Guerras / Mariano Berges


Por Mariano Berges
Profesor de Filosofía

¡Vaya mes! Ante tantos, variados y graves acontecimientos, uno no sabe a cuál atender. Tampoco es cuestión de jerarquizarlos por su gravedad, proximidad o conocimiento.

    Son tantos y tan graves que uno se anonada y opta por el silencio. Un silencio, aparte de lógico por el desconocimiento propio de los factores y causas de su desarrollo, que no interfiera en la liturgia del sufrimiento y no nos distraiga de lo que realmente hay que hacer, que no es otra cosa que acabar con ellos.

     La guerra de Ucrania es impensable en la Europa del siglo XXI. Y si lo impensable ocurre, es que alguien lo ha pensado y lo ha llevado a cabo. No voy a ser tan impúdico y temerario como para opinar de geoestrategia mundial. Ya sabemos que España es un país de genios y que de la nada ha surgido una pléyade de epidemiólogos como ahora surge de “putinólogos”. Bastante tiene uno con intentar entender algunos artículos de expertos y guardar silencio ante el sufrimiento, muerte y migraciones de los ciudadanos de un país libre y soberano llamado Ucrania. Para no pecar de impúdico, solo me queda pedir el final de esta agresión por parte de la comunidad internacional. Si es por la vía diplomática, mejor, pero si es necesaria la guerra profesional contra el agresor… hágase, y cuanto más rápidamente, mejor. Una vez más, los pacifistas de pacotilla saben más que nadie y nos dan lecciones de moral a los demás. ¿O no aprendimos en Yugoeslavia? Hay un sector de la izquierda española que todavía no ha entendido que estar en la OTAN es la única manera de que España esté alineada con la UE en materia de defensa. Y esos titubeos de hoy no envío armas y mañana sí.

    La guerra del PP es, aunque grave políticamente, más leve en sufrimiento y consecuencias. Sin embargo, políticamente es muy grave que uno de los dos grandes partidos estatales españoles se descomponga porque dos niñatos (Ayuso y Casado) se pongan a reñir sobre quién la tiene más larga. Al menos, alguien ha abierto una solución sensata y con perspectiva de futuro. Feijóo es la solución propuesta y parece que, visto lo visto, es la menos mala. Veremos. Los dos dirigentes peperos han dado una muestra de inmadurez que aterra ver la clase política que tenemos. Porque de eso ha ido la cosa, de una riña en el patio del colegio que a punto ha estado de hundir el colegio. Pobre PP, no sale de una y se mete en otra.

     Casado, que surgió de la nada y a todos se les coló, ha demostrado ser políticamente un desastre. Para empezar, no ha sabido definir su espacio político. Vox lo ha asfixiado y no lo ha dejado respirar desde el primer momento. Y el PSOE lo ha encogido de tal manera que solo ha sabido insultar a su líder, sin ningún contenido político ni de Estado ni nada que se le parezca. Una de las primeras frases de Feijóo retrata bien la impericia de Casado, “no vengo a insultar a Sánchez sino a ganarlo”. Al menos, la cuestión principal está centrada. Pienso que no merece la pena seguir hablando de quien ha sido una mera anécdota en el PP.

   La niñata Ayuso se ha quedado sin juguete si no insulta a Sánchez, pues la gestión ya sabemos que no va con ella. Su intervención en el último acto del PP, pidiendo la hoguera para los demás, siendo ella la investigada por la fiscalía, es un auténtico sainete madrileño. Pero, claro, no nos vamos a reír. El nuevo líder del PP va a tener un grave problema con ella. Y con su asesor áulico (MAR). Vamos a respetar el mes de marzo que le queda al PP antes de su congreso extraordinario y manifiesto mis mejores deseos de que acierte en la solución, para su propio bien y el de España, que necesita partidos fuertes, rigurosos y democráticos.

   ¿Será ésta la ocasión en que la radicalización y el deterioro del debate público español incluya también reflexión y negociación, y no solo insultos y/o mercantilismo? Desde el fallido pacto entre PSOE y Cs, que llegaban a los 180 escaños parlamentarios, España ha ido de mal en peor. PSOE y PP han sido incapaces de negociar la más mínima propuesta o ley en el Parlamento. El bipartidismo imperfecto no ha podido ser ocupado por los nuevos partidos, Podemos y Cs, y tampoco aún por Vox. Cierto que las denominaciones partidistas son todas provisionales y la ciudadanía sigue situada oscilando entre el centro izquierda y el centro derecha. El poder lo da el centro. Las oscilaciones forman parte del paisaje político y se nutren de los premios y castigos que el cuerpo electoral otorga a su hacer en el gobierno.

   Ojalá que ambas guerras, una internacional y otra nacional, entren en fase de solución a la mayor brevedad. Desde mi humilde atalaya de voyeur brindo porque así sea.

Artículo publicado en “El periódico de Aragón” en fecha 11-03-2022)

Artículos relacionados :