamos parte del medio natural, abogamos por un turismo sin abusos, ni codicia. Educado y respetuoso. De eso habla mi último libro.

     No es “turismofobia”, qué va, todo lo contrario. Pero este verano ha habido varios incidentes o noticias desagradables en nuestras montañas y paisajes naturales que nos deberían de llevar a una reflexión para mejorar una situación que en ocasiones ralla lo indignante: autobuses que desde Barcelona invitan a acudir masivamente a bañarse gratis en las pozas de un río oscense donde está la toma de agua del pueblo, una conocida “influencer” que en redes sociales se salta la normativa de protección de un espacio tan frágil como el Parque Nacional de Ordesa y que –con miles de seguidores- lo publicita en sus redes sociales, helicópteros que te suben a una cumbre pirenaica de casi 3.000 m para que te tires en bicicleta monte a través, una trail con 3.800 corredores que trillan a toda velocidad los escenarios salvajes de un Parque Natural protegido y suben a la cumbre del Aneto… o ayuntamientos como el de Panticosa o el de Cantavieja que siguen invirtiendo dinero público en pasarelas, tirolinas y en un tobogán que nos costará a los aragoneses 6’7 millones de euros, como si no hubiera otras necesidades u otras empresas y actividades del sector a las que apoyar decididamente.

     Frente a todos estos ejemplos realmente existe otro tipo de turismo, de filosofía: el turismo sostenible, con iniciativas, empresas, emprendedores y viajeros verdaderamente conscientes y responsables para con los valores de un patrimonio cultural o natural de lujo. Algunos de ellos han quedado recogidos y aparecen en mi último libro: “Guía del turismo sostenible (II) del Pirineo Central” que ha publicado Sua Edizioak, dentro de su colección “El mundo de los Pirineos”.

     Este libro resume muy bien todas las propuestas e iniciativas que en esta parte de la cordillera montañosa caminan hacia un futuro mejor, dado que todas ellas se plantean un cambio real para darle la espalda al actual horizonte de crisis ambiental y desastre climático que impera.

    Sus páginas, agrupadas en cinco bloques o capítulos, nos ofrecen algo más que simples ideas o propuestas. Son 25 proyectos hechos ya realidad por gente impulsora y valiente -muchos de ellos están protagonizados por mujeres- que día a día trabajan por encarar otro mañana diferente dentro del ámbito del turismo responsable, de la agricultura o ganadería ecológica, echando mano de la investigación científica, desarrollando una interesante iniciativa local o, ¿por qué no?, protegiendo el territorio natural frente a la entrada de las multinacionales externas o los grupos de presión empresarial que se quedan con la patente de las semillas, que alteran la dinámica de los ríos o que son capaces de reventar parajes naturales tan maravillosos como es el valle glaciar de la Canal Roya.

     En sus páginas queremos hablar de belleza, de alta montaña, del quebrantahuesos y de la flor de nieve, de los últimos hielos glaciares pirenaicos, de historia… pero también queremos referirnos a la apuesta por los productos locales, a ferias y mercados tradicionales, a marcas ecológicas, a educación ambiental, a conservación de la biodiversidad, al necesario decrecimiento, a la lucha contra la despoblación y al cambio global. Aquí están el pastor que quiere convivir con el oso, el agricultor que no envenena el terreno y cuida del suelo vivo, el guía de montaña que lanza un mensaje conservacionista, la casa rural reconstruida con criterios de bioconstrucción, el festival de verano que sólo emplea energía renovable… o el sabio catedrático de geografía que va más allá de dar clases en la universidad y que se implica sin pelos en la lengua por la protección de estos Pirineos que tanto amamos, como es Eduardo Martínez de Pisón.

    Estas páginas, además, a través de 25 excursiones a pie nos invitan a conocer mejor el terreno, a visitar a los protagonistas de dichas iniciativas y a caminar paso a paso, sin prisa, por esos entornos naturales tan especiales y hermosos del Pirineo Central: desde los paisajes queseros del Midi d’Ossau o el valle de Aspe, hasta los pueblos de la cara norte de la Sierra de Guara, pasando por ibones, castillos, pueblos deshabitados, árboles singulares, ermitas rupestres, valles alpinos, senderos botánicos, miradores y cumbres destacadas… o por los prados melíferos del alto Valle de Tena repletos de flores multicolores e insectos polinizadores.

¡Bienvenidos a un Pirineo mejor, de veras sostenible!

     Para terminar, y a modo de botón de muestra, aquí os dejo un ejemplo de lo que estamos hablando: los quesos que los pastores amigos del oso elaboran en las montañas francesas gracias al impulso del FIEP (Fondo de Intervención Ecopastoral).

Los quesos del amigo del oso

 “Pé Descaous”, la marca de que la convivencia es posible

      El Fondo de Intervención Eco-Pastoral de Francia quiere conservar al oso pardo, y una de sus líneas de acción más interesantes ha sido la de trabajar en colaboración con los pastores que cuidan de sus rebaños en territorio osero. Con aquellos productores de queso del Alto Béarn que aceptan vivir pacíficamente con el oso impulsan un queso artesano de calidad que lleva impresa la huella del plantígrado, “Pé Descaous”, una marca registrada con doble intención.

     Uno de los grandes desafíos para la sostenibilidad de la ganadería extensiva en los espacios naturales de las áreas de montaña es tratar de compatibilizar su presencia con la de los grandes carnívoros silvestres: el lobo y el oso, principalmente. Es bien sabido que esa convivencia o coexistencia resulta perfectamente posible si se adoptan una serie de medidas en el manejo del ganado y que consisten en la vigilancia de los rebaños en los puertos ganaderos, contar con la presencia las 24 horas del día de grandes perros mastines del Pirineo –el “patou”-, además de encerrar el ganado en un vallado electrificado adecuado cada noche para protegerlo de posibles daños o ataques por parte de los depredadores.

     Desde hace décadas existen el Pirineo iniciativas y experiencias que tratan de conseguir que osos y pastores de ovejas, cabras o vacas puedan vivir juntos, en paz, en los mismos parajes. Es el caso del FIEP (Fondo de Intervención Eco-Pastoral), una organización no gubernamental de ámbito estatal creada tempranamente en el año 1975 que, entre otras muchas acciones para la conservación del oso –como símbolo- y la excepcional biodiversidad pirenaica, ha venido ayudando e impulsando la labor profesional de los pastores en el lado norte del Pirineo Central, un modo de vida tradicional, una antigua cultura en riesgo de desaparición que todavía se sigue desarrollando entre los valles de Ossau, Aspe y Barétous.

    Para ello han creado y registrado una marca comercial de queso artesano de calidad elaborada por los pastores trashumantes del Alto Béarn, en esos montes de cumbres rocosas, pastos, nieblas y bosques de hayas… y que lleva el nombre de “Pé Descaous” –el que anda descalzo, que es uno de los apodos del oso-. Este rico queso, fácilmente identificable porque lleva impreso el relieve de la huella o pisada del oso pardo, cuenta con un reglamento de calidad muy estricto en cuanto a alimentación del ganado –sólo hierba fresca- y a la fabricación del alimento, puesto que se basa en un proceso de elaboración totalmente natural. Un rico queso que es, por tanto, el emblema de una gestión ganadera sostenible en el territorio, digna de promocionar, y que se puede adquirir por venta directa en las granjas o bien en mercados locales y a través de SARL des Bérgers de Haut Béarn –que es el brazo comercial de la asociación de pastores, miembros del FIEP-.

     Uno de los nueve ganaderos-productores artesanos es Maxime Bajas. Su casa-granja, la “Gaec de l’Aouda”, se ubica en los alrededores del pueblo Bedous, donde cuida de unas cien ovejas de leche. Durante los meses de verano sus animales suben a pastar junto con otros 700 más, de otros cuatro campesinos vecinos, a las estivas de alta montaña de Banasse, en la cabecera del valle de Aspe. “Nunca hemos tenido ningún susto con el oso. Además, a pesar de que disponemos de burricos para hacer viajes diarios arriba y abajo, al estar en un territorio protegido donde vive este mamífero en peligro de extinción, el Estado Francés y Europa nos ayudan con porteos de helicóptero para cargar el material y los víveres hasta la cabaña que tenemos en altura”, comenta este joven pastor con 20 años de experiencia. Maxime considera que el problema es que en muchos casos se están perdiendo las buenas prácticas del pastoreo, ese ancestral modo de cuidado diario que a su vez también evita el que las ovejas puedan enfermar por miasis cutánea, la larva de una mosca, que en un par de días ataca las heridas, y entra por la nariz y por los ojos del ganado… o bien por otras nuevas patologías que están llegando derivadas del cambio climático. “El oso es un gran animal y un problema pequeño. Mientras que ese insecto es un pequeño animal, pero resulta un problema grande que debemos vigilar”. Por eso, en coherencia con su ética de respeto a la biodiversidad y en busca de conseguir un queso de calidad, Maxime no usa productos químicos: “Respeto las bacterias vivas de la leche que son un antibiótico natural para la flora intestinal del estómago, aunque la leche cruda me obligue a trabajar todos los días. Pienso que eso ayuda a la salud y al bienestar”, comenta este ganadero que durante su estancia estival en la montaña producirá unos 200 quesos redondos, de 5 kilos cada uno.

     Los quesos Pé Descaous, amigos del oso, se realizan con queso de leche cruda de razas locales –oveja “vasco/bearnesa”-, sin ensilaje ni piensos industriales, y son producto de una elaboración diaria para que la leche no se estropee… no aceptando ningún tipo de aditivo que no sea el cuajo o la sal. Por la mañana y por la tarde, en el refugio, el pastor tiene que ordeñar manualmente a las ovejas. Y todos los días hace queso. La leche primero se calienta a 30ºC, se cuaja y se deja una hora. Tras su cuajo, se ha de cortar y se procede al escurrido. Entonces se recalienta a 38ºC y se deja otra media hora de reposo. El queso así se va formando en el fondo por separación natural. Se pasa posteriormente a un molde perforado, se prensa y se deja escurrir 24 horas. Después, se le coloca la chapa con relieve que va a dejar estampada la característica huella del oso, marca de esa armónica convivencia entre la naturaleza salvaje y el pastor. Y finalmente, la pieza se traslada a la sala de curado, donde cada queso será salado, limpiado y volteado todos los días durante los más de cuatro meses que suele durar su maduración, hasta que esté bien curado.

     Los quesos Pé Descaous que el FIEP impulsa tienen un doble objetivo: contribuir a la preservación del oso en los montes del Pirineo y a la vez poner en valor el queso artesano, lanzando y apoyando un producto que en el mercado habitual suele quedar peor posicionado que las marcas comerciales habituales, de otros quesos más industriales. Esta es una manera, además, de que el pastor obtenga el máximo beneficio al eliminar los clásicos canales de venta que hacen de intermediarios.

No te debes de perder…

     Los nueve productores de venta directa del queso Pé Descaous se localizan en la vertiente septentrional de la cordillera, en la región del Alto Béarn. Se trata de verdes valles de antigua tradición ganadera -y también osera- como los de Barétous –accesible a través del puerto fronterizo de la Piedra de San Martín-, de Aspe –por el puerto de Somport- y de Ossau –al norte del puerto de Portalet-, donde todavía se conservan parajes tan hermosos como pueden ser el Circo de Lescún y el Parque Nacional de los Pirineos, el Chemin de la Mature, las Agujas de Ansabère, el Pic de Anie, el Gran Billare, la Mesa de los Tres Reyes, el Midi d’Ossau -con el refugio de Pombie-, las Gorges de Bitet… o los lagos Arlet y de Bious-Artigues.

      Maxime Bajas tiene su granja y su hogar familiar encima de Bedous, al pie de la montaña de Taulères… aunque los meses del verano los pasa en la zona alta de Banasse, accesible a casi dos horas de camino a pie desde Urdos, una extraordinaria cuenca donde se localiza a 1.870 m de altitud la cabaña pastoril y la balsa de Gourgue Sec, cerca del lago de Arlet –al otro lado del Achar de Aguas Tuertas-, terreno abierto donde el quebrantahuesos, las marmotas, los rebecos y el oso pardo se sienten protegidos al estar dentro de los límites de uno de los mejores parques nacionales de Francia. Allí, junto a su mujer Barbara Vinérier, permanece desde mitad de junio hasta el día 20 o 25 de septiembre, elaborando queso diariamente hasta mediados del mes de agosto.

    El recorrido en vehículo por los distintos puntos de venta de esta marca de queso “amigo del oso” se puede convertir en un bello viaje por bosquetes, prados, caseríos y granjas en el entorno de localidades como Arette, Bedous, Buziet, Lucq de Béarn, Tardets y Oloron-Sainte Marie… pero, por supuesto, también en un periplo por los sabores auténticos, típicos de la tierra. La situación exacta de estos puntos de elaboración y venta del producto suele estar señalizada mediante carteles en carreteras y cruces de caminos. Aunque en la página web del FIEP se halla, además, la dirección y el teléfono de cada uno de los productores si se quiere entrar en contacto directo con ellos.

   A través de algunos caminos como la gran ruta transfronteriza del lado norte, el GR-10, podemos unir el vallée d’Ossau con el vallée d’Aspe. Un tramo muy bonito es el que parte desde la presa de Bious-Artigues y sube a los lagos de Ayous.

El Fiep-Grupo Oso Pirineos

     El núcleo occidental de oso pardo pirenaico cuenta actualmente con unos nueve individuos. Después del bajón poblacional con la muerte de la osa Canelle, la situación ha mejorado en los últimos años gracias a la suelta de dos nuevas osas, Claverina y Sorita. Esta última ha criado en estos valles y se pasea en compañía de sus dos oseznos por los bosques más recónditos de Ossau.

    De las andanzas de estos animales y de los problemas que existen para la conservación de la especie lo sabe casi todo el naturalista Gérard Caussimont, presidente del FIEP-Grupo Oso Pirineos, el Fondo de Intervención Eco-Pastoral cuya misión principal es proteger la naturaleza y en particular al oso como símbolo máximo de unos Pirineos salvajes, plenamente vivos.

     Para Caussimont “nosotros fuimos entonces precursores en esa idea de cohabitar. Está en el nombre inicial, es el lema de nuestra asociación, y se puso cuando aquello de la coexistencia parecía completamente incompatible. Y es que el pastor que hoy en día no quiere reducir esa conflictividad –como está sucediendo en la región de Ariège- es por razones ideológicas políticas, sindicales o porque no quiere bajarse de una postura reivindicativa”.

    El FIEP hace seguimiento de individuos, estudia los hábitats forestales de montaña, instala cámaras de fototrampeo, acude a ferias y congresos, difunde exposiciones y realiza proyecciones, edita documentos pedagógicos, visita numerosos centros escolares en pueblos de montaña para sensibilizar a los más jóvenes… y, por supuesto ayuda desde hace 40 años a un conjunto de 130 criadores y pastores en zonas oseras con actuaciones como puede ser la marca de queso “Pé Descaous”, la mejora del transporte mediante helicóptero, la adquisición de perros guardianes, el arreglo de refugios y cabañas, facilitando una información fluida entre los ganaderos y la administración que pudiera ser de interés… o llevando a cabo la instalación de estaciones de radioteléfono con paneles solares que permiten conectar cabañas entre sí y que evitan el aislamiento en altura, mejorando la seguridad en caso de urgencia. Caussimont comenta: “Nos gusta trabajar con la gente que está en el monte, y que quiere mejorar sus condiciones de vida y económicas. Subimos a visitarles cada cierto tiempo”.

    Hoy en día, gracias a sus reclamaciones naturalistas y a los planes de desarrollo rural de la Unión Europea, un pastor de la región francesa de Nueva Aquitania que está en zona osera se beneficia de distintas ayudas o indemnizaciones: 2.500 euros al mes por pastor contratado bajo la condición de hacer vigilancia del rebaño en verano, la compra de mastines -y un pago por el coste de su mantenimiento durante los 12 de meses del año-, además de para la adquisición gratuita de cercados eléctricos.

Excursión

Lagos de Ayous, entre Aspe y Ossau

   A medio camino entre los grandes valles de Ossau y de Aspe se dispone un enclave privilegiado que todo buen amante de los Pirineos debería de conocer, si aún no lo ha hecho. Se trata de los lagos de Ayous, en el Parque Nacional de los Pirineos, láminas de aguas limpias y azules donde se refleja como en un espejo diáfano uno de los picachos más imponentes y emblemáticos de la cordillera, el gigante Pic du Midi d’Ossau.

     Partiremos andando por el sendero GR-10 del amplio aparcamiento de Bious-Artigues, a 1.420 m, donde seguimos una pista forestal que junto al bosque de hayas se dirige en dirección suroeste, bordeando la orilla del embalse del mismo nombre. Al cabo de media hora se atraviesa el puente de Ayous y se sube en dirección suroeste por la margen izquierda del arroyo. Se deja un cruce a la izquierda para bajar al puente de Bious y se prosigue hacia el oeste por el bosque. Después de un claro –donde está la cabaña del collado de Long de Ayous-, el camino vuelve a los árboles y abandona el bosque para tomar una fuerte pendiente por un pastizal que nos llevará en una hora y media a las inmediaciones del lac de Roumassot, a 1.845 m de altitud, el primero de los lagos escalonados de Ayous.

    Pasamos por el flanco norte del estanque menor de Miey… y pronto llegamos al lago más grande de este conjunto, el de Gentau, a 1.950 m, en cuyas orillas veremos un refugio de montaña que está guardado en verano -desde el 18 de mayo al 8 de octubre- y que dispone de capacidad para 50 plazas. Su terracita es un buen punto para descansar y contemplar el conjunto natural.

    Volviendo unos pasos atrás, sin necesidad de continuar a otro lago superior –el de Bersau-, continuaremos por ese sendero GR-10 que se desvía al noroeste hasta el collado de Ayous –a 2.180 m- desde donde abandonando el camino balizado –que va a Larry a Etsaut- podremos acometer la cresta montañosa que separa los dos valles citados -Aspe y Ossau- hasta la cumbre rojiza del pico de Ayous (2.288 m), mirador privilegiado sobre todo este enclave en el que  todavía rondan los últimos osos pardos del núcleo occidental de los Pirineos. Un paisaje que se ve dominado por la mole colosal del Midi de Ossau, un relieve especial y atípico. No sólo porque destaca y capitanea dichos escenarios, solitaria y aislada, sino porque su génesis geológica no tiene apenas que ver con el origen de otros montes que le rodean, a excepción del cercano Anayet. El Midi (2.884 m), con paredes escarpadas de más mil metros de caída libre, forma parte de la gigantesca caldera volcánica de un antiguo volcán que existió hace 285 millones de años, de aquella época tan remota en la que acababa de aparecer lo que los expertos conocen como Cadena Hercínica. Lo componen cuatro grandes puntas: el Gran Pic, el Petit Pic, la Punta Jean Santé y la Punta Aragón.

Ficha de la excursión

  • Tiempo: De 2 h 30 min a 3 h, sólo ida.
  • Desnivel: 1.000 m.

· Dificultad: Media. Para reservar plaza en el refugio guardado –verano- hay que llamar al teléfono (00 33) 05 59 05 37 00. En invierno queda abierta una parte del refugio con capacidad para 10 personas. No se permite el acceso con perro