Negacionismos, mentiras y otras gorrinadas / Miguel Clavero

Por Miguel Clavero

       Mi compañera ‘autobusera’, maravillosa y encantadora mujer reconocida por la Liga Élfica (del país de los Elfos: no les miento…  o sí, yo qué sé) piensa que con un trago de lejía…

…a la boca se curan todo tipo de bichos y bacterias, incluidos los virus éstos de última generación. Y no admite otros  remedios, sobre todo procedentes de laboratorios farmacéuticos,  aunque éstos vengan avalados por la ciencia.

    Miento, no es lejía, es Clorito de Sodio mezclado con concentrado de limón (supongo para quitarle el sabor que sí lo tiene a lejía).  Pero no les recomiendo probarlo. No hagan como yo, que seducido por tan maravillosa mujer y  tentado, desde mi innata curiosidad científica, no pude resistirme a experimentar los efectos supuestamente benéficos que en mi cuerpo ‘serrano’ podrían producirse si efectivamente funcionara ese  “milagroso” remedio, que mi compañera ‘autobusera’ me prescribió.

    Que me vendió (veinte euros me cobró) y yo bebí, no sin sufrir sus adversos efectos secundarios:

—Al principio da un poco de diarrea,  —dijo— pero es porque te está  limpiando por dentro.

—Los cojones! —concluí—

vaya mierda me acabo de tragar.   Una semana ‘yéndome por la pata abajo’, como se suele decirse…

    Tras la fatídica ingesta del dichoso desinfectante industrial, mi Elfo preferido, y bellísima mujer, aún me envió, vía guasap, siniestros vídeos donde aparecían “expertos” en la materia alabando las “asombrosas” virtudes de la pócima. Yo, así mismo, le enviaba videos desmitificando ese remedio —desde una perspectiva científica del asunto—, pues lo consideraba un invento de algún listillo y pensé que así ella podría tener una visión más amplia a la hora de elegir.   Mi sorpresa fue la cerrazón con la que me encontré pues no admitía otra medicina que la suya, como si de una celosa chamán haciendo frente a la competencia se tratara.  Aseguraba que siempre le había ido bien:

—No me envíes más estas porquerías me contesto.

    Aun con todo, seguimos  manteniendo una amistad cordial como  compañeros aunque, eso sí, dejando claro que fue un error por mi parte el haberme dejado ‘engatusar’ por ella y su brebaje, que forma parte más de la magia que de la razón. Pero me preguntaba que mecanismos, qué proceso o qué circunstancias le habrían llevado a esta ‘criatura’ para pensar así, teniendo en cuenta los tiempos que corren en donde abundan todo tipo de charlatanes, que asegurarían incluso, poder hacerles crecer el pelo hasta a las ranas con algún tipo de ungüento, si así les proporcionara adecuados beneficios económicos a su favor. 

  Deduje que al igual que hay gente que piensa que la forma del planeta Tierra es un plano horizontal, niegan el cambio climático o esta pandemia coronavírica y su  vacuna, ella habría sido ‘adoctrinada’ desde ciertos y escabrosos postulados alejados del raciocinio más elemental.

    “Un plan urdido para controlar a la población” decía Miguel Bosé en una reciente entrevista televisiva respecto a la pandemia que estamos sufriendo.  Tremendo ‘truño’ le invitaron a airear en un programa de máxima audiencia para regocijo de aquellos (que deben de ser muchos)  que comulgan con estas teorías conspirativas. O Donald Trump (como mi compañera autobusera) que también ‘recetaba’ trago de lejía para el cuerpo y para matar el ‘bicho’ coronavírico.  Qué intereses hay detrás? Nos estamos volviendo locos?

   Pero ya cuando descendemos al debate político en este país la cosa se  desmadra.  Aquí ya negacionismo y mentiras se dan de la mano en una siniestra danza brutal donde se alcanza el esperpento, al menos en este país.  Véase si no esta apresurada campaña electoral en donde despojados del menor atisbo de decencia y encabronando a todo cristo, se ha llegado incluso a amenazar de muerte por intereses partidistas bailando así al son que marca la ultraderecha.  Y ahí van a salir ganando —que ese es precisamente el problema— frente a la derrota de la democracia.

     Ojalá me equivoque pero cuando se publique en mayo este artículo, la señora Ayuso, y sus ‘simpáticos’ amiguitos fascistas de VOX, ya estarán celebrando su triunfo revolcándose en el fango, como gorrinos en su lodazal.

    Se veía venir.  El odio contra Pablo Iglesias y Unidas Podemos no se ha fabricado solo y las balas  enviadas a sus representantes tiene nombres y apellidos de periodistas, líneas editoriales y emisiones de radio y televisión.  Se inventaron informes policiales que fueron remitidos a periodistas sabiendo que eran falsos, los publicaron para que la gente creyese que Unidas Podemos se había financiado de forma irregular: casi una veintena de ocasiones se han archivado las denuncias en los juzgados pero luego los medios lo han ido ocultando.

   Negando la verdad, la mentira fue cuajando en la ciudadanía: quitarles la vivienda a los españoles; romper España y tratar como delincuentes a lideres de Unidas Podemos mientras vemos a los fascistas  de VOX cómo diseñan una campaña  publicitaria para criminalizar a los menores migrantes ‘clavadita’ a la que los asesores publicitarios de  Hitler hicieron en su día para demonizar a los judíos.    

   Trabajadores de TVE llevaban denunciando mucho tiempo el tratamiento vejatorio en los medios a los lideres de la izquierda, a la vez que ‘masajeaban’ a representantes de la ultraderecha.

    Medios de comunicación convertidos en brazos mediáticos del poder económico con el objeto de ‘diabolizar’ a Pablo Iglesias porque representa la modernización y la democratización de nuestro país.

  En  realidad este odio podríamos  decir que surge de la reacción de los privilegiados y sus portavoces para perpetuar la desigualdad económica. 

   Aun con todo, ningún partido político ni ningún medio de comunicación debería cruzar ciertas líneas rojas que claramente se han traspasado  vulnerando los límites de sus respectivos códigos deontológicos.  
    En fin…  Una gorrinada oigan, pero así hemos llegado a esta situación:  como con el Clorito de Sodio que produce las  ‘cagaleras de la muerte’ aunque tengas pegado tu culo al asiento del chofer mientras conduces un autobús. Nada recomendable.

    Bon apetit…

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