Por Eduardo Viñuales
Verdes frondas, amantes de la lluvia y, por lo tanto, de una alta humedad en el ambiente. Estas exuberantes plantas de otro tiempo pretérito en la larga Historia de la Tierra suelen vivir en los Pirineos al amparo de los bosques atlánticos, especialmente en rincones frescos, donde el agua de las nubes o de las nieblas…
….persistentes se condensa sobre las hojas y llega a chorrear hasta el suelo.
Helecho en euskera se dice “iratze”.
En el Pirineo hay más de 60 especies diferentes. Aquí vemos y citamos algunas de interés.
– Helecho común o águila (Peteridium aquilinum).
Abundante helecho amante de la luz que aparece en hayedos, robledales y en las zonas de landas o pastos húmedos junto a brezos, argomas y gramíneas atlánticas. En otoño otorga al paisaje bellos colores amarillos, dorados y cobrizos. Es una planta tóxica que se ve favorecida en su expansión por el uso del fuego.
– Trichomanes speciosum.
Delicada especie pantropical que vive en barrancos abrigados, cerca de algunas cascadas, creciendo en las oquedades o entrantes de la roca por donde rezuma el agua. Su presencia en el valle de Baztán indica un microclima muy especial, saturado de humedad.
– Polipodio (Polypodium vulgare).
Especie nemoral –sombría, del interior boscoso-, característica de ambientes húmedos. Es frecuente en montañas de la zona atlántica como los montes del Bidasoa, el Señorío de Bértiz, la Peñas de Aia… e incluso llega a zonas prepirenaicas como la Sierra de Leire.
– Lengua de ciervo (Asplenium scolopendrium).
Otra típica especie nemoral que se refugia en pozos, barrancos muy húmedos y bosques de umbría. Sus hojas son largas y no están divididas o subdivididas en segmentos.
– En alisedas y bosques de ribera.
Otras especies de zonas húmedas y riberas son la helecha (Polystichum setiferum), el helecho hembra (Athyrium lilix-femina), el falso helecho macho (Dryopteris afinis), el helecho real (Osmunda regalis) o diversas clases de equisetos, también conocidos como “colas de caballo”.
Curiosidad:
En primavera los helechos brotan, despiertan del letargo invernal, y despliegan sus tallos y hojas formando una especie de espiral viva, una espiritrompa, adoptando una forma que recuerda al báculo de un obispo. Es lo que los botánicos llaman un crecimiento “circinado”.