Por Manuel Medrano
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Esa es la primera consigna, el primer criterio, la primera acción si quieres averiguar algo.
Por ejemplo, supongamos que los mandamases de una ciudad deciden llenar las festividades y festejos de esa ciudad de eventos musicales, de ilusionismos de luz y sonido de escaso interés y de actos de pago lúdico-cutres y cosas similares. Y que, paralelamente, pero de forma encarnizada e implacable, se cargan, aniquilan, el tejido asociativo cultural que generaba movimiento continuo para disfrute y/o formación de todos los ciudadanos.
Si eres muy confiado o tienes intereses en este cambio radical, dirigido desde el poder y que sustituye a la iniciativa y dinámica social por el negocio puro y duro (muchas veces falso, pues se dilapida dinero público en ello), pensarás que todo esto es resultado de una opción política.
¿Tú crees? Lo mejor es aplicar la prueba de pureza, que empieza antes, repito, antes de ver los cambios. Sociedades que se constituyen de pronto, empresas que se encargan de los eventos, concesiones de explotación de negocios que ofrecen comida y bebida, etc. Quién conoce a quién, quién acaba beneficiado por ello, qué se genera en esa ciudad sólo para beneficio económico de unos pocos, etc.
Es decir, seguid el dinero y tened en cuenta cuándo se toma una decisión, cuándo va a ejecutarse, cómo y con qué objetivos, etc. También, qué se “viste” con esa decisión, y qué se “desviste” para que los negocios, el flujo de dinero, vayan exclusivamente hacia lo decidido.
Amables lectoras y lectores, evidentemente no me dirijo a la gran mayoría de vosotros cuando digo que se siga el dinero, porque no tenéis tiempo o medios para ello. Pero los partidos políticos sí tienen capacidad de hacerlo, así como algunas organizaciones, y también pueden hacer públicos los resultados para general conocimiento. Y, de este modo, nos enteramos todos.
Seguir el dinero es una saludable actividad política, como demuestran muchos temas de actualidad, de la más desagradable actualidad, pero eso es transparencia democrática, mucho más que los simples “portales de transparencia” de las instituciones. ¿Lo seguimos?