Por Manuel Medrano
“Desde el este de Berlín” es el título general de la muestra que Víctor Solana presentó el pasado jueves 15 en la Galería Cristina Marín (c/ Manuela Sancho nº 11, de Zaragoza).
Víctor ya expuso en la galería hace dos años, y ahora nos muestra su último trabajo. La serie, que ocupa las dos salas del local, se compone de pinturas y dibujos de gran y pequeño formato en los que se nos habla, según el texto en español y alemán que hay al entrar, “del cambio de unas costumbres por otras, aprender un nuevo idioma para poder empezar a comunicarte, integrarte en una cultura diferente, tener una pequeña parte de tu vida en cajas de cartón, el sentimiento de estar incompleto.
“Desde el este de Berlín” es el resultado de un año fuera del país de origen, de las vivencias en otro lugar diferente del tuyo. Concretamente en la parte este de Berlín. Una ciudad con una gran extensión, con grandes avenidas y bloques hormigueros prefabricados, nieve y hielo en el invierno. De este paraje frío y sobrio nacen estas imágenes y personajes. Ellos no quieren hablar o retratar a alguien concreto, no nos dan nombres. Son seres incompletos, suspendidos en el aire que no encuentran su lugar. Están apresados y amordazados con cinta de embalaje. Pretenden transmitirnos las sensaciones que se originan cuando alguien marcha a lo desconocido, cuando se debe comenzar desde el principio. Nos hablan sobre todas aquellas dificultades por las que pasan, la incomprensión e incluso la soledad y melancolía que llega cuando se está lejos de nuestros orígenes. Han nacido en este lugar inhóspito y bajo estas circunstancias, no podría haber sido de otra manera.”
Esto nos dice el autor. Yo añadiré dos cosas. En primer lugar que, como comentaron la arqueóloga y abogada María Antonia Díaz (Secretaria de la AAPGA) y la escultora Débora Quelle, este trabajo de Víctor Solana recuerda en varias de sus creaciones el estilo de Caravaggio, el procedimiento que utilizaba el pintor italiano de moldeado de figuras con un foco que construye y gradúa la luz y la tiniebla.
A mí me sugirió también un estado espiritual transdimensional, propio de seres no bien ubicados en el espacio-tiempo, una situación confusa que te sitúa entre el terror y el estupor similar a la sensación que provoca el fenómeno zombi.
El autor es joven, lo cual no es en mi criterio un valor por sí solo. Pero si ello se une a su calidad artística y humana (tiene un trato personal sumamente agradable) resulta una combinación que promete ofrecernos largos años de disfrute de las creaciones de Víctor Solana, cuyas obras fueron muy bien acogidas por todos, también por los coleccionistas de arte.
Acto inaugural muy concurrido (pese a ser un día con otros cuatro eventos culturales convocados que se iniciaban a la misma hora) en el que Cristina Marín y Felipe Pérez ejercieron de anfitriones, como es habitual, multiplicándose para ello cuando hizo falta.
La exposición de Víctor Solana se muestra hasta el 17 de abril, y podéis verla de martes a sábado, de 18 a 20’30 horas