Director: Dionisio Sánchez Rodríguez. El Pollo Urbano. Desde 1977 la primera revista de sátira política, información, ocio y cultura . Zaragoza. España. Nº 245. Extra Verano 2025.
En un mundo cada vez más globalizado, lo particular adquiere un valor esencial, y el cine es una de las formas de expresión que sirve para reivindicar la identidad comunitaria. La fiesta del cine aragonés llega con toda su plenitud en los últimos meses del 2014, con un amplio catálogo de muestras y certámenes, en un verdadero caleidoscopio de miradas.
La estupenda película de Richard Loncraine sitúa los últimos años de la vida del rey Ricardo III que vivió en el siglo XV (1452-1485) como si hubieran transcurrido en los años treinta del siglo XX.
Mucha ilusión tenía el bilbaíno (con diptongo) Mikel Rueda con el estreno de ‘A escondidas’ en Zaragoza. De hecho, esta ciudad, inmortal llamada, es como su segunda casa. Aquí tiene familiares (su tío, Jesús Rueda, es el que componía los crucigramas y sudokus del ‘Heraldo de Aragón’ durante años y años, antes de que lo echaran de malas maneras) y ostentaba mucha ilusión en la respuesta de los ciudadanos con ocasión de su distribución en las salas comerciales.
Continúa el ciclo dedicado a Fernando Fernán-Gómez con la programación de cuatro películas interpretadas por él y otras cuatro también dirigidas. ‘El inquilino’, realizada en 1957 por José Antonio Nieves Conde, relata el desalojo por derribo de un matrimonio con cuatro hijos en su piso de un barrio popular madrileño. De la noche a la mañana, la modesta familia se ve en la calle.
La aproximación del cine a la pintura y a los pintores, cuando es valiente y ha de merecer la pena, a menudo juega a convertir en cine la materia última de la que está hecha la pintura. En ese marco aspira a inscribirse el mediometraje ‘Naturaleza muerta’ (2014), de José Manuel Fandos y Javier Estella, dos realizadores aragoneses de larga y competente trayectoria que ahora se sumergen en el universo pictórico del zaragozano Eduardo Laborda.
Alguien dijo que “sin música la vida sería un error”. La música es un relato y, como tal, es deudora del tiempo de su historia, o sea, del presente, de su propia historicidad. Tenemos que seguir considerando el arte y la cultura desde una perspectiva humanística e histórica.
Los intérpretes del cine solo mueren por las exigencias del guion. Como en la ficción cinematográfica, también mueren en la vida real, aunque perduran en esa memoria del espectador que se ha forjado a base de secuencias visuales, de expresiones dramáticas o de apreciaciones subjetivas que se renuevan en las fotos o en las imágenes de las películas, ya sea con la etiqueta de belleza física o el erotismo, con la aplastante presencia de su personalidad o incluso con el acierto de una frase, un gesto o una mirada.
“Buñuel es el más grande de todos. Está en cada plano de mis películas aunque yo no quiera. Su cine es como el jazz: más complejo, más turbio, más difícil que el rocanrol, melodías de ganadores.