Arranz en La Lonja


Fotografías: Felix Artigas

    Del 8 de Octubre al 8 de Enero, Santiago Arranz expone «Una y otra realizadad» en La Lonja de Zaragoza.

 

LOS VOCABULARIOS DE SANTIAGO ARRANZ

Rafael Ordóñez Fernández

    Santiago Arranz París (Sabiñánigo –Huesca–, 1959) se licenció en Histo¬ria del Arte por la Universidad de Barcelona al tiempo que iniciaba su carrera como artista autodidacta. Desde 1986 a 1994 reside en París, y entre 1998 y 2000 se diploma en técnicas de la pintura al fresco por el Centro Internacional de Arte Mural de la UNESCO, en Saint Savin sur Gartempe (Francia)

   El conjunto de su obra creativa viene fundamentándose, casi desde el comienzo de su carrera (que le ha llevado a exponer indi¬vidual y colectivamente en España, Italia, Francia, Portugal, Holanda, Bélgica, Grecia, Austria, Alemania, Turquía, Chequia, Eslovaquia, Chile, Uruguay, Brasil, Argentina, Venezuela, Colombia, Méjico, Estados Unidos), en la constante búsqueda de un código visual de validez universal que permita establecer la necesaria comuni¬cación ideológica y sentimental entre los relatos plásticos del artífice y la cotidiana experiencia vital de quienes contemplan y asumen los frutos de su tenaz pasión expresiva.



   Dicho código es trasunto esencial de un extenso pero perfectamente delimitado repertorio de imágenes de significado filosófico y emotivo común para la mayoría de las culturas históricas que han sido y siguen siendo el sustrato fundamental de nuestra identidad colectiva y de los valores –artísticos, pero sobre todo morales– que la sustentan, de modo que, a través del riguroso proceso de simplificación argumental, depuración formal y esquematización gráfica desarrollado por el artista, tales imágenes devinieron primero en ideogramas, de los que pronto derivarían singulares alfabetos naturalistas y de tendencias antropo-mórficas, que luego dieron paso a verdaderos iconos de extraordinario sintetismo, para terminar alcanzando la superior categoría de esos signos de expresión que representan la quintaesencia sublimada de todas aquellas primigenias imágenes universales de cuya comunión se nutre la eficacia metafísica del vocabulario visual finalmente construido por Santiago Arranz a través de un apasionado viaje por territorios plásticos fundados en concepciones figurativas pero limítrofes con la abstracción, cuyo destino inmediato sigue siendo alcanzar las expre¬siones últimas y esenciales de una lengua artística cuyas manifestaciones formales e ideológicas sean tan auténticas como universales.



    Las principales etapas y los grandes hallazgos de ese largo y fructífero viaje se han producido en la trayectoria vital y creativa de Santiago durante pe-riodos o momentos profundamente vinculados con sus intervenciones en grandes proyectos arquitectónicos, sobre edificios históricos rehabilitados o construcciones de nueva planta, entre las que cabe destacar La ciudad soñada (edificio El Cubo) en Zaragoza, Capuchinas en Huesca, Morlanes en Zaragoza, La línea de la Historia (edificios de la Biblioteca Municipal María Moliner y del Centro de Historia de Zaragoza) en Zaragoza, Puerta del arpa en Castejón de Sos (Huesca) y A través de la llave (edificio Bussines Center Plaza 14) en Zaragoza.



    Pero también han resultado decisivos los lapsos intermedios, seguramente debido a la creciente necesidad de sintetizar cada vez más un ilimita¬do acúmulo de relatos e imágenes, necesidad de la que han derivado diversas series de obras muebles o de caballete (pinturas, dibujos, co¬llages, relieves y otras esculturas), llegando pronto a las de naturaleza y dimensiones monumentales, como las muy notables y esenciales El milagro de la vida –factoría de Bieffe Medital– en Senegüe (Huesca), Tierra, aire, agua, fuego –Ecociudad Valdespartera– y Figuras de agua –edificio privado Torre del Agua– en Zaragoza, y Al final del congosto, la libertad en Castejón de Sos (Huesca), en cuya resolución continúan perfeccionándose o se amplían y diversifican los procedimientos de abstracción y síntesis ensayados e incorporados anteriormente sobre los edificios, logrando así sucesivos avances que se aplicarán luego en las subsiguientes intervenciones en otros proyectos arquitectónicos, y desarrollando un bucle continuo de interrelaciones e influencias entre unas y otras obras, cuyas motivaciones ideológicas y fundamentos conceptuales son naturalmente los mismos, todo lo cual ha supuesto la multiplicación de ideogramas y signos, de modo que ya debemos hablar de una fecundante conjunción de vocabularios.



    Después de casi treinta y cinco años de trayectoria profesional, parece que Santiago está cerrando un ciclo vital decisivo y quiere mostrarnos, acaso culminando una suerte de viaje de ida y vuelta, los aspectos conceptuales y los resultados plásticos más significativos entre cuantos pueden identificar dos de los ámbitos o itinerarios fundamentales del vasto universo que conforma su personal realidad creativa: por un lado, un riguroso compendio de obras recientes o muy próximas en el tiempo que derivan de sus intervenciones en grandes proyectos arquitectónicos y están estrechamente vinculadas con los mismos (huecorrelieves en madera, como Visiones murales I, II y III, esculturas de vacío –Flores negras–, volúmenes exentos –por ejemplo, Torso y pájaros– y dibujados en el aire –Planetas, con el contrapunto de la versión plana pintada sobre vidrio–) o bien son consecuencia plástica de ciertos temas literarios muy queridos por el autor (las dramáticas y sobrecogedoras piezas dedicadas a Frank Kafka, la melancólica instalación Cayla, en memoria de la escritora Eugénie de Guérin, y la extensa representación de la serie de pinturas inspirada por Las ciudades invisibles de Italo Calvino), el último de los cuales, aunque primero en el tiempo, sirve de nexo, por otro lado, con el reciente retorno de Santiago a la práctica de una pintura más apasionada y pletórica de emociones que nunca, extraordinariamen¬te representada aquí por un conjunto de obras de mediano y gran formato (absolutamente fieles en la iconografía, los argumentos y el discurso filosófico a las constantes que identifican la personalidad creativa del autor, como bien se demuestra en Una vida, verdadera declaración de fervores, y Niña de agua, epifanía de la inocencia) y una pequeña serie de confesiones íntimas cercanas a lo metafísico (valga señalar Entre dos mundos) y tan sensibles como vigorosas, consiguiendo unas y otras reafirmar la incontestable consolidación, el significado plástico, los valores expresivos, la eficacia emocional en suma de los vocabularios privativos de Santiago Arranz, ese modo diferente e inconfundible de mirar y sentir y mostrar toda la realidad

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