«Recuento» de Natalio Bayo en la Galería A de Arte


Por Marisa Clarisa

   Desde el pasado martes 11 de Octubre hasta el 18 de Noviembre Natalio Bayo presenta en la Galería  de Arte(calle Fita, 19 ) su exposición «Recuento».

     Del texto (titulado LOS HABITANTES DEL TIEMPO) que Vicente Villarrocha escribe para el catálogo de la exposición recuento de NATALIO BAYO, escogemos los siguientes párrafos como resumen de la metáfora que establece entre la obra que presenta el artista y la cartografía de los mapas del tiempo:

   El pintor Natalio Bayo nació el mismo año en el que se imprimió el primer número de la revista “Orígenes” (1944), y en el que, un ya decidido meteorólogo del “barroquismo” (José Lezama Lima) escribía: “Sabemos ya hoy que las esenciales cosas que nos mueven parten del hombre, surgen de él y después de trazar sus inquietantes aventuras, pueden regresar, tornándolo activo o humillado, pero dejando su conciencia, sus incorporaciones y las diversas formas de su nutrición, mereciendo un respeto en diversa relación con la libertad que estamos dispuestos a defender y a justificar …”. Pretexto que me va a servir para trazar el acotado territorio en el que la percepción no se resignará a llegar a “concepto”. Va a servir para dar noticia del “recuento” (feliz, lo sé) de las “esenciales cosas” que habitan los cuadros/tiempo de Bayo; de sus incorporaciones de imágenes, ora referenciales fascinadas y otrora, por qué no decirlo, ornamentales y libres. Ideogramas alimentados de proximidad cultural, que regresan reactivos al tiempo donde se trazaron las líneas de conciencia que delimitaban la presión atmosférica que relataban.


 


    Para los que hemos habitado el “clima” e identificado la “temperatura” creativa que Natalio ha ido trazando con las isobaras de su tiempo pictórico para conformar su mapa existencialista, tanto en la parte generacional que le atañe, como en la que ha modulado con las representaciones figuradas de esos “habitantes de un tiempo” que el lenguaje de su pintura ha ido construyendo (para aquellos que ya “somos” de la “tribu”, y para todo el quiera apuntarse), me van a permitir la audacia de hablar de la Pintura como oficio ensimismado, como lenguaje polivalente (poético, naturalmente), en el que la retórica más descriptiva trasluce irisaciones de insolencia y en el que la formalidad más aplomada, “siempre” determina una actitud de “no cerrar los ojos”.

   Abundando en la metáfora en la que me he enredado, ¿alguna vez se han preguntado qué temperatura señalaban las palomas semienlatadas o encordeladas en atadura de “soga”?, ¿han reflexionado sobre las velocidades del tiempo con el que un “cierzo” (por nombrar un viento de proximidad) arrastraba esas “vestimentas turbantes” (telas protagonistas de todos los disfraces) sobre perfiles antiguos o sencillamente “muertos” (sin ojos incluso, como para dar sentido a una abrumadora mirada)? O ¿por qué la arquitectura que Bayo coloca con insistencia en sus “mapas del tiempo” está siempre anclada en la ruina de un pasado plano, enmarcando, como en una viñeta, no se sabe qué nostalgia o, mejor dicho, qué memoria? Son sólo algunos de los ideogramas con los que el pintor Natalio Bayo hace recuento (antes hablaba de una cifra redonda, esa casualidad “descubierta”, del año cuarenta y cuatro), y parece que son un par de años menos los que celebra en este recuento de “sus” signos plásticos. Y tienen, créanme, múltiples lecturas (para leer sin prejuicios, claro). Voy a proponer una: observar la caligrafía con la que Natalio escribe el tiempo, las “estaciones” de todos sus tiempos.

Artículos relacionados :