Por Mariano Berges
Profesor de Filosofía
El Pacto Fiscal con Cataluña es demasiado complejo y confuso como para despacharlo con un par de descalificaciones.
Es más, su lenguaje es premeditadamente ambiguo con la finalidad de que el tiempo de interpretación sea suficientemente largo, y así poder jugar con las expectativas de unos y otros.
De manera sintética, el acuerdo dice que Cataluña recaudará y gestionará todos los impuestos en su comunidad autónoma. Y posteriormente pagará al Estado central por los servicios que recibe más una cantidad al fondo de solidaridad interterritorial sujeta al principio de ordinalidad.
Claro que se parece al concierto vasco-navarro. Veremos luego cómo se desarrolla. Si a ello añadiésemos que Madrid y Baleares se quieran sumar a este modelo, no hay dinero en el Estado español para financiar a todas las CCAA ricas primero y, luego, a las pobres. Independientemente de la inconstitucionalidad del acuerdo y de la transgresión de la LOFCA, para cuya modificación el PSOE no tiene los votos necesarios en el Congreso.
Por otra parte, el procés ni se acaba ni se acabará, pues no olvidemos que empezó cuando Rajoy le negó a Artur Mas el cupo para Cataluña, lo que precipitó a Mas al secesionismo, que técnicamente finalizó con la aplicación del art. 155. Curiosamente fue Rajoy con quien empezó y con quien acabó el procés. Todo el tiempo anterior y posterior no es más que la melodía catalana de siempre y que hay que saber conllevar con caridad cristiana. Éste es el fondo de la cuestión y lo demás son juegos malabares para los objetivos de unos y otros. El resto de los españoles podemos ser meros voyeurs menos cuando se toca las cosas de comer. Hemos transigido con los indultos y la amnistía, pero un pacto fiscal que, además de ilegal, nos empobrece al resto de españoles, es ya demasiado. Este pacto fiscal, para nada federal sino confederal, rompe con la igualdad entre los españoles y privilegia a unos respecto de otros. Hace bien mi amigo Javier Lambán en mantener esa brava pelea en el ocaso de su vida política activa. Gracias. Porque es que si ese pacto se cumpliese sería el auténtico triunfo del procés, pues eso, el cupo vasco y no la independencia (que es inviable), es lo que la insolidaria y rapaz burguesía catalana ha pretendido siempre. El resto de activistas son meros comparsas en un proceso que ya dura más de un siglo, desde finales del XIX, tras la pérdida de Cuba y los inicios del catalanismo. O sea, que con esto no solo no acabamos con el proces, sino que supone su triunfo definitivo.
Si interpretásemos bien la Constitución, veríamos que son los ciudadanos y no los territorios los sujetos de derechos. Por lo tanto, si Cataluña ingresa más será a costa de los ingresos de las demás CCAA, pues el sistema de financiación es un reparto de la recaudación de impuestos. Por lo tanto, este incremento sustancial de recursos para Cataluña supone, necesariamente, una disminución sustancial de los recursos de las demás CCAA y/o del Estado.
En el fondo, cuando hablamos de cuestiones sustanciales en España siempre partimos de un déficit teórico por ausencia de debate y por una especie de pereza mental para los asuntos de enjundia teórica. Deberíamos escribir más (aunque solo sea para nosotros mismos) y hablar menos. La escritura ata el pensamiento. A mí, personalmente, escribir estos humildes artículos me obliga a estructurar mi pensamiento y comunicarlo con la mayor claridad posible. Cosa distinta es que lo consiga, pero el esfuerzo merece la pena.
Hubo una época reciente en la que España estaba bastante implicada en una discusión pública sobre la modificación de la Constitución. El constitucionalista Santiago Muñoz Machado fue uno de los mayores impulsores hasta que se cansó y lo dejó. Muchos dicen que la Constitución Española (CE) tiene una base federalista que merecería la pena desarrollar y hacer evolucionar a la propia CE. Pero no lo hacemos. Más bien al contrario. Ya la propia CE en su origen consagra a Navarra y País Vasco como elementos claramente confederales, que no caben en ningún sistema federal y que agravian al resto de CCAA. Ahora, el gobierno dice que el pacto fiscal con Cataluña es para ir avanzando en el federalismo. Eso no solo es falso, sino que avanza en sentido contrario, el confederalismo.
Los indultos y la amnistía, más la segunda que los primeros, constituyeron para muchos un agravio que tenía mucho de emotividad, aparte de los beneficios propios para cada firmante. Pero el pacto fiscal para Cataluña es mucho más grave, pues constituye una perversión territorial mezclada con un fuerte agravio económico. Lo que hace trizas la igualdad de los españoles y determina su futuro, ya que, si esto fraguara, nacer en Extremadura, Aragón, Cataluña o País Vasco, no sería inocuo, sino que disminuiría o incrementaría sus oportunidades de futuro.
Publicado en el Periódico de Aragón