Por Andrés Sierra
Cuando lo conocí, apenas hablaba, aunque no mucho, ciertamente.
Yo creo que lo conocí bastante bien, dentro de las circunstancias de poder conocer a alguien. Supe de su familia –buena gente- que supieron inculcarle una educación admirable, sobre todo tener respeto pera para los demás.
Era dócil, aunque en el fondo tenía su propio criterio de ver la vida, pero no protestaba.
Usaba el silencio –para mi gusto- enormemente. ¿Está bien tanto silencio?
Era observador, no perdía detalle pero siempre bajo su criterio, ¿especial?
Se supone que cada uno tiene su cabeza. Todos tenemos fobias y filias (unos más que otros) y, por supuesto, también manías, cuestión que no hay que desdeñar.
El personaje de quien escribo tenía claro, por ejemplo, el concepto de la naturaleza y cuidarla; no destrozar lo que hay en la tierra. Y aun así, porque las circunstancias en la vida son como son y cambian, como él muy bien pensaba, muy seguramente no para mejor.
El personaje al que me refiero, hace tiempo de no coincidir, pero supongo que estará bien.
La verdad, es todo un personaje, menos mal que no es un “influencer”, si no sería la hostia.
La imaginación siempre hace divagar.